Inicio Opinión y análisis El violinista del páramo

El violinista del páramo

por Jose Roberto Duque
660 vistos

Yusdely Espinoza

El sonido del viento jugando con las hojas de los árboles, la danza suave de los frailejones y el susurrar del silencio que emite la neblina en una tarde húmeda y fría, han sido la inspiración para el violinista Silverio Espinoza Balza, para deleitarnos con su fiel acompañante, el violín. Por medio de él expresa todo el sentimiento que esconde en su corazón.

Ha tenido una gran recorrido musical, desde muy jovencito lo atraparon los instrumentos de cuerda. Cada día era una atracción mayor por la bandolina, el cuatro, la guitarra, el violín. Cuando contaba con sólo 8 o 9 años de edad (si no fue antes) se fabricó su propio violín con una lata de sardinas y cuerdas de pescar, justo en ese momento comienza su gran camino en el mundo de la música y aún sigue en su andar.

Este hombre tan talentoso actualmente vive en Mitivivó, la tierra que lo vio crecer. Años atrás estuvo fuera de sus montañas vestidas de frailejón, viviendo nuevas experiencias para mejorar su don. Hoy esos recuerdos le mueven su corazón, feliz porque dejó el nombre del páramo en lo más alto de la cumbre, tuvo el privilegio de compartir en grandes grupos musicales en Barquisimeto Lara, en donde vivió varios años entre artistas y artesanos. siendo una gran escuela para él. Aprendió de excelentes músicos como Pastor Jiménez, Marcial Perozo y Ricardo Mendoza entre otros, llegó a participar junto con ellos en distintos eventos y concursos.

Antes de tomar la decisión de irse de su encantador pueblo, tenía un grupo musical conformado por sus hermanos y primos, llamado “Brisas del páramo”. A los 24 años de edad ya tenía su primer L.P., llamado Primavera, y hoy después de varias décadas que han pasado y todas las responsabilidades que han tenido y siguen teniendo como padres, abuelos y esposos conservan el grupo musical, en el cual se van integrando hijos, nietos y primos; a todos los contagiamos con este arte tan maravilloso.

Los llaman Los Hermanos Espinoza, los contratan para eventos culturales, fiestas privadas como matrimonios, bautizos, cumpleaños, paraduras, fiestas de la iglesia católica. Siempre los tienen presentes.

Ha ganado los primeros lugares en distintos festivales de violín por toda Venezuela y ha grabado varios CD. El señor Silverio, es un personaje muy particular, es muy agradecido, se siente muy feliz por todas las cosas que ha realizado en su vida, especialmente la música, porque a través de ella ha conocido varios lugares de nuestra Venezuela, ha compartido con muchas personas de las cuales a todas las recuerda con mucho cariño. Además ha aprendido otros géneros musicales venezolanos, ha podido ayudar a su familia, ha cumplido su sueño: grabar su propio CD.

Por medio de la música ha conservado parte de nuestra tradición andina musical con los instrumentos de cuerda; no son los instrumentos de nuestros originarios, son instrumentos que llegaron con la colonia, pero pasaron con el tiempo a formar parte de nuestras tradiciones andinas y hoy se conocen como música tradicional andina. Y él ha sido conservador y divulgador de esta tradición musical. Ha recibido varios reconocimientos entre ello, el de Patrimonio Cultural, por su gran recorrido musical.

Formó su propia escuela formativa educativa de música para niños, niñas, jóvenes y adultos, pero especialmente dirigida a los niños y niñas. Este hecho llama mucho la atención, porque quiere dejar esa semilla musical en la juventud de la comunidad. Se dispone todos los viernes y sábados a enseñar a los chiquitines, son dos días sagrados para él, está muy comprometido con esta hermosa labor sin costo alguno, (solo una pequeña colaboración para el pasaje y comer algo cuando va a Mucuchíes o la comunidad de La Toma) el día viernes se dirige a Mucuchíes en el gimnasio Padre Velas, en donde le cedieron un espacio para impartir sus clases y en La Toma es el otro lugar donde enseña los días sábados en la posada María Laura, su dueño el Sr. Francisco Ramírez le apoya prestándole un espacio para sus clases.

Los forma en los instrumentos de cuatro, violín, guitarra, bandolina y maracas, sin olvidar el canto también.

Además de su acompañante fiel: el violín, tiene un ser muy muy especial que siempre está con él, su nieta Ana Virginia de 16 años edad, quien viene acompañándolo desde su niñez, esta linda jovencita toca el violín a la perfección.

Han ido juntos a eventos, también se han ganado los primeros lugares, participan en distintas actividades culturales y ambos conforman la escuela formativa educativa de música. Aparte de ser su nieta, es su asistente, colega, organizadora, acompañante, suplente… es su todo, su vida y su mano derecha. Es una relación muy especial que se puede observar y sentir cuando están juntos.

Ana Virginia, desde muy niña, también se integró a la escuela de música de la orquesta infantil y juvenil del Edo. Mérida, con núcleo en Mucuchíes. Aportando desde este núcleo su participación en para el Record Guinness, de la orquesta más grande del mundo para el año 2021. Allí su abuelo también indirectamente se gana su reconocimiento.

Es relevante dar a conocer un poco sobre la vida de este músico andino paramero, pues nos lleva a detenernos un poco y a degustar todo lo que implica el arte de la música. No es únicamente ganarse los primeros lugares de un evento, es tener la sensibilidad y el compromiso de dejar que la melodía perdure en nuestros oídos y corazones.

El proyecto de escuela formativa educativa de música, nace para no dejar perder en el tiempo este tipo de melodías, dejar latente en cada corazón la semilla de la vida, de la vida por el arte musical, por la sensibilidad que se ha ido perdiendo muy silenciosamente y está tratando de armar un caparazón en las almas vivientes de nuestros paramos. Apoyar esta idea que ya se transformó en hechos desde hace meses nos garantiza un presente y un futuro pleno en nuestra sociedad, porque serian cada vez más los artistas músicos que se regarían por todo lados.

Para algunos puede ser pérdida de tiempo o simplemente piensan que con eso no se llega muy lejos, es una utopía, pero para nuestro músico Silverio, es más que eso, es una verdadera realidad y muy tangible, pero que primero hay que soñarla.

Como la neblina que parece una breve ilusión, se ve venir pero no se puede agarrar, sin embargo se siente como acaricia el rostro, hace extender el frio por nuestro cuerpo y deja su señal de existencia en gotitas mínimas de agua. La neblina es toda una realidad, porque no se pueda tener entre nuestras manos, no quiere decir que es una alucinación.

Regar la máxima cantidad de semillas, nunca guardar lo que se sabe, que en su momento germinará.

Este es el mensaje que nos dejan el maestro Silverio, su nieta violinista Ana Virginia con su emprendimiento de escuela formativa de música.

Compartir:

Deja un Comentario