Cuando escuchamos hablar de “especies amenazadas” nos viene a la mente un delfín o un oso frontino, pero cerca de 600 especies de plantas se han extinguido en los últimos 250 años, tasa que duplica a las de mamíferos, aves y anfibios extintos.
Así lo explicó una investigación del Jardín Botánico Real Kew de Reino Unido y la Universidad de Estocolmo. Por otra parte, el informe “Estado de las plantas y los hongos del mundo 2020″, que se basó en el trabajo de 210 científicos de 42 países, mostró que alrededor del 40% de las 300 mil especies de plantas en el mundo está en peligro de extinción. ¡Qué ráfaga de números!
Existe mayor riesgo de extinción o vulnerabilidad cuando una especie es endémica, es decir, que se localiza en algún área geográfica específica en la que están dadas las condiciones particulares para su supervivencia. Es lo que pasa con un viejo caraqueño que es endémico de la sierra costera en la que se halla el Parque Nacional Waraira Repano.
El nogal de Caracas (Juglans venezuelensis) se mantuvo escondido en la selva nublada por casi un siglo, razón por la cual se creía extinto. Hay poca información acerca de su distribución, las únicas muestras que hay en el país fueron colectadas en Sabaneta de Aguas Negras, hoy conocido como Antímano, por el botánico suizo Henry Pittier en 1913 y están en el herbario nacional de Venezuela.
Los profesores Rafael Ortiz y José Antonio Pérez, guardianes e investigadores de su legado, han hallado relatos que aseguran que ya en tiempos de Pittier le consideraban amenazado por su similitud con el nogal europeo. Los invasores españoles sobreexplotaron su madera para utilizarla en ebanistería, carpintería y fabricación de armas, acabaron con las poblaciones que existieron en los bosques de la cuenca alta del río Guaire, casi llevándolas a su total extinción.
Y es que este legendario árbol forma parte de crónicas que cuentan cómo era considerado un árbol mágico por los pueblos indígenas del valle de Caracas. Una leyenda señala que el cacique y chamán Catia realizaba sus rituales bajo el dosel de un imponente árbol cuya altura y grosor permiten conjeturar que se trataba de un Nogal de Caracas.
Un hecho reciente es que se sospecha que las puertas del Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela fueron fabricadas con su hermosa y resistente madera.
Es una de las nueve especies de árboles venezolanos en Peligro Crítico de Extinción (CR) reportadas en el Libro Rojo de la Flora Venezolana, en el año 2000, Ortiz encontró una población de aproximadamente 80 individuos adultos entre Hoyo de la Cumbre y Las Canoas en el camino de los españoles y el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo (Minec) desarrolla un proyecto para la divulgación, reproducción, conservación y reinserción de ejemplares jóvenes en diferentes zonas del Waraira.
La zona donde están sus pequeñas poblaciones ha experimentado la presión antrópica para establecer áreas de cultivo y la tala para la construcción de viviendas, además la cacería de picures (Dasyprocta punctata) y lapas (Cuniculus taczanowski), principales dispersores de su semilla, constituye una amenaza, tanto como la presencia de poblaciones de ardillas cola roja (Sciurus granatansis) que son sus depredadores.
Su reproducción en vivero requiere dedicación y paciencia, sin embargo esa es la ruta para conservarlos.
En medio del trajín de la ciudad hace falta detenerse y hurgar en la memoria biocultural, en lo poco conocido, a este sobreviviente se le quiere elevar a patrimonio natural y cultural de la ciudad, para que su memoria nos acompañe a respirar nuevos tiempos y nuevas intenciones, como la vida misma.