En Carubarigua (entre Lara y Falcón) el debate fue sobre y entre ecofogones
Éder Peña / Fotos: Franklin Perozo
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Por fin se realizó un encuentro que se tuvo que haber efectuado el fin de semana en que el gobierno nacional llamó a cuarentena radical en 2020. La comuna Carubarigua del municipio Colina del estado Falcón, en particular la comunidad de Guaybacoa, recibió a 72 personas los pasados 1 y 2 de julio para realizar el I Encuentro de saberes comuneros de Ecofogones Lara/Falcón.
El encuentro consistió en socializar el conocimiento y la innovación en torno al fogón de leña. Así lo explicó al inicio de la actividad la comunera Xiomara Pirela, moderadora del encuentro, al dar la bienvenida a las diez comunas y seis instituciones participantes. Desde el inicio quedó claro que no se trataba de una actividad puramente explicativa de una tecnología sino centrada en analizar al fogón como herramienta para la vinculación del quehacer comunitario y de transformación social.
“La tecnología no es un fin en sí mismo, está en las mentes”
Así lo dijo en una plenaria el caraqueño, reconvertido en caroreño, Ignacio “Nacho” Alzuru del Centro para la Gestión Tecnológica Popular (Cetep), quien relató las experiencias populares que prendieron el fuego (mejorado) que ya tiene más de 30 años incendiando conciencias, que luego incendian otras.
El fogón de leña mejorado es una variación del fogón tradicional que funciona, a decir del Vicerrector de Desarrollo Territorial de la Universidad Politécnica Territorial “Alonso Gamero” (Uptag), ingeniero Víctor Piñero, como una máquina térmica en la que se quema la leña con un proceso de combustión controlada que disminuye la emisión de humo y la pérdida de calor por otro lado que no sean las hornillas.
El profesor Heberto González, jubilado de la Uptag y comunero, explicó que el modelo original de fogón mejorado, llamado “Guayapa”, es fabricado con adobes compuestos de barro, paja, algo de piedra y cemento. Por cierto, también se han desarrollado aparatos para la elaboración de bloques de adobe. Además el aparato posee unas tapas de hierro colado con anillos concéntricos, aunque la propuesta de los pobladores de Guaybacoa fue realizar un vaciado en la parte superior con unos huecos del tamaño de las ollas que llevan unas tapas de barro en las hornillas que no están en uso.
Otros modelos incluyen un horno que es implantado entre los bloques de adobe con un espacio de unos 5 a 7 cms para que fluya el calor por ambos lados y el fondo, pero no tan rápido. Se utilizan para otro modelo unos refuerzos metálicos en la tapa superior que, sorprendentemente, no se agrieta por el efecto refractario (antiparabólico al calor) del barro.
En la parte interna se coloca la leña en una parrilla de metal o unas barras de adobe que llevan debajo un depósito para la ceniza que debe ser retirada frecuentemente.
El rector de la Uptag, Rafael Pineda, lo mismo que Piñero y González, han desarrollado talleres comunitarios para mejorar el desempeño de los fogones, enfatizando en el uso de las puertas que controlen la entrada de aire y, con ello, la duración de la leña. También en el mantenimiento y limpieza para evitar la acumulación de hollín y cenizas. Éstos pueden ser reutilizados de distintas maneras como abono, jabones y otros.
Desde la Uptag se vienen desarrollando espacios de transferencia de tecnología apropiada y apropiable en las comunidades que incluyen el uso de materiales de la tierra para la vivienda, o “tercera piel” como le llama Piñero, y el fogón como complemento de la misma. Sus iniciativas apuntan al entorno y al uso al máximo de un bien común como la leña, parte de la biomasa vegetal. También se ha insertado en espacios urbanos pero lo más difícil es hallar la leña, en los laboratorios de la Uptag se desea investigar sobre la elaboración de briquetas, que es una biomasa energética que puede elaborarse con desechos como cartón de huevos o aserrín compactados.
Muchos han sido los focos del incendio fogonero, uno fue el Cetep, fundado en 1988 por personas con experiencias provenientes del movimiento cooperativo y de Fundacite Lara, desde donde conocieron las tecnologías populares y cuyo conocimiento nutrieron de la vinculación con gente de otros países que hacía este tipo de trabajo sociocomunitario.
