Las habas son una rica legumbre que se ha venido cultivando en estas tierras desde tiempos de nuestros antepasados. Su sabor y su tamaño cambian según la variedad. Nuestros taitas, es decir nuestras generaciones pasadas, nos dejaron como herencia prepararlas en sopa, en ricos atoles y tostadas puras.
Una de estas personas que siempre se mantuvo con esta cosecha es el señor Onias Rivera, quien actualmente las sigue cultivando. Es un agroecólogo popular, ha tenido la hermosa experiencia de trabajar sus huertos orgánicamente y con una producción excelente, sana y variada para su familia y comunidad.
Vive en el sector La Angostura de la comunidad de Misintá de Mucuchíes, estado Mérida, siembre le ha interesado cada día aprender más y mejorar su huerta. Viene de una familia campesina paramera, así que desde muy jovencito ha estado en contacto con la agricultura. Una vez que forma su hogar comienza la idea de sembrar exclusivamente orgánico y pone en práctica lo que va aprendiendo de manera autodidacta. Además se integra a proyectos valiosos para la comunidad agrícola, es pionero de muchos de ellos como por ejemplo PROINPA y CONAPLAMED, además también apoyó para que se formara la escuela técnica en agroecología, en el liceo nocturno Néstor Contreras.
Con su familia se proyectan una vida con base autosuficiente, teniendo excelentes resultados; cultivos de manera orgánica, organiza sus tierras con policultivos, semillas tanto autóctonas como otras de prueba, por ejemplo como la quinua, cereal de los páramos de Bolivia y Perú. También se dedica a sembrar plantas medicinales de todo tiempo que se dan en estas altas temperaturas. Una parte las vendía a CONAPLAMED, otras al mercado de Mérida en donde en gran parte las negociaba para la elaboración de productos medicinales.
Y un día se propuso hacer algo diferente con las habas, pues le habían hablado de la delicia de habas crujientes, pero no le informaron cómo se preparaban. Le dio mucha curiosidad y comenzó a probar de una y mil maneras, anduvo entre ensayo y error hasta que logró el punto.
Pensó: las habas son muy nutritivas, hay que buscar la manera de que se conozca más y se consuman con más frecuencia, porque son muy buenas como antioxidantes, contienen ácido fólico, potasio y tienen fibra que ayuda a la función estomacal, así como también vitaminas y minerales que nuestro organismo necesita.
Tanto fue el entusiasmo por la degustación de la nueva presentación de este grano, que se propuso llevarlo al mercado de Mérida y negocios de Mucuchíes; gustó en cada sitio que dejó. Cada día fueron más los pedidos y sus nuevas ideas en distintos sabores como picantes y acarameladas.
El señor Onias se propuso hacer esta delicia a nivel comercial porque también conoce el valor nutricional que tiene esta planta que se da tan bien en nuestra zona, así que conservó la tradición de cultivarla. De esta manera aporta tanto a nuestra cultural agrícola como a nuestra cultura gastronómica.
Se organizó para tener su propio registro sanitario, el cual aún está en proceso; ya tiene otro emprendimiento más de familia. Es un emprendimiento que les da fortaleza, justo cuando hay este cambio drástico económico en el país. Tuvo que ingeniársela para ver qué otra cosa podía ofrecer al mercado, aparte de las plantas medicinales y los productos agrícolas (cultivos y queso), necesitaba otra entrada económica; y qué mejor que estar siempre vinculado con lo que le apasiona hacer y sin perder sus tradiciones.
Su preparación es muy simple (y tanto que le costó descubrirlo): una vez cosechada las habas ya maduras, se les quita la concha, se divide en dos, se fríen en abundante aceite y bien caliente, hasta que estén bien doraditas. Se dejan escurrir, se pasan por papel absorbente, se les coloca sal o picante en polvo, se pesa y se etiqueta; listas para degustar.
2 comentarios
Muy interesante emprendimiento, es la forma de dar a conocer nuestras costumbres y las alternativas a desarrollar… Felicitaciones.
Mi felicitación al señor Onías, que, como buen andino, es muy trabajador y por cultivar las abas y ofrecer ese invento para comerlas tostaditas. No sé, si aquí en Caracas encontremos esa delicia, que me gustaría probar.