Siguen pasando los años / en el mismo desconcierto / se acumulan en la piel / pero no afectan al tiempo / el ocaso nunca llega / ni tampoco