Teresa Ovalles M. / Fotos Candi Moncada
Sobre el cómo comenzó este programa hay que volver (y volveremos) varias veces en el tiempo. Y sobre el cómo continúa y avanza tendremos lupas y microscopios puestos, porque es un acto de resistencia desplegado por Venezuela
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Nunca fue tan oportuna una cayapa, ni tan heroica, como cuando un grupo de jóvenes venezolanos y venezolanas decidieron recuperar equipos inoperativos de los hospitales de Miranda –especialmente incubadoras–. La alternativa para paliar esta crisis era acudir al sistema “mamá canguro” para el traslado de neonatos sin pensar que la Cayapa Heroica estaba naciendo en medio de estas dificultades en esas maternidades.
Gloria Carvalho, quien en ese momento era presidenta de la Fundación Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones (Cendit), y viceministra de Tecnologías de la Información y la Comunicación, se sensibilizó como mujer y como madre y se dispuso a buscarle solución al problema, con sus equipos de expertos y expertas, a raíz de que el gobernador Héctor Rodríguez planteó en un Consejo Científico su agobio por la inoperatividad de incubadoras.
Recibió la siguiente respuesta: “Nosotros somos ingenieros en electrónica, mecatrónica, telecomunicaciones, en industrial, pero no somos electromédicos. Sin embargo, la electrónica es igual en todos lados. Si consideras –dijeron a Héctor Rodríguez– puedes darnos dos incubadoras y las llevamos al Laboratorio de Electrónica y así los muchachos y las muchachas comienzan a revisarlas”.

Y las incubadoras fueron recibidas por quien es hoy la directora técnica del Polo Científico Tecnológico y lideresa de la Cayapa Heroica, la ingeniera en telecomunicaciones Carlelinés Gavidia y por el experto Carlos Aguilera.
Carlelinés prosigue en tono confiado y seguro:
Leímos los manuales, verificamos la electrónica, el plan de mantenimiento preventivo y correctivo, y finalmente las dos primeras incubadoras se repararon en diez días que nos parecieron una eternidad, y demoramos porque era la primera vez que tocábamos una y no teníamos la práctica. Una de las fallas era la falta de calibración y la ausencia del sensor que mide la temperatura de las niñas y los niños. Ese sensor de piel lleva una tarjeta electrónica con la cual se puede tomar la temperatura. Hacía falta otra tarjeta y el reemplazo de algunos componentes que afortunadamente los teníamos en la Fundación; eran unos condensadores, fusibles, relés, y para nosotros es normal tener esas partes en el laboratorio, por lo que pudimos dar respuesta.
Ante los sucesivos requerimientos, firmó un convenio entre el Cendit y la Gobernación con el fin de hacer reparaciones en los hospitales del estado Miranda.

Los repuestos que se hubieran tenido que importar, si no existieran las sanciones coercitivas y unilaterales, para los equipos médicos con tecnología de punta, fue un escollo que vencieron científicos y científicas de la Fundación Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones (Cendit), junto a otras veintitrés instituciones que conforman el Gran Polo Científico Tecnológico.
Un camión de equipos
La Cayapa Heroica, compuesta hoy en día por unas cien personas aproximadamente, fue consolidándose y del Hospital Materno Infantil Joel Parpacén, de Petare, formalizaron una solicitud para el mantenimiento de sus incubadoras, “…pero nosotros en realidad no fuimos a ese hospital, nos mandaron un camión lleno de equipos médicos”. Y ante la oportuna e inmediata respuesta, crearon un cronograma de visitas a centros hospitalarios de Barlovento, Charallave y Los Teques.
Ese camión venía lleno con 20 incubadoras y 20 máquinas de fototerapia, pero el modelo era distinto a los que ya habían reparado; estas eran analógicas, como del año 80, y aun así las pusieron a funcionar.

“El laboratorio del Cendit es un área tan pequeña que no teníamos para guardar todos esos equipos. Tuvimos que hacer las consideraciones de bioseguridad dado que era un material que venía de un hospital y eran tiempos de pandemia y para futuras reparaciones consideramos más seguro dirigirnos a hacer las reparaciones al propio lugar donde funcionaban”.
Cuenta Carlelinés que:
…en esa reparación, más que Electrónica, estuvieron involucrados los ingenieros mecánicos, porque ellos nos ayudaron con la carcasa de los equipos que estaban deterioradas y le hicieron algunas mejoras a fin de alargar su vida útil. Posteriormente hicimos la entrega, en 10 días entregamos los 40 equipos, porque ya habíamos adquirido cierta destreza para detectar las fallas. Llegaron aquí llenos de polvo, estaban en depósitos, creemos que tenían más de dos años dañados, de hecho, los recibimos, los limpiamos, los reparamos y los devolvimos operativos. Comenzamos a buscar personal, porque no nos íbamos a dar abasto. Es cuando entra nuestra primera formación, porque la Cayapa no se quedó solo en reparar equipos sino también en la formación, fomentando la cultura del mantenimiento preventivo y correctivo.
Los primeros que formamos fue a cinco muchachos de Industrias Canaima. Ellos se vinieron para acá y nosotros nos tomamos todo un día con ellos. Claro, ellos eran ingenieros: uno industrial, otro instrumentista, otro mecatrónico y otro mecánico; es decir, tampoco es que se les hizo difícil y le dimos la formación en el Cendit.

