Alejandro Silva / Fotos: Candi Moncada
Esta victoria comenzó a forjarse poco antes de decretarse la llegada de la pandemia de Covid-19 al país.
Muchos proveedores internacionales dejaron de suministrar productos básicos para el funcionamiento del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel. Las trabajadoras de ese centro Greimar Ortega (TSU en Química y licenciada en Salud Pública) y Karelys Díaz (Ing. Químico) se adelantaron a lo que sería parte importante en el combate contra la pandemia, y apelando a sus conocimientos químicos adquirieron con sus propios recursos lo que llamaremos “la base”, que es alcohol absoluto, y produjeron gel antibacterial y alcohol con las proporciones correctas para eliminar el virus. Ellas tenían muy claro que estarían en contacto directo con el Covid y esta producción, que en principio se hizo con cuatro litros de alcohol “base”, ya con la pandemia en pleno en todo el país, creció exponencialmente debido a que se convirtieron en el sitio en el que todas las dependencias de la Universidad Central de Venezuela iban a proveerse para evitar contagiarse.
Pero el Instituto enfrentaba otros problemas de mayor gravedad. Son de suma importancia los procesos de higienización y esterilización en un centro de esta envergadura. Entre la pandemia y la escasez de insumos, comenzaron a acumularse los envases que se utilizan para hacer la pruebas y mezclas a los que se dedican en la institución. Es lógico pensar que si no están totalmente higienizados y esterilizados, cualquier muestra o material que se procese en estos envases especiales no servirá, pues estarán contaminados. Los trabajadores optaron por proponer una solución. En este punto se unieron para enfrentar el problema el médico veterinario Manuel Moya, la licenciada en Biología Marisol Márquez Laya, el TSU en Química Industrial Michel Barreto, la TSU en Química Industrial Vanderlin Cumana y el Químico Oswaldo Graterol, junto con el resto del personal de la institución, y se lanzaron a la aventura de producir una solución jabonosa sin fragancia ni color, pero con las medidas exactas para poder higienizar todos los envases que no se habían podido utilizar y que eran necesarios para enfrentar los retos de dar respuestas al país por los embates del Sars-cov 2 y otros problemas de higiene. Superado este nuevo obstáculo con unos tutoriales y los conocimientos en química de varios de los trabajadores del equipo, se prepararon para enfrentar el reto más delicado.

El medio de transporte viral
El percance planetario de la pandemia fue el gran reto de 2020, pero no fue el único; ya entonces teníamos tiempo tratando de sortear un bloqueo y unas sanciones que espantaban a los surtidores de suministros. Nuestro país contaba con pocos aliados a nivel internacional dispuestos a suplirnos de insumos vitales para el funcionamiento de ciertas áreas, entre ellas la del sector salud. Uno de estos países con los cuales mantenemos un convenio de cooperación es China, país del que recibíamos, por ejemplo, lo que se conoce como medios de transporte viral. Pero debido a la veloz expansión del Sars-cov 2 en China, y por la cantidad impresionante de habitantes que posee el país, se dedicaron a cubrir su demanda interna, por lo que no pudieron exportar hacia Venezuela ese insumo vital en el combate de la pandemia.
El Instituto Nacional de Higiene fue uno de los entes principales en recibir, proveniente de todo el país, muestras para ser analizadas y confirmar o descartar la presencia del Sars-cov 2 a través de ellas. Pero este proceso de análisis, en principio por la carencia del “transporte” que ya no podíamos importar desde Asia, se hizo peligrosamente lento. El transporte viral no es más que un frasquito pequeño que contiene un líquido llamado Solución de Hans, y que cumple la función de preservar la muestra obtenida desde su origen hasta el instituto de destino sin que éste presente variaciones, lo que da como resultado que se va a analizar una muestra segura que dará los resultados correctos. Ante esta situación se activó nuevamente la capacidad de enfrentar y solucionar situaciones adversas del equipo de trabajadores y trabajadoras.

Partieron del análisis de la Solución de Hans; ésta se compone de sales y otros elementos que por sus conocimientos en química ya tenían identificados, porque ellos habían trabajado anteriormente con este y otros transportes virales. A estas sales le agregaron suero fetal bovino y antibióticos, y después de los experimentos de rigor lograron reproducir un “transporte” efectivo y funcional para hacer llegar, de todas partes del país, las pruebas de sars-cov 2, lo que influyó en análisis con poco margen de error y en un combate más efectivo de la pandemia. Pero este logro fue solo el principio.
El Instituto no contaba con los tubos para depositar los 2 ml. de la solución, así que en este punto la participación del Ministerio del Poder Popular para la Salud fue vital en cuanto que aportó los recursos para ello, pero fueron los trabajadores quienes consolidaron un equipo perfecto y comprometido con salir adelante con esta situación. Al principio el proceso de llenado se hizo de manera manual; los trabajadores, debidamente vestidos con la indumentaria que se requiere para este tipo de trabajo que se ejecutan en lo que llaman “Cabina de Seguridad Biológica”, llenaban uno por uno cada tubo con la cantidad que se necesitaba, esfuerzo que requería de varios turnos llegando a llenar unos 10.000 tubos de medios de transporte viral en un mes. Se dice fácil, pero que es una labor agotadora.

Pero ante el éxito y lo necesario de este desarrollo, nuevamente el MPPPS intervino y logró proveerles una máquina dispensadora que tiene una capacidad de llenado de unos 2.000 medios de transporte en poco más de una hora. Esta sustitución de importación de esta sustancia fue sin duda alguna uno de esos esfuerzos silenciosos que aportaron mucha fuerza al país en la lucha contra la pandemia, realizado por un pequeño grupo de trabajadores dispuestos a dar y a ganar la pelea.
Si bien ésta no es la única historia de desarrollos hechos en el país en el que se logra solucionar situaciones producto de la escasez generada por el bloqueo, la pandemia y otros problemas, sí es una historia más de dignidad y lucha de los trabajadores y trabajadoras que desde su trinchera de batalla, sin tomar en cuenta el tiempo, la división de sus funciones y otros formalismos laborales, hicieron de lo extraordinario lo común; historias de lucha que son mucho más comunes y frecuentes de lo que nos enteramos.

La importancia de este desarrollo debe ser tomada en cuenta y se deberían realizar los esfuerzos necesarios y las articulaciones para convertir este medio de transporte viral hecho en Venezuela, en un producto de exportación, porque se debe puntualizar que no solo sirve para transportar el sars-cov 2, sino muchos otros virus y muestras que requieren ser trasladadas, o sea que su importancia como logro nuestro es incalculable y 100 por ciento exportable.
