En su laboratorio hecho en casa, los químicos Miguel Torres y Wilfredo Mendoza siguen “haciendo mucho con poco”, como dice el presidente Maduro
Roberto Malaver / Fotos: Jesús Arteaga
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En pocas horas, y sin salir de la mina o del sito de exploración, el protocolo y método implementado por estos investigadores pueden determinar la concentración de oro en una muestra, de una forma económica, rápida y segura. El secreto está en el poliuretano, un polímero sobre cuyas bondades y límites hablan Torres y Mendoza con propiedad.
Miguel Torres, graduado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, UCV, está ansioso por comunicar lo que está haciendo. Va conversando con rigor científico, dando datos y fechas.
–Fundamentalmente queremos hablar de dos procedimientos que nosotros empezamos a trabajar hace como veinte años, otro profesional de la universidad que está ahora en Italia, Wilfredo y yo. Estamos trabajando en análisis de oro, que se usa para exploración y para valorar yacimientos. Los sistemas que se estaban utilizando eran engorrosos, entonces nosotros empezamos a buscar un camino diferente y en esa búsqueda conseguimos una publicación en China, que hablaba sobre una técnica diferente. Cuando empezamos a buscar la bibliografía encontramos que esa experiencia venía de Hungría, de la industria soviética, y se utilizaban esos elementos para evaluar plantas atómicas. Nosotros nos metimos por ahí, y empezamos las discusiones y a buscar bibliografía. Y aquí en este laboratorio –en la casa- empezamos a hacer los ensayos. Algunos los hacíamos en la universidad pero casi todos los ensayos los hacíamos aquí.

Así prosigue una cronología y descripción de su trabajo:
–Cuando empezamos a tener resultados introdujimos un proyecto en el Fonacit –Ministerio de Ciencia y Tecnología- y nos aprobaron ese proyecto, que terminamos en el 2000, y en 2003 nos dieron el finiquito. Fuimos a una mina para probarlo allá en El Dorado. Hicimos cerca de ochocientos análisis, pero desde el 2000 hasta ahorita, nosotros seguimos afinando, afinando, y en la fase sólida ya estamos avanzando. Nosotros tenemos un pedacito de poliuretano, ese pedacito de poliuretano te permite una serie de pasos en el análisis químico. Es un polímero; nosotros lo activamos y sacamos el oro de una selección, eso no lo puede hacer aquí más nadie. Lo hacen otros tipos en otros países, pero aquí, en Venezuela, nada más lo hacemos nosotros. Se usa para pre concentrar; los mineros pequeños no utilizan eso, utilizan mercurio, y los grandes mineros utilizan carbón activado. Nosotros estamos en la fase de análisis, y esos polímeros, ya los australianos están inventando unos que son parecidos a ellos, pero que ellos los han diseñado para que los sistemas de extracción de oro sean más eficientes. Nosotros lo estamos utilizando para analizar el oro, pero no para la producción.
Asumiendo la originalidad de su investigación, dice que no son los inventores, que solo descubrieron a quien estaba investigando sobre eso, y hasta allá se fueron.
–Hay que decir dos cosas aquí, nosotros no somos los inventores de esto. Es como copiarse el motor de un Volkswagen; nosotros nos copiamos, pero tuvimos que hacer todos los experimentos que ellos no hicieron, muchísimos experimentos. Preparar la fase sólida, hacerla, analizarla y después, cuando nos dan el dinero para los productos, nosotros nos compramos material internacional certificado. A nosotros no nos quieren en la Academia porque somos underground, cualquier cosa de esa, y somos irreverentes. Entonces, damos resultados y no tienes la Academia ni tenemos tesistas, nosotros mismos buscamos la relación bibliográfica, entonces ahí yo soy un estudiante tapa amarrilla, porque técnicamente no funcionaba con buenas notas. Dijimos: vamos a irnos por otro camino, y por ese camino llegamos. Hemos ido a Minerven a dar la demostración y los tipos nos ven, y está bien, pero de ahí no pasa. El departamento de Compras no nos quiere, porque lo que ellos hacen con un equipo que cuesta como veinte mil dólares, nosotros lo hacemos con uno que cuesta dos mil dólares y con más precisión en el análisis, y más velocidad; si ellos hacen trescientos análisis por día, nosotros podemos hacer dos o tres veces esos análisis. Yo fui una vez a Minerven y una muchacha de la facultad me dice, “Mira, Miguel, nosotros hacemos cincuenta”. “Y nosotros podemos hacer trescientos”, le dije, y ella me dice que le parece una exageración, y yo le dije, “bueno, invítame para acá y ponemos la línea de producción”.