Estos activadores se dieron cuenta de que, en muchos grupos populares dedicados a hacer cosas concretas, lo tecnológico era un factor de limitación del desarrollo de algunas iniciativas, por ello Cetep se dedica a la gestión tecnológica, “no busca saber de todo ni decirle a nadie que saben de todo” advierte Alzuru a la vez que afirma que su misión es buscar al que sabe y ponerlo en contacto con quien necesita resolver problemas concretos, todo en medio de una relación respetuosa, cordial y democrática.
Al fragor de la reexistencia
Las tecnologías apropiadas tienen como ventaja que se puede innovar sobre ellas y se puede dar un diálogo de saberes, cada persona que recibe un taller debe ser un elemento multiplicador en su territorio. El impulso de esta y otras tecnologías da lugar a una soberanía que respeta las culturas locales y ofrece la oportunidad al pueblo de resistir (o reexistir).
Desde el primer chispazo se definió como objetivo, entre otros, colaborar en disminuir el uso de la leña, aun cuando los “ecologistas de oficio”, como les llama Alzuru, criticaban la técnica sin conocer la cantidad de enfermedades que disminuían ni los ahorros en biomasa vegetal quemada con respecto al fogón tradicional.
Se hicieron medidas en Villanueva (Lara) y en Caritupe (Falcón) para saber el gasto de leña por peso de alimento cocinado y el fogón mejorado generaba un 30% de ahorro con respecto al tradicional. Esto coincidió con la literatura de ensayos realizados en otros países.
El fogón asocia los tres elementos fundamentales de la vida que son agua, tierra y energía, en el encuentro se compartieron relatos y experiencias de comunas que se han empoderado de la construcción del fogón. Se habló de los primeros contactos en los que Cetep y la comunidad de Guayapa, en el municipio Petit (Falcón), se encontraron con la necesidad de las familias de cocinar de manera más sana y eficiente en el uso de la leña.
Cuenta Edgar Olivet, quien habita en dicha comunidad, que el saldo organizativo en torno al fogón de leña mejorado les sirvió a los líderes comunales de hoy “para aprender a vincularse a la comunidad, se despertó el interés comunitario para la autogestión y la liberación que permitiera transformar la realidad”. Agrega que se fueron construyendo en lugares visibles, hogares con acceso de la comunidad como instalaciones demostrativas y que la gente se organizó en cooperativas de ahorro para comprar los herrajes que eran fabricados en Lara.
Alzuru y Olivet coinciden en que lo extraordinario de la experiencia fue que no había que empujar a nadie sino la motivación era mutua y fue fortalecida por el método “de campesino a campesino”.
Desde el paro petrolero de 2002 los grupos organizados se activaron para dar respuesta a las comunidades y se generaron unos modelos de fogones que ayudan a contaminar menos y a usar lo que se tiene a la mano, se han buscado soluciones prácticas inmediatas pero con respeto a la cultura de cada comunidad y amoldándose a las necesidades de la gente. Hoy en día son pocos los elementos industrializados y de desecho que se usan. Los cursos de construcción están basados en la simplificación de la técnica constructiva por lo que, entre ensayo y error, se fabricaron entre 50 y 100 fogones en Guaybacoa que comenzaron a ser el centro de la familia.
La experiencia en Petit y otros cuatro municipios de la Sierra de Falcón impactó en más de 50 comunidades desde 1995, pero también apoyaron procesos en Sucre, Monagas, Lara y Trujillo, algunos comerciantes requirieron de la instalación de fogones. El proceso se vinculó a la reforestación y se hicieron viveros comunitarios para la reproducción de especies forestales que pudieran ser sembradas en áreas degradadas. También se facilitaron talleres de alimentación sana y medicina natural con gente de otros espacios, se estableció una visión integral de la comunidad que trascendió al fogón.
Como contraparte a un modelo de conocimiento que se alinea con las fuerzas dominantes para acelerar la acumulación capitalista es importante formarse para elevar la conciencia, afirma Piñero quien propone mirar tanto lo mejor como los errores del pasado y pensar localmente.