La fama de la Cayapa Heroica se extendió, y del estado Miranda pasaron al Distrito Capital para responder a la solicitud, esta vez, de la Maternidad Concepción Palacios donde la cantidad de pequeños nacidos vivos supera los ochocientos mensuales. Ya el equipo no lo conformaba únicamente el Cendit sino también la gente de Industrias Canaima. En este punto, Candi Moncada, –lideresa del área comunicacional del Cendit– refiere que procedía entonces hacer una cayapa para reparar los equipos de la Maternidad. De allí el nombre Cayapa Heroica.
“Entonces llenamos un camión con estaciones de trabajo, componentes, herramientas, accesorios de equipos médicos, nos los llevamos para la Maternidad y estuvimos dos semanas en un laboratorio que adecuamos para trabajar allí”, –agrega Carlelinés con espíritu de compromiso y satisfacción.
En la Concepción Palacios recuperaron entre ciento cincuenta y ciento setenta equipos como incubadoras, lámparas de fototerapia (con las que ya tenían experiencia) pero además repararon electrocardiógrafos, nebulizadores, lámparas cuello de cisne, hasta equipos de aire acondicionado, deshumidificador y una buena cantidad de componentes médicos. Carlelinés explica que recurrieron a manuales, consultas por internet y con el personal médico y profesionales de la Maternidad, quienes iban indicando acerca del funcionamiento y fueron aprendiendo in situ.

La Cayapa en el apagón nacional
Posteriormente seguían saliendo más y más solicitudes, –agrega Carlelinés– y llegó el momento en que tuvimos que dejar de un lado nuestras actividades de investigación, y formamos varios grupos de trabajo: un equipo de CNTI; uno de la Superintendencia de Servicios de Certificación Electrónica (Suscerte); otro del Ministerio de Ciencia y Tecnología, (Mincyt); hasta conformar un grupo realmente grande y nos empezaron a llamar de otros estados: Yaracuy, Lara, Nueva Esparta y Falcón. Hicimos una agenda de visitas de acuerdo a prioridades y solicitudes, y para asistir a otros estados nos apoyamos en los Fundacite (que son los representantes del Mincyt en cada estado), nos buscaron personal técnico y lo formamos y los apoyamos para llevar la Cayapa a otras regiones del país.
En marzo de 2019, durante el apagón nacional se activó la Cayapa para el sector eléctrico nacional; el grupo, ya consolidado, atendió subestaciones, reparó tarjetas electrónicas y es así como del sector médico pasaron a verificar sistemas de control de la industria eléctrica. Desplegamos un equipo de trabajo haciendo reparaciones de turbinas, como se hizo en Barinas. “Había como 150 tarjetas de PLC (Control Lógico Programable), donde el proveedor decía que había que comprarle más porque las que tenían eran inservibles, pero con el cambio de un simple componente, reabastecimos el stock de tarjetas”.

Así fueron atendiendo otros sectores como el de telecomunicaciones, agricultura, cultura, el propio Ministerio de Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Ecosocialismo (Minec); la Universidad Central de Venezuela (UCV) y la Simón Bolívar (USB). En esta última, Héctor Núñez y Luis Santos, especialistas en el área de fotónica, dictaron cursos de conectorización, para el empalmado de la fibra óptica. “Hace poco, en esa Universidad, estos dos compañeros recuperaron una gran cantidad de fibra óptica, lo que hace que toda la universidad tenga internet y permite que estén interconectados entre sí. Eso tenía un buen tiempo paralizado”, –explicó Carlelinés.
Movilnet, el Sistema Patria y un sector de la banca pública también fueron beneficiarios de la Cayapa Heroica. Las brigadas estuvieron presentes en la recuperación de servidores de Movilnet. Y pasaron a atender no solamente el sector salud, sino también estos otros sectores. “También trabajamos con Misión Nevado (Caracas, Nuevo Circo) y reparamos equipos médicos como incubadoras, aparatos para rayos X y electrobisturíes.
“La Cayapa ha logrado que el investigador sea más empático”, evalúa Gavidia. “Nos ponemos en los zapatos de otra persona y más con la situación hospitalaria actual, con todos los problemas que nos acarrea el bloqueo y las medidas coercitivas, que también generan una desmotivación en el personal hospitalario. Nos dimos cuenta de ese factor, y que debemos ir más allá de reparar equipos médicos, porque de nada vale repararlos si no concientizamos al personal que lo usa que sabe mejor que nosotros cuál es la importancia y valor de esos equipos”.
