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El CIEPE y la agricultura limpia (y algo sobre la otra)

por José Roberto Duque
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Una institución de preocupante origen acaba de cumplir 49 años. Su nuevo rumbo propone una ruptura de paradigmas

José Roberto Duque

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En sus inicios, las siglas CIEPE significaban Centro de Investigaciones Experimentales para la Exportación. De 1973 data la inauguración de su sede, aunque el lobby industrial que promovió su concepto hasta convencer de su pertinencia al gobierno de Rafael Caldera comenzó en 1969.

Eran los industriales en acción; nadie se atrevía entonces (y aun ahora) a discutir la idea rectora que se convirtió en misión e intención públicamente difundida: promover la investigación agroindustrial para diversificar las exportaciones de este país monoexportador. En estos días ya estamos en condiciones de olfatear alguna intención no tan nítida. A favor del sentido del “olfato” (el político) opera un dato central: la Corporación Venezolana de Fomento contrató a un consorcio israelí (Internacional Food Industries Development) para ajustarle tuercas y conceptos a su programa agroindustrial, y de esos conceptos y planificaciones nació el CIEPE original. Ya ese solo hecho hace innecesario cualquier otro comentario al respecto.

Transcurrieron las décadas, y un muchacho que para entonces era apenas un preadolescente, y que seguramente le pasó por un lado a ese edificio en construcción en San Felipe, sin saber qué era, se convirtió con los años en presidente de esa entidad. Al pasarle por el mero centro el huracán llamado revolución ese organismo sufrió mutaciones, lo mismo que todo el país. Ese ya no tan preadolescente será quien cuente y comente ahora sobre el CIEPE, que ahora es una Fundación y se llama Centro de Investigaciones del Estado para la Producción Experimental Agroindustrial, conservando las siglas.

Foto Candi Moncada

Hacia una agroindustria comunal

Trino Barreto, ingeniero agrónomo con posdoctorados en materias como Políticas públicas, Educación y Seguridad y Defensa de la Nación, presidente de la Fundación CIEPE desde 2018, habla sin filtros y a quemarropa de las cosas que no han terminado de morir mientras nacen (o parimos) las nuevas. Sabe que hay un modelo agrícola que está haciendo aguas en todo el mundo, concentrado en producir plata en vez de concentrarse en producir comida, y que la visión de la realidad y buena parte del ordenamiento jurídico en Venezuela todavía están atrapadas en esa telaraña-paradigma. 

Entiende, por ejemplo, que el modelo agrícola basado en monocultivos dependientes del uso de agroquímicos niega, agrede y contradice el sistema o modelo conuco, que es el que se adapta a nuestra realidad tropical. “Cuando se hizo el registro de los productores (RUNOPA, Registro Único Nacional Obligatorio de Productores Agrícolas) éstos no podían declarar que se dedicaban a sembrar varios rubros, había que inscribirse como productor de uno solo. Por cosas como esa es difícil zafarse de un modelo monocultor dependiente de los agroquímicos; tenemos un desfase, incluso jurídico”.

Barreto despliega el análisis (todo esto, antes de comenzar la entrevista más o menos estructurada que le teníamos reservada) en un recuento de las cosas que no terminan de “encajar” en las necesidades y urgencias actuales: “La ciencia y la tecnología no han llegado al campo. Seguimos produciendo papers, pero el campesino sigue haciendo brujería para combatir el gusano cogollero. El problema no es la producción sino la distribución: no hay transporte, faltan centros de acopio. Tenemos un problema jurídico, no hemos entendido nuestra realidad tropical. Las leyes prácticamente nos obligan a comer carne de vacuno. Te prohíben comer venado, lapa. Cazar estas especies es un delito, y si las crías en cautiverio está prohibido matarlas, porque son especies silvestres, entonces hay que hacerlo a escondidas”.

Como antes de ir a su encuentro nos enteramos de que el CIEPE anda dedicando esfuerzos al fomento de la cría de ganado ovino y caprino, y además supimos que en 1983, cuando el viernes negro, Barreto estaba haciendo su tesis sobre un conuco mecanizado, insertamos una pregunta a ver si se enfocaba ahí la disertación:

–Entonces Trino Barreto piensa de esta manera, pero le tocó dirigir una institución que debe fomentar la agroindustria. ¿Cómo está lidiando su equipo con eso? ¿Cómo se concilia la agroindustria con el conuco?

–Es que la industria no es solo la gran industria. Hay una agroindustria rural que nos hemos propuesto potenciar. Enseñamos a la gente a preparar salsas de tomate, a procesar varios rubros. Hay incluso una industria comunal. A una gente de Aroa que tiene unos mataderos la enseñamos a hacer embutidos. Tenemos un plan que es tranformar las plantas de traspatio en negocios. Si tienes tus matas de guayaba te enseñamos a hacer mermeladas; con el mango se produce jalea. El CIEPE forma a la gente para que aproveche lo que tiene.

