Éder Peña
¿Todas las cosas tienen alguna estructura que las defina o existen por azar y caos? Hace poco menos de 50 años un matemático desarrolló una teoría que muestra cómo se rigen por ciertos “códigos”: auto-semejanza, repetición y escala.
Benoit Mandelbrot (1924-2010) acuñó el término “fractal” y se enfocó en derivar un desglose puramente matemático de las estructuras que encontramos en la naturaleza. Se refería a un objeto geométrico progresivo que, a partir de un patrón de repetición y escala numérica, reproduce ciertos comportamientos en la naturaleza (y su aparente caos).

El mundo estaba siendo explicado geométricamente a partir de líneas, círculos, conos, esferas cuando en realidad es áspero e irregular, pero también repetitivo y progresivo tanto en geografías y paisajes a gran escala (ríos, costas o montañas) como en organismos. Sean estos recientes como los árboles, antiguos como los helechos o alucinantes como las nubes, rayos o la nieve.
El fronde del helecho macho (Pteridium aquilinum) exhibe una clara geometría fractal. Sus hojas grandes, divididas regularmente, se despliegan y crecen hacia afuera, y cada pabellón es similar en estructura a todo el fronde, y cada pabellón, la unidad más pequeña, es similar al pabellón auricular, aumentando en gran medida la cantidad de energía capturada por el organismo.

Decía Joseph Fourier (1768-1830) que “el estudio profundo de la naturaleza es la fuente más fértil de descubrimientos matemáticos”, esto ha sido utilizado por Darrin Qualman, investigador estadounidense, para estudiar la idea de “colapso fractal” y ayudar a comprender que una sociedad, una economía, un sistema político o una civilización pueden no “caer”, sino más bien quedar marcadas y debilitadas, atravesadas por microcolapsos.
En medio de esta crisis civilizatoria, que también es de sentido, las partes del sistema fallan, en varias escalas, pero el sistema, en forma disminuida, continúa. Aun cuando vemos que las ganancias de los más ricos aumentaron de manera impactante en medio de la pandemia global, el colapso es múltiple, iterativo y repetido a través de escalas: es fractal.

Esta imagen es el triángulo de Sierpinski o “junta”, la forma original desarrolla más agujeros y pierde área, pero no desaparece, sus contornos siguen siendo evidentes. Algunas partes pueden expandirse y prosperar, mientras que otras partes pueden marchitarse o fallar. Sin embargo, la línea de tendencia general puede no ser ascendente, sino descendente. “Nuestro futuro puede no ser un choque de trenes, sino más bien un deterioro lento”, dice Qualman
¿Podremos multiplicar las iniciativas y alternativas de manera múltiple, iterativa y repetida a través de distintas escalas de agregación? ¿Serán la comuna, el movimiento, el colectivo, la junta, el grupo o la cayapa los que llenarán esos espacios?
Podemos aprovechar el tiempo y dibujar alternativas tan aterrizadas como audaces, en las que podamos pensar haciendo y germinar desde lo pequeño como la vida misma.