Alejandro Silva Guevara / Fotos Candi Moncada
La Hylesia metabus o Palometa peluda es considerada una plaga difícil de erradicar. Y el Polo Científico-Tecnológico es considerado una experiencia colectiva que está logrando erradicarla o al menos controlarla
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“¡Muchacho, cuidao, esa mariposa te va a dejar ciego!”
(Una tía abuela, por allá por mi infancia, dixit)
Las viejas sabias y amorosas reconocían muy bien a este insecto. Sabían que soltaban unos pelitos que picaban, daban escozor en la piel y producían una conjuntivitis violenta. También, por extraño que suene, existe una obra de teatro escrita por Gustavo Ott sobre la Hylesia metabus que tituló “Peludas en el cielo”.
Lo cierto es que parece una mariposa, pero es en realidad un lepidóptero ditrisio, familia de la Saturniida, o sea, una polilla grande. A diferencia de las mariposas, ésta carece del conducto parecido a una manguerita enrollada que usan estos insectos para extraer el néctar de donde se encuentre, así que su alimentación se basa en la ingesta de las hojas de los manglares, por eso se les encuentra en el oriente de Venezuela, en Trinidad y Tobago y en parte de Brasil donde abundan estos ecosistemas.
Hace unos veinte años aproximadamente, este insecto se convirtió en una plaga; los intentos por controlar al mosquito patas blancas rompieron el equilibrio que las mantenía a raya, por lo que comenzaron a reproducirse de manera desaforada hasta convertirse en un problema de salud pública. Recientemente, con la expansión mundial del Covid-19, se llegó a pensar que los síntomas que presentaba parte de la población mayoritariamente del estado Sucre, eran producto de la pandemia cuando en realidad se trataba de los efectos de los pelitos que suelta la palometa peluda.
Este insecto, específicamente la hembra de la especie, tiene en la parte de lo que sería el abdomen unas espículas por las que segrega una sustancia que causa fiebre, intenso dolor de cabeza, náuseas, conjuntivitis y escozor en la piel, o sea, producen una reacción alérgica.

Con un periodo de vida de unos cuatro meses, en un año pueden registrarse tres oleadas de superpoblación de la palometa peluda con las citadas consecuencias para la población.
En la búsqueda de controles efectivos
Luego de los respectivos análisis sobre el por qué de la aparición de esta plaga y sus consecuencias en los pueblos y caseríos cercanos a los manglares, se procedió a tratar de buscar una solución efectiva para controlarla, y se encontró.
Se hicieron las pruebas correspondientes con un hongo biológico llamado BTK que no causa daños en plantas, animales o humanos, pero que se aplica en el control de este tipo de plagas, así que se procedió a su aplicación con bastante éxito, tomando en cuenta los ciclos de reproducción de la palometa peluda y aplicando el hongo en la etapa larvaria del insecto.
Pero el problema apareció junto con las consecuencias del bloqueo económico; se debe ser muy preciso a la hora de aplicar el insecticida para que sea efectivo el control de esta polilla, de lo contrario seguirá su curso descontroladamente reproductivo y terminará afectando a la población. Así que cuando comenzó la escasez de gasolina, de repuestos para vehículos y otros temas relacionados, no se pudo cumplir con los tiempos precisos para la aplicación del insecticida, lo que ocasionó que en varias oportunidades la palometa no encontrara ningún elemento de contención que regulara su reproducción, que se calcula en cifras que rondan el millón de individuos.
La palometa se concentra de noche por miles atraídas por la luz, al punto que cuando esto ocurría, algunos alcaldes y gobernadores de municipios de los estados orientales aconsejaban a los pobladores mantenerse a oscuras para evitar el contacto con la polilla, cual película de Alfred Hitchcock.