Miguel Sabala, investigador del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), ha hablado respecto a la centralidad del fuego en la historia falconiana, afirma que en los yacimientos arqueológicos hay evidencias de fogones y del uso del fuego como utilitario (ritual y uso común) y para alfarería. También los fogones en forma de antorchas, y ubicados en lugares altos, se utilizaron como medio de comunicación para la navegación por parte de pueblos indígenas como el caquetío. El espacio territorial incluía a tierra firme y las islas de Aruba, Curazao y Bonaire, explica agregando que se han hallado marcas del fuego y piedras acomodadas alrededor como base del fogón.
“Mi fogón es mi hogar”
Así respondió, según cuenta Pirela, una vecina de la comuna a otro vecino que le llamó “prehistórico” a su fogón y criticó su uso.
Olivet, por su parte, fue claro en afirmar que una clave vital de la experiencia fogonera ha estado en que no se identifican con procesos en los que se establecen asambleas, actas y organizaciones “pa ver qué hacemos” sino con involucrarse en un trabajo continuo, ver las realidades, tocarlas, analizarlas, producir resultados y luego decidir la organización. Se trata de juntarse en cayapa para hacer cosas, dejar que la organización nazca de los intereses y de la experiencia.
Otra dimensión del método es trabajar en medio de un proceso con pasos concretos: Hacer, reflexionar y volver a hacer. El fogón tiene impacto político y también social porque siempre se está innovando, beneficia la higiene de la casa e involucra a la familia. Rosa Navas y Ramón Pulgar son una pareja comunera que decidió instalar un fogón debido a la escasez de gas, conocieron la técnica a través de la Uptag y lo utilizan para hervir el agua de beber, pelar el maíz y preparar el mojito de pescado.
En cuanto a lo cultural, la comunera y coordinadora de vinculación sociointegral de la Uptag, profesora Erika García, afirma que hay ataques desde personas enajenadas y alienadas que denostan del fogón y lo menosprecian por “anticuado”.
Comenta que evidentemente es más cómodo tener gas comprimido en bombonas, pero no hay que perder de vista el tema geopolítico. Está clara que estamos en una guerra global que nos afecta, aun siendo un país con grandes reservas naturales, por lo que el fogón ha sido útil para combatir a esos ataques que ya han ocurrido.
Su fabricación fue reimpulsada por el reciente asedio económico contra Venezuela que comenzó en 2014, este aparato, que es casi como una cocina y puede diseñarse al gusto de quien lo va a usar, ha regalado unidad en medio de las dificultades. García está convencida de que hay gente feliz por poder resolver sus necesidades energéticas, que se siente liberada y diseña los implementos para hacerle mantenimiento con seriedad y disciplina. Además plantea lo necesario que es entender el proceso de volver a la convivencia y el trabajo en equipo en torno al acto de comer, proceso que ha acompañado la Uptag.
A este respecto las vecinas y vecinos de Guaybacoa innovaron en aspectos ya comentados y ello les ha permitido avanzar en iniciativas hasta económicas como la fabricación de dulces, panes y sopas mientras que el alcalde del municipio Colina, Rubén Molina, afirmó lo estratégico del diseño incluso para políticas sociales como las casas de alimentación que han contado con la participación del poder popular organizado para la construcción de fogones mejorados.
Por su parte las instituciones involucradas se proponen apoyar a grupos populares para que mejoren sus condiciones de vida a través de tecnologías sencillas, todas tienen su método de inserción comunitaria basado en enseñar a un grupo de gente cómo se elaboran y mantienen los fogones, también cómo llevar la técnica a otras personas, desde hace algunos años en Cetep ha publicado folletos sobre su fabricación y otra sobre el mantenimiento de los mismos.
Para las comunas que participaron es clave el fogón de leña mejorado para sus planes de desarrollo comunal y los planes productivos insertos en ellos, mirar al futuro permite tener claro el horizonte de sentido que se construye en colectivo y que incluye a jóvenes y niños, a quienes se han propuesto incluir de manera más clara.
La simplicidad de los procesos ha sido otro éxito que se han planteado mantener para evitar relaciones de dependencia, de ello deriva que se incendien las conciencias.
1 comentario
Me encantó este artículo de los fogones, nosotros también somos una chispa fogonera del Municipio Valdez del Estado Sucre