Juan Bordera
Ha fallecido el periodista catalán Josep Cabayol. El autor de este artículo ha querido recordar su compromiso con la lucha climática y con cuestiones complejas como el decrecimiento
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50 grados parece un límite lejano para España, cuyo récord de temperatura aún son los 47’6º C, registrados el 14 de agosto de 2021 en La Rambla, Córdoba. Pero no lo es en absoluto.
Hay algo que no se está comprendiendo bien del caos climático: no es lineal –ni lo será jamás–. Es exponencial y en parte imprevisible. Un buen ejemplo de ello es el caso de Canadá, que también el año pasado pulverizó en casi 5 grados su récord anterior. En una latitud cercana a la de Londres, el mercurio llegó a unos increíbles 49’6 ºC. Por eso los temidos 50 ºC no son una posibilidad para nuestro país, son una certeza ineludible a la espera de una fecha.
Quizá animado por alguna de estas razones, el periodista Josep Cabayol se animó a escribir y dirigir un documental con ese nombre, ese listón simbólico: 50º C. Un documental que hace algo muy interesante y necesario como es simular una conversación –esa conversación que como sociedad no estamos teniendo- entre dos mujeres jóvenes que quieren comprender qué está ocurriendo en un mundo en descomposición acelerada, y que para ello recurren a especialistas en las materias más decisivas para entender este proceso y sus derivadas. Porque no todo son emisiones y sus efectos: energía, clima, alimentación y derecho a migrar se entrelazan en una conversación de poco más de una hora, con nombres imprescindibles como Antonio Turiel, Marta Rivera Ferre, Olga Margalef o Ferran Puig Vilar.
Pero el lunes 8 de agosto sucedió una desgracia: Josep nos dejó para siempre.
Con dolor le despedirán sus allegados más cercanos, y a algunos nos quedará también la rabia –pues sabemos que tenía mucho aún por contar–. Tenía previsto un 50 ºC, volumen 2 que quizá nunca llegaremos a disfrutar. Pero también le recordaremos con la alegría de haber podido coincidir de una manera u otra con alguien tan valiente y comprometido, como pocos profesionales en estos tiempos de precarización, autocensura y olor a cloaca, justo cuando más falta harían 200 como él.
Josep fue un periodista ejemplar, que participó en RTVE, RNE, COM Ràdio y presidía la asociciación Solidaritat i Comunicació-SICOM. Alguien que siempre destacó por su convencimiento de que la función del periodismo era la denuncia de las injusticias y el posicionamiento inequívoco a favor de los más vulnerables. Y que por eso hizo suya la lucha contra los efectos de la crisis climática. Pero no solo de esa crisis, por eso el documental es transversal, porque la única transición posible debe tener en cuenta muchos más factores que el climático. Y realizó otros trabajos audiovisuales sobre muy diversas temáticas en obras como La Plataforma, La salud, el negocio de la vida”, Mi piel o Descendientes.
Por conocer bien las interrelaciones entre estas crisis, Josep abogaba sin tapujos por el decrecimiento, ese término que cada vez es menos tabú y más realidad ineludible que se ha de debatir abiertamente para poderla enfrentar. En su página podemos leer como lema principal: per prosperar no hem de créixer (para prosperar no hemos de crecer). Porque prosperar y crecer no solo son dos cosas distintas, es que llegados a un punto concreto –cuando creces contra un techo fijo igual lo que haces es partirte la cabeza– pueden ser antónimas.
Quizá se alegraría, el bueno de Josep, esté donde esté, si por fin tuviésemos esta conversación en la que nos estamos jugando tanto. Si los medios, los políticos, la gente corriente, hablásemos cada vez más de que es imposible crecer eternamente en un planeta finito, y que ese momento ya hace tiempo que tendría que haber llegado.
Que estamos hace décadas en tiempo de descuento.
Que el cambio climático que tanto le preocupó está muy cerca de ser irreversible –esa es la ventaja/desventaja de lo no lineal, te da una pista del peligro de manera abrupta, pero cuando lo hace es que está muy cerca de ser incontrolable-.
Que el fin de la energía barata que tanto se preocupó por divulgar estaba aquí mucho antes de la pandemia o de la invasión de Ucrania.
Que son procesos que para gestionarlos bien necesitamos que se cuenten, que se debatan, que se forme a la población y se la deje participar. Buena prueba de ello es que la Asamblea Ciudadana para el Clima –esa otra gran conversación- ya tuvo la valentía de recomendar encarecidamente que se hable de decrecimiento.
Y si los poderes no quieren tener esa conversación, pues habrá que forzar que ocurra.
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Publicado originalmente en Climática-La Marea bajo licencia Creative Commons CC BY-SA 3.0