Wilfredo Mendoza, licenciado en Química, graduado también en la Universidad Central de Venezuela, asume la palabra y argumenta:
–Yadira Córdoba (ex ministra de Ciencia y Tecnología) estuvo muy satisfecha con esto porque notros logramos cerrar bien el proyecto, ella nos dio el finiquito y nos hizo el exhorto. Cuando ella era ministra, nos dijo: “traten de que eso pueda ser implantado dentro de lo que es la actividad minera nacional”, y hemos estado haciendo un peregrinaje, el esfuerzo, pero lo que pasa es que uno se pregunta cómo insertas tú la idea para poder entenderla y para ayudarla, lo que tenemos nosotros es un protocolo de ensayo. Hay equipos que cuestan eso, veinte mil dólares, y toda una cantidad de usos de reactivos que también encarecen, lo cual lo hace prohibitivo, este es un servicio que para los efectos de la actividad minera aquí no está satisfecho, o existe solamente en dos o tres lugres. En principio la universidad tiene todavía un laboratorio que ocasionalmente le presta un servicio a quienes van desde el estado Bolívar buscando quien les resuelva, porque en la minería se trabaja de alguna forma tratando de tener control sobre los tenores para ver cuánto vas a sacar. Necesitas también conocer cuánto oro hay para saber en cuánto tiempo lo vas a sacar. Esas dos premisas son fundamentales durante el proceso, y a veces, quienes hacen minería, porque no cuentan con las herramientas, lo hacen a lo loco. ¿Cuales son las consecuencias?, esas colas eternas que tú viste que las usaron y las procesaron nuevamente.

“La actividad minera”, continúa Mendoza, “se está haciendo de una forma no correcta, y actualmente, las minas no están funcionando, tienen laboratorios precarios que no están dando resultados y eso también tiene detrás algo que es terrible. Si ese es un recurso que se tiene catalogado como un recurso estratégico, el país debería manejar su explotación con rigurosidad, y no lo está haciendo. Como ha sido desde hace muchos años, el Estado está recibiendo una cantidad mínima con respecto a lo que está produciendo realmente, porque se va por los caminos verdes, porque quienes están negociando con el Estado le dicen: “mira, aquí tienes cinco lingotes”, porque es el compromiso. Te dicen que de los cinco solamente se pueden entregar cuatro, pero tienes atrás unos diez lingotes que no los estás mostrando, porque no hay control. El control debe lograrse, pero para que lo logres tienes que tener tu laboratorio autónomo, llevar al que está explotando la mina y decirle: ‘dame lo que estás haciendo y yo voy a probar si lo que me estás reportando es lo correcto o no lo es’. Esa parte está muy débil”.

Y retoma la palabra para seguir dándole fuerza a sus argumentos:
–Quienes están negociando con el Estado se estaban llevando una tajada. Existe también una pequeña minería, esa pequeña minería está haciendo un gran trabajo. Nosotros apoyamos a la pequeña minería, hicimos, yo creo que el único trabajo de entrega de lotes para que ellos explotaran de manera racional. Fue producto de nuestro esfuerzo, porque nosotros le entregamos a Ingeomin el protocolo para que ellos ejecutaran la tarea, porque les dijeron ‘ustedes resuelven’, y ellos no podían en ese momento. Nosotros los apoyamos y resultó una experiencia bien bonita, porque hay todavía en el estado Bolívar como unas diez o quince organizaciones de pequeños mineros, que tienen sus minas otorgadas bajo ese servicio, en que se les hizo el trabajo geoquímico y ese trabajo permitió tener sus lotes y certificar cuáles eran las áreas para ordenar la explotación.
Vuelve al protocolo, a lo importante.
“El protocolo básicamente permite cuantificar, no andar así a ciegas”, prosige Mendoza. “El protocolo tiene tantas propiedades nobles que tú te preguntas, ¿y por qué el Estado no se ha servido de ellas? Es muy versátil. Amable con el ambiente. Hemos solicitado financiamiento para contar con el equipo y no tuvimos respuesta. Y eso que ellos mostraron interés, después quedó el vacío”.