–¿Se produce a gran escala lo que hacen familias y comunidades?

–No, tenemos una planta para envasar, es una planta experimental, no es una planta de producción. Tenemos unidades de estudio de fermentación y estamos en capacidad de formar personas para que cree productos a partir de la fermentación. Pero el objetivo del CIEPE ha sido siempre investigar para la producción, no producir masivamente. Es decir, si nos proponen producir una cerveza la misión no es fabricar 300 mil cajas, fabricamos una sola cerveza. Y otros se encargan de producir masivamente.

Foto Comunicaciones Ciepe

De la historia antigua del Instituto, Barreto recuerda que este centro de investigaciones para la industria lo manejaban los industriales, y que en sus laboratorios nacieron o fueron creados productos que luego se hicieron famosos o de amplio consumo. Por ejemplo, la cerveza clara (llamada light) se creó en el CIEPE; también la bebida Lactovisoy (popularizada en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez), todo un ícono de generaciones de hace décadas. Todo esto se hizo de manera silenciosa y a la sombra. Países como Japón no aceptaban cacao y otros rubros que no fueran referenciados por el CIEPE. 

La amenaza del ganado vacuno

Una de las líneas de investigación apunta hacia un objetivo que Barreto considera crucial, no solo para el país sino para una tarea urgente de la humanidad: “Estamos empeñados en contribuir con la reducción del consumo de carne de vacuno. La ganadería estuvo hasta hace poco en el cuarto lugar entre las principales causas del calentamiento global, ya está de tercero. Fábricas, automóviles y ganado vacuno, en ese orden. En el planeta hay más vacas que seres humanos, y producen uno de los gases más tóxicos de efecto invernadero, el metano. Estamos trabajando para estimular la cría de caprinos y ovinos”. 

–¿Es posible cambiar ese paradigma?

–Es posible cambiarlo, y debemos hacerlo o intentarlo. Somos un país tropical, y las vacas no lo son. Para criar ganado arrasamos en el llano colombo-venezolano con miles de hectáreas de bosques de galería, que antes era característico de la región y ahora es una rareza. 

–¿La cría de conejos es una alternativa?

–Es más eficiente y conveniente la cría de rumiantes, que son animales que pueden alimentarse de la vegetación que encuentran. El problema con los no rumiantes es que su cría se ha basado en el alimento concentrado importado.

No solo en la carne de consumo está enfocado el CIEPE. Uno de sus proyectos clave es el desarrollo de una Fórmula Láctea Infantil a base de leche de cabra, “que se parece más a la leche humana que la de vaca. Queremos darle un valor agregado a la materia prima leche caprina, enriquecida con vitaminas y minerales. Podemos aprovechar derivados lácteos que, por su bajo contenido en lactosa, puede ser utilizado como alimentos para aquellas personas que padecen intolerancia al azúcar de la leche”. 

“Un pote de leche cuesta entre 50 y 80 dólares, y dura uno o dos días. Estamos en condiciones de producir una fórmula que, una vez envasada, se pueda vender en un máximo de 20 dólares. Como una persona que gana salario mínimo no está en capacidad de comprar esta fórmula, la propuesta es asumir la producción e incluirla en el plan Madres del Barrio”.

Siete es más que 30

Para Trino Barreto es importante ilustrar y tomar ejemplos del entorno cercano para explicar el drama del modelo que se quiere superar. Nos muestra en la sede de San Felipe un corte de maíz, en cuyo entorno puede verse alguna vegetación entre las plantas. Cuenta que algunas personas ven el pequeño sembradío en esas condiciones y comentan que esa siembra está descuidada; la imagen del cultivo “exitoso” es una en la que se aprecian los surcos libres de toda vegetación que no sean el rubro a cosechar. Una siembra de lo que sea en la que hay “maleza” sugiere abandono.

Foto Comunicaciones CIEPE

–Yo lo que veo es un cultivo limpio, con mínima labranza. Nos han dicho que “eso está enmontado”, pero para que crezca esta planta no tienes que arrasar con toda la vegetación que hay alrededor. Si tienes un cultivo cero labranza, cero químicos, el rendimiento que vas a obtener va a ser mayor que en una siembra con criterios comerciales. Prescindiendo de los agrotóxicos, la contaminación, disminuyes los costos. Es el mismo caso de las vacas Carora versus las Holstein: las primeras producen 7 litros y las Holstein 30 litros, pero las raza Carora no necesitan alimentos importados, las otras sí. Entonces la inversión para obtener esos 30 litros es mayor que la que necesitas para obtener 7. Con el sistema basado en agroquímicos tal vez producas siete mil kg por hectárea. Con este sistema, 3,5. Pero con la mitad del gasto. Así vamos en todos los aspectos. No nos hemos liberado del modelo agrícola industrial.

