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Planeta plástico

por Éder Peña
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Aun cuando los medios dicen que “las actividades humanas” son las que generan la basura, lo cierto es que a nuestro sistema agro-urbano-industrial le es innato producir en exceso y, por ende, desechar en exceso. La disposición final de los plásticos es uno de los problemas ambientales más graves, hay al menos 7 islas de dicho material que es una pequeña parte de lo vertido, porque el 70% de los 8 millones de toneladas de desechos va a parar al fondo.

El fotógrafo Robert Carey captó a este tiburón ballena (Rhincodon typus) a punto de engullir una botella plástica producida para que terminara allí.

Al disgregarse por acción física del ambiente, los pequeños fragmentos de plástico se mezclan y fusionan con las microlgas y microfauna (o plancton) que regeneran la vida en los océanos y son la base de todas las redes alimentarias.

Es precisamente el plancton el alimento preferido por el tiburón ballena, el pez más grande del mundo que habita la tierra desde hace 60 millones de años. Viven en todos los mares templados y tropicales del mundo excepto en el Mediterráneo, su piel con lunares y líneas es un patrón único e irrepetible de manchas que evoca a un código QR, pero con un grosor de hasta 10 centímetros.

“Recuerda, se ven las caras pero nunca el corazón”, dice Rubén Blades en una canción que seguro ya olvidó. Dicen que la realidad es material y cultural, porque lo que tocamos no es toda la realidad, pasa con la gente que nos rodea y con el hábitat en el que nos movemos.

Luego de que apareció el petróleo y empezamos a quemarlo, aparecieron el plástico y su cultura, ese maravilloso material que nos resuelve miles de problemas cotidianos ha sido mostrado como un gran problema por muchos medios e instituciones, pero ¿Es la realidad un problema?

La realidad es el gran problema para quienes no estamos conformes con ella, otros dicen que para transformarla hay que aceptarla. Las botellas de polietileno o polipropileno, que sobreabundan en nuestra realidad mayoritariamente urbana, son más livianas y duraderas que las de vidrio, eso las hace menos costosas para el transporte en términos de dinero y de energía, también menos frágiles. El plástico es incomparablemente versátil, capaz de adaptarse a todo, desde las botellas de bebida hasta los envases, pasando por muebles, ropa, tuberías de alta presión…

Las investigaciones han demostrado que todos, incluso las sociedades indígenas, tenemos plástico en la sangre. Hasta la nieve y el hielo marino del Ártico están ahora impregnados de microplásticos mientras que en poco más de un año llueven 1 mil toneladas de plástico en 11 áreas protegidas de Estados Unidos.

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Esta última cifra equivale a 120 millones de botellas de agua mineral. Los objetos de plástico originales se han desgastado en diminutos fragmentos que luego se elevan y caen al suelo y el mar junto con la lluvia o la nieve. No queda naturaleza pura e intacta en nuestro planeta.

Los microplásticos tienden a “disolver” sus componentes químicos con el tiempo, se sabe que tienen un patrón de recirculación global, son transportados según su forma y densidad, transportan microbios como virus y bacterias que por sí solos no pueden ir tan lejos.

Probablemente viajan más lejos que partículas del suelo como las del polvo del Sahara porque son mucho menos densos. Científicos de la Universidad Estatal de Utah hallaron que el 4% de las partículas atmosféricas capturadas en la lluvia eran en realidad polímeros sintéticos como poliéster y el PVC.

Están fluyendo hacia los océanos a través de las aguas residuales y contaminando los ecosistemas de las profundidades marinas, además se están expulsando del agua y soplando hacia la tierra con brisas marinas, el bisfenol A y los ftalatos afectan nuestras hormonas, están en todos lados, como la realidad.

La realidad es que no hay sustituto creíble para este material, se espera que los residuos globales de plástico se disparen de 260 a 460 millones de toneladas para 2030. Más gente “progresando” para vivir como las sociedades “desarrolladas” significa más consumo y más envases de plástico.

Hemos escuchado o leído sobre las islas de plástico en los océanos, sobre el importante porcentaje de plástico en la basura, de lo poco de panacea que tiene el reciclaje por sus altos costos a largo plazo, de la compleja relación entre el plástico y la economía. Es la realidad.

Se puede elegir el espanto y agobiarse por la letanía de riesgos que hay en esta realidad plástica, también se puede aceptar (que no es resignarse) tal cual es para repensarla, eso pasa por desterrar el miedo, las recetas mágicas, por sacrificar “el oro y la comodidad”. Tu efecto mariposa puede empezar por la iniciativa individual de producir menos basura pero puede ampliarse cuestionando el actual modo de producción. “No te dejes confundir, busca el fondo y su razón”, busca la raíz y aliméntate de otra realidad posible, como la vida misma.

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