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Amadas posturas ideológicas

por Gino González
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Policía: Qué transporta, ciudadano.

Ciudadano: ¡Droga!, ¿qué quiere, rial o plomo?

Al no reconocer o distinguir obvias realidades, percibo, más que otra cosa, en ciertos contemporáneos políticos de mi edad con los cuales comparto las tiernas y amadas posturas ideológicas de siempre, una preocupación por no “claudicar” en los conceptos y códigos con los cuales nos formamos en la militancia revolucionaria. 

Para aquellos que no lo saben, una forma bastante eficaz de controlar un incendio sabanero o forestal es combatir la candela con candela, es decir, si la candela lleva un rumbo, de allá para acá usted le prende otra hasta que choquen y así se disipa el incendio. 

Tal como están las cosas y según la correlación política mundial, usted no puede gobernar un país dogmáticamente porque lo arrastra el vendaval. Los frijoles no llegan a la mesa con consignas. Injusto y absurdo además sería que nos mate el hambre sentados arriba de un pozo de petróleo. Igual, negocias o te lo quitan a lo arrecho. Con sensatez debes decidir lo que te conviene: la paz o la guerra. Eso no lo define tu posición ideológica, sino la realidad. Ten la seguridad de que entre los escombros ese petróleo no nos sirve, pero a ellos sí.   

Espantoso comprender que al parecer del caos donde estamos, en el corto y mediano plazo, según lo que somos en lo cultural, sólo sea posible salir mediante iniciativas capitalistas. La detestable ley de la oferta y la demanda como herramienta para neutralizar las esperanzas sustentadas en el ideal capitalista.

Comprensible que se esgriman ideas chocantes para nosotros los “ortodoxos y ñángaras”, como aquello de una “burguesía revolucionaria” en el entendido de que “lo revolucionario” ha sido relativo según el momento histórico; y en la terrible coyuntura que afrontamos, se convide a un sector privado, y por ende capitalista, al trabajo productivo, más aún al observar y determinar que las propuestas y acciones “colectivas” que hemos intentado desarrollar no han dado los frutos deseados. 

Pero dicho de este modo, suena demasiado simple e irresponsable. 

Venimos picaos de culebra. En el pasado la burguesía jugó y propició la quiebra de empresas del estado para justificar su privatización. ¿Pero por qué también no ha de ser cierto que asumimos empresas bajo el ideal colectivo con criterios capitalistas? Esa ha sido nuestra cultura. Somos capitalistas, de ahí venimos. Ah, entonces, si así es, vamos a entregarles el país a los ricos, total siempre ha sido de ellos, y nosotros a seguir siendo obreros o peones. 

A quienes les toca gobernar un país problemático con una multitud gritando según los aullidos del estómago real y mediático, tienen dos opciones comunicacionales: la demagogia o la verdad. La primera cuando por temor no confiamos en la gente y terminamos ocultando lo que todo el mundo sabe. La segunda, tan riesgosa como la primera, pero más digna, es recurrir a la conciencia, la cual no es fácil en esta jauría que hemos sido, por lo que terminas, en lo inmediato y concreto que te imponen las condiciones, moviendo las piezas del ajedrez geopolítico correspondiente. 

Le doy vueltas al asunto y no me veo ecléctico ni acomodaticio en esto. Quien lo refute, que sea con argumentos, no con nebulosas mentales. 

El asunto no es fácil y en muchos casos se hace lo que se puede y no lo que se quiere. Ejemplos históricos tenemos de naciones que han intentado separarse del capitalismo como flor en medio de la cloaca, algunos han sucumbido, otros siguen batallando y otros han resurgido de las cenizas por otras vías.  

Nosotros tenemos la suficiente autoridad moral para exigir de la historia una oportunidad colectiva que nunca hemos tenido desde aquella vez que lo intentamos de manera traumática el 27 y 28 de febrero de 1989 y luego más concertadamente con Chávez. ¿La burguesía y la oligarquía que han fracasado llenando de miseria y exterminado a este pobre planeta van a venir con su cara bien lavada a decirnos que ellos son la solución? 

Bienvenidos los grandes empresarios nacionales y extranjeros que quieran invertir en este país para elevar la producción en beneficio del país todo, pero no considerando que son los exclusivos y que el mediano y pequeño productor deba ser tragado por ellos, y lo que es peor, que las iniciativas colectivas, comunitarias o como se llamen, se nieguen sin ton ni son porque los pobres sólo servimos paʼ esclavos.  

Ah, mi aguinaldo*

*El Santa Cluss. https://youtu.be/GtQzkASoKoc

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EL SANTA CLUSSS – Gino González.

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