José Roberto Duque. Fotos: Leorana González
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Ánderson Sandoval, nacido en Ejido en 1994, tenía once años de edad cuando el país se volcó masivamente a organizarse en Consejos Comunales. Hace pocas semanas, a sus 27 años, celebró el momento y la ocasión en que el Consejo Comunal de la zona donde vive, Mariano Picón Salas, en Santa Juana, Mérida, comenzó a instalar en los postes del alumbrado público unas luminarias diseñadas y fabricadas por él.
Se trata de bombillos recién concebidos y fabricados. Tienen varios componentes reutilizados. La comunidad decidió que la instalación será gradual, y los bombillos instalados (30 por ciento del total de la comunidad) están en etapa de prueba. Y ahí están los bichos, alumbrando, echando buenas luces sobre las calles del sector.
También hay un reflector instalado y alumbrando en un edificio de las residencias Independencia. Es un reflector de 28 vatios, el más grande de los que ha fabricado hasta ahora.
Lo que brilla con luz propia
Hijo de un veterinario y una economista, la entrada de Ánderson al mundo del emprendimiento (palabra manoseada y a punto de podrirse, pero palabra) en el área de la tecnología ocurrió en 2016, año nefasto para abrir operaciones en cualquier cosa que no fuera hacer cola para comprar alimentos. El chamo, que entonces estaba a punto de graduarse en la UNEFA como ingeniero de Telecomunicaciones, instaló un taller de electrónica en el que reparaba bombillos, artefactos eléctricos, computadoras; con eso se bandeaba y resolvía la vida en ese año crítico. El taller se llama (o se llamó, ya les cuento) Taller de Electrónica Anderson Sandoval: TEDAS. Y así se llaman también los bombillos que produce.
En esas zambullidas a las entrañas de los coroticos tecnológicos averiados fue aprendiendo algunas claves y peculiaridades de esos aparatos. Autodidacta, viendo material en internet, pero también consultando libros y manteniendo comunicación con profesores, se enteró de algunos “secretos” que le sirvieron para desafiar el modelo basado en peroles desechables y obsolescencia preestablecida o programada.
“De tanto reparar bombillos empecé a buscar la forma de que tuvieran más durabilidad”, recuerda Ánderson. “Un dato importante es que el bombillo LED comercial usa mucha potencia, es decir, la cantidad de voltaje y amperaje que usan es muy alto, y por eso se queman. Si la electricidad fluye en exceso se puede cortar el circuito y deja de circular corriente, o la misma fuente se termina por quemar. En el modelo que he estado haciendo la fuente es más robusta, y la cantidad de energía que usa es la adecuada. Por cada cinta en paralelo utiliza los 12 voltios reglamentarios, y la corriente que debe pasar depende del tamaño de los bombillos”.
El resultado es que, mientras los bombillos comerciales duran de tres meses a dos años, los TEDAS duran 3 años. Por ser su circuitería más sencilla es más fácil de reparar, y a muy bajo costo, así que cuando cumplen su ciclo de vida, pueden durar mucho tiempo más.
Ánderson compra las carcazas y cintas LED. Las fuentes son muy robustas, casi nunca se dañan; reutiliza las cintas de los bombillos dañados y los circuitos electrónicos (fuente de alimentación).
La gente de los telescopios
Otros cálculos: un bombillo incandescente (amarillo) de 100 vatios da luz equivalente al bombillo TEDAS de 7 vatios. El más grande, el de 28 vatios, produce la luminosidad de un incandescente de 400. Como la gente (todo el mundo, en general) sospecha de las cosas que no tienen una marca reconocida ni provienen de un circuito comercial, los TEDAS van lento pero seguro.
En su cuenta Instagram se burla a punta de memes publicitarios de los bombillos comerciales, que no soportan una comparación con los suyos:
Ánderson tiene a la venta tres modelos de TEDAS según su capacidad: tiene los Jojoticos (84 puntos de luz, 7w, 1.300 lumen), la Media Mazorca (168 puntos de luz, 14w, 2.600 lumen), y la Mazorca (336 puntos de luz, 28w, 5.200 lumen). Todos tienen más de 33 mil horas de vida útil y 3 años de garantía. Tiene también un modelo útil para reconversión de reflector tradicional a tecnología LED. La pandemia de COVID logró algo que no pudo la crisis de desabastecimiento de 2016 a 2019 (hacer que Ánderson cerrara el taller del centro de Mérida), pero igual sigue ofreciendo los tres modelos o tamaños de bombillos en su cuenta Instagram (en esa que enlazamos arriba, y en esta otra). Su taller lo tiene en su casa.
Si a ese último formato, el de 5.200 lumen, se le colocara un cristal o lente que focalice y redirija la luz, pudiera cubrir más distancia y esos reflectores pudieran utilizarse para alumbrar canchas, avenidas y espacios amplios de la ciudad.
Y no es que a uno le guste vanagloriarse de las cosas que hace (por favor, humildad ante todo) pero justo cuando terminamos de entrevistar a Ánderson tuvimos un encuentro con el camarada Dr. Pedro Grima, director del Observatorio Astronómico Nacional (la gente de los telescopios y la observación astronómica en Apartaderos) y el Centro Nacional de Tecnología Óptica. Los presentamos, conversaron brevemente sobre luz, telescopios y lentes cóncavos y convexos, y como la misión del Observatorio es ponerse al servicio del pueblo creador parece que quedaron en hacer algo para lograr esa misión, completar los detalles para que los TEDAS se suelten a alumbrar ciudades. Parece que en LaInventadera servimos para algo, después de todo.
En una publicación Ánderson lanza una tenebrosa advertencia: “No es por asustarte, Bart, pero así como PDVSA dolarizó la gasolina CORPOELEC pudiera hacer lo mismo con el servicio eléctrico. Y en el supuesto de que eso pase, nuestros bombillos tienen tanta eficiencia que su consumo en la factura sería imperceptible”.
Con profecía o sin profecía, siempre es bueno actuar en función del ahorro energético. Siempre.