Un científico indio inventó un combustible para aviones cuya base es vegetal: una variedad de mostaza de origen etíope.
La producción combustible para aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés) cada día gana más terreno en un mundo que intenta sustituir progresivamente el uso de combustibles fósiles.
El combustible vegetal reduce en casi 70% las emisiones de dióxido de carbono. Lo que es muy importante si tomamos en cuenta que la industria de la aviación es la responsable 2,5 por ciento de todas las emisiones CO2, y contribuye al 3,5 por ciento de todo el calentamiento global.
El doctor Puneet Dwivedi trabaja en la Universidad de Georgia y es líder del proyecto de investigación que busca alternativas sostenibles para sustituir el altamente contaminante y costoso combustible de aviones.
A finales de octubre publicaron los resultados de sus investigaciones en GBC-Bioenergy. El combustible de aviación sostenible (SAF) se elabora a base del aceite de Brassica carinata, un cultivo de semillas oleaginosas no apto para el consumo, conocido también como mostaza etíope.
Dwivedi dice estar convencido de que, con los apoyos e incentivos económicos adecuados, la producción de este combustible podría empezar cuanto antes en el sur de Estados Unidos.
La elección de la región no es arbitraria, es en el Sur de Estados Unidos donde se obtiene mayor rendimiento del cultivo de carinata y con uso mínimo de fertilizantes.
A partir de estos cultivos también se generan subproductos de valor comercial como alimento para animales, propano y nafta.
En cuanto a los costos, el estudio da cuenta de que el combustible a base de petróleo para aviones cuesta alrededor de $ 0.50 por litro, un poco más alto que el SAF basado en carinata.
El costo pudiera bajar aún más dependiendo de créditos e incentivos de mercado.
En 2018, se realizó un largo vuelo entre Australia y Estados Unidos que utilizó una mezcla de combustible con 10 por ciento de carinata.
La aviación comercial en los últimos años ha experimentado con éxito diversas alternativas a combustibles fósiles: En 2011, Alaska Airlines realizó 75 vuelos con una mezcla al 50 por ciento de aceite para cocinar usado y combustible convencional. Qatar hizo lo propio en 2012 con una mezcla similar; y la gigante de la aviación holandesa, KLM, operó vuelos semanales de biocombustibles entre Nueva York y Ámsterdam durante seis meses en 2013. Al parecer la ciencia y la tecnología tienen buena parte del problema resuelto, pero como siempre la voluntad política es la que marcará la pauta.