En vista de esta situación, el profesor José Vicente Hernández encabezó, junto a Omar Gómez y un nutrido equipo multidisciplinario del Polo Científico Tecnológico, una cruzada para poder finalmente controlar a las peludas voladoras.
¡Prende la luz pa’ que se vaya esa plaga!
Los protagonistas de esta historia fueron convocados para buscar una solución al problema. Como es bien sabido, los insectos se orientan en la noche por cualquier foco de luz y se dirigen hacia él, y en el caso de la Hylesia, ésta lo hace en cantidades imposibles de controlar a cholazos. Es en el aletear constante contra las bombillas caseras que las palometas expiden las espículas que terminan enfermando a quien tenga contacto con ellas. También se sabe que ya se han desarrollado métodos para control de plagas, pero de menores proporciones, a partir de la luz brillante o blanca, y también con la llamada luz ultravioleta.
Aquí es cuando José Vicente Hernández ideó un primer prototipo de trampa que ya está en funcionamiento y que consiste en un aparato que funciona con una planta eléctrica, que alimenta cuatro reflectores orientados hacia unas placas que potencian el reflejo de la luz blanca, que se entremezcla con luz ultravioleta. Cuando se acercan las palometas, estas son succionadas por una especie de extractor que las lleva a lo que llaman “el golpeador”, que contiene unas aspas que trituran al insecto haciendo de él una pasta que va a dar a una cámara de sedimentación sellada.

Tuve que preguntar qué hacían con esa pasta de palometa y me respondió Omar Gómez: se concibió el aparato para que los restos del insecto pudieran ser utilizados como abono.
Iba todo bien con este primer prototipo, hasta que aparecieron dos problemas que solo poniendo en práctica el proyecto podían evidenciarse: el primero fue que la pasta de palometa se pegaba al sistema que las succiona para triturarlas haciendo que éste se tapara, por lo que se debe parar la máquina y limpiar el conducto de succión. El segundo es que este primer prototipo mide apenas 1,70 de altura aproximadamente, y no logra sobrepasar la vegetación de la zona porque queda escondido entre la maleza, por lo que no logra atrapar la atención de todas las polillas, lo que no hace muy efectiva la eliminación del insecto.
Entonces surgió el segundo prototipo que está en plena elaboración en estos momentos y que tiene dos cambios esenciales: el primero, consiste en que ya no se tritura a la polilla, sino que ésta es golpeada por las aspas del sistema de succión y caen enteras en un dispositivo que contiene una bolsa para almacenarlas; y el segundo cambio es que se convirtió en una torre con más de 3 metros de altura. Con esa proyección de la luz se prevé que el aparato logre captar la casi totalidad de estas voladoras de los manglares, ya que puede ser vista desde distancias mucho más lejanas. Esta torre es desarmable, lo que facilitará su traslado. Se construirán tres prototipos para cubrir las zonas donde la proliferación de esta polilla es crítica. Las polillas simplemente serán enterradas sin darle otra utilidad a sus restos.

En un futuro no muy lejano, la idea es poder fabricar la cantidad necesaria para llevar esta trampa para varias zonas donde la Hylesia metabus se ha convertido en un problema de salud pública y, ¿por qué no?, exportarla a Brasil y Trinidad y Tobago.
Juntos, como debe ser
Los trabajadores que pertenecen a diversos entes de los ministerios del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología, Educación y Salud, así como los trabajadores de la USB (Universidad Simón Bolívar); Codecyt (Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico S. A.); Cendit (Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones); Fonacit (Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Investigación); la FIIDT (Fundación Instituto de Ingeniería para el desarrollo Tecnológico) y el IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas), se definen como el Polo Científico Tecnológico, y con la participación del Instituto de Epidemiología del estado Sucre, más los aportes de algunas dependencias de la UCV (Universidad Central de Venezuela), fue posible, cada quien desde su área de trabajo, la creación y puesta en marcha de ambos desarrollos.
Me doy a la tarea de nombrar estas instituciones y ministerios, con todo su valiosísimo personal, porque creo firmemente que solo unidos se pueden superar los retos y encaminar nuestros pasos al verdadero desarrollo, porque, como es ya costumbre en las notas de este portal, desde el tornillo más pequeño hasta el más calificado profesional son venezolanos.