Trino Barreto insiste en que la agricultura figura en el sector económico, cuando debería estar en el sector social. “El problema se inició cuando los agricultores dejaron de producir comida para producir plata; la agricultura es un negocio. La constitución habla de seguridad alimentaria y no de soberanía alimentaria”. Y no deja de agregar acotaciones y reflexiones sobre el fondo de los problemas: “La alimentación tiene 3 dimensiones: sicologica, cultural y biológica. La demanda orgánica de alimentos es importante, pero no lo es todo. Tienes la dimensión cultural: qué has comido. Y la dimensión sicológica: que aceptes y te guste lo que comes. Varios pueblos originarios nuestros comen unos bachacos con altas propiedades nutricionales. Pero no se le puede imponer a un país el consumo de bachacos, porque culturalmente lo va a rechazar”.

Sobre el futuro o los proyectos

En estos proyectos o planes anda el CIEPE en su 49 aniversario, entre otros:

Innovación y desarrollo del ganado ovino caprino

a.- Desarrollo de una dieta diferenciada para el ganado ovino caprino a partir de alimentos balanceados, gererados a partir de subproductos de la industria agroalimentaria regional.

Foto Candi Moncada

b. Desarrollo de una Fórmula Láctea Infantil de leche de cabra.

c. Determinar los parámetros de calidad de leche de cabra y sus productos derivados, en sectores agroproductivos de la región centro occidental. 

Fortalecimiento del conocimiento científico tecnológico, calidad y saberes tradicionales, en el sector alimentario del país

Comunalización de la ciencia, tecnología de alimentos, evaluación de la calidad, intercambio de saberes, socialización y formación especializada. Estudio sobre el fortalecimiento de las harinas de maíz precocidas que se producen en la región y en el país, con miras a valorar el alcance real del enriquecimiento y sus repercusiones en la salud de la población.

Semillero científico

Acompañamiento técnico y formación a escuelas y liceos del estado Yaracuy. En el municipio Bruzual se ha propuesto desarrollar una iniciativa conducente a la formación de una Agroindustria Escolar, para el aprovechamiento de rubros locales como raíces, tubérculos y frutas.


Desarrollo de semillas

A través de la Alianza Científico Campesina en conjunto con la CODECYT, la Fundación CIEPE se encuentra en pleno desarrollo de reproducción y ensayos analíticos de semillas de maíz, caraotas y papas, con la finalidad de apoyar a productores locales.

Agroindustria comunal

Acompañamiento técnico y actividades formativas a emprendedores y productores locales. 

Espacio de formación continua “Edgar Abreu Olivo”

Iniciativa pedagógica de carácter abierto y permanente. Es un espacio de encuentro de todo el personal CIEPE, investigadores, administrativos y obreros, desde donde se socializan reflexiones, estudios y debates sobre temas científicos y culturales.

Alianza con el Ministerio para las Comunas

Desarrollo de alimentos balanceados para animales monogástricos, con la finalidad de apoyar la producción del rubro proteínas en el estado Yaracuy.

Alianza con INSAI

Iniciativa de trabajo en conjunto con la finalidad de desarrollar estudios sobre sanidad vegetal y animal, para impulsar el sector exportación del país.

Ente acreditador

En este primer semestre, CIEPE eleva sus esfuerzos logísticos y de formación de su personal con la meta de lograr la acreditación por parte de SENCAMER que le permita convertirse en un ente CERTIFICADOR de Sistemas de Gestión y Procesos.

Comunidad de aprendizaje

En conjunto con la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, la Fundación CIEPE impulsa los procesos de formación de su clase trabajadora, a traves de la instalación desde el pasado mes de febrero de su propia Comunidad de Aprendizaje, donde cursan estudios personal de investigación, administrativos y obreros, a fin de alcanzar títulos de doctorado, maestría, ingeniería o licenciatura.

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2 comentarios

Gabriela 8 octubre 2022 - 19:33

Hola, ando tras un modelo práctico y eficiente de deshidratador solar para producir harinas a base de raíces, tubérculos y musáseas. Sigo revisando por algún artículo…

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Jose Roberto Duque 8 octubre 2022 - 20:05

Nuestro columnista Fredy Muñoz Altamiranda puede darle varias opciones. Le escribirá a su correo. Saludos

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