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Felicidad y alegría

por Teresa Ovalles
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Corazón no me hagas daño / detén la velocidad

/ no hay mal que dure 100 años / tampoco felicidad.*

Se me ha ocurrido, desde hace algún tiempo, establecer diferencias entre estás categorías que conceptualizan la dicha. No creo ser precursor en esto ni recuerdo lectura al respecto, pero si conversas entre mis convives.

Alguien pudiera pensar que ahora me dio por meterle a la “metafísica” o a escribir textos de “crecimiento personal”. Más de las tres cuartas partes de mi vida han sido de militancia revolucionaria, y en ese trayecto, infinidades de veces se ha asumido la importancia de fortalecer la consciencia. Para esto, en el mayor de los casos, se recurre al análisis de elementos socio históricos con la tendencia a obviar factores existenciales, a mi juicio, también vitales.

La felicidad la interpreto como una percepción absoluta de esa condición. De allí que, si alguien dice que “anda en busca de la felicidad”, por tanto, es infeliz. Aunque infeliz también es sinónimo de miserable y miserable también de miseria y de “bajas pasiones” y enumere las cuentas.

La vida no es feliz ni desgraciada. “La vida es lo que es”** y supone ambas cosas y muchas más. Nadie vive sin la muerte, la enfermedad y la vejez. Vivir te encaja inexorablemente en la ruleta de las probabilidades y lo más terrible que le sucede a otro, también te puede pasar. Por más “normal” que sea su vida (y su bajada) no existe una línea recta del bienestar, sino que esta transcurre entre altos y bajos. Desde que naces empiezas a enfermar, pues todo cuerpo se deteriora. Como cualquier animal padeces hambre y sed, calor y frío.

Somos igual al ganao / que vista al suelo camina / como allí está la comida / no mira para otro lao.

En busca del alimento amanecen los pájaros y cualquier animal silvestre. Ese miedo derivó en la acumulación material. Y aquí la paradoja: en condiciones naturales procurar el alimento amerita trabajo, y el ejercicio es salud, pero el sedentarismo atrofia. Si vives rodeado de alimentos y comes y comes sin que el cuerpo se ejercite, enfermas.

Quien posee grandes riquezas, la vida le queda corta para el disfrute, quien no tiene nada, le queda larga para la espera. Ambos morirán insatisfechos.***

Todas esas contradicciones están allí y, por tanto, si lo analizas bien, no hay felicidad en ello. Como en cualquier animal, sólo existen estados de bienestar.  Huye el animal del peligro, pero no lo agobia pensar en la muerte. El capitalismo y la religión sugieren y engañan con esos estados permanentes. Uno la ofrece aquí, la otra en el más allá. En este mundo no hay felicidad en términos absolutos y en otro mundo, de existir, no se puede cualificar con las categorías que son de este mundo, extrapolándolas a otro que ni sabemos. Todo eso es ideología.

Pensarse eterno es evasión del ser cultural en un intento de evitar la angustia ante el ineludible destino mortal. Al capitalismo le interesa que pienses que eres eterno y propone la propiedad como felicidad. Aterradora, cada vez se acentúa más y más esa idea. Tener, tener y tener es la felicidad. Pero nada más asfixiante que la propiedad. Nada quieres abandonar ni que se te vaya cuando piensas que te pertenece. En esa estupidez te apoderas de ti mismo como si te pertenecieras y es profundo el lamento cuando la realidad te despierta del sueño. Derrotado el “poderoso” ante la certeza infranqueable de la muerte, aun así, no se contenta y emergen las creencias de la perpetuidad en el mundo: la herencia, la raza, el apellido, la alcurnia, el pedigrí, el proyecto.

En el eterno presente, que en fin es la vida, vive el niño intacto de pasado e indiferente al futuro. Mientras más viejo, quizás porque desde la cima se divisa el plan, perturban esas dos referencias temporales.

La cuestión no se reduce entre pensar o no pensar en el asunto. La vaina son los extremos y la sabiduría con que se aborde. Por eso me gusta hablar de la alegría como ánima asociada al temperamento y pregono que no falte ni aún en las peores circunstancias.

A veces pienso en el estado anímico de guerrilleros y guerrilleras (estas incluso cargando con los hijos) quienes viven o vivieron casi toda la vida perseguidos en la clandestinidad. Cómo se vive sin paz en el conflicto. Una de las facetas más terribles del luto, sobre todo cuando la pérdida ha sido trágica, es quitarse del pensamiento la tragedia, aunque sea unos instantes. Por eso hablábamos de lo saludable del olvido en otros textos.

Duermes apacible ante la certeza del despertar, sin embargo, lucharías contra el sueño si supieras que no despertarías. Sabes que morirás en algún momento, pero eso no limita la alegría de vivir, de lo contrario enloqueces.

Si por amor no logramos / que vivamos como gente / que nos ayude la muerte / para vivir como hermanos.****

Pero, aun así, no hay que ser tan infeliz para que vivir como gente sin joder al otro, sea debido a esa circunstancia.

Quisiera cuando me vaya,

sí es verdad que uno se va,

reunirme en el más allá

con toda mi gente amada.

Pero, si sólo es la nada

sin consciencia ni recuerdo

por eso tampoco debo

vivir con tanto egoísmo.

Que el mundo donde has vivido

aun sin ti, que sea bueno.*****

*Gino González. Canción: Esta patria es conuquera. https://www.youtube.com/watch?v=XjjoTbdyj7M

**Tomasino. Libro: La vida en un solo acorde.

***Gino González. Libro: La voz de las brújulas sin rumbo pescando crímenes al filo de la inocencia.

****Gino González. Canción: Miseria de la esperanza.

*****Gino González. Canción: Vida y pandemia.

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1 comentario

Igor Mariño 9 octubre 2022 - 19:00

Razones son del juicio
Ver qué todos lo perdemos.
Unos por carta de más,
Y otros por carta de menos.

Lope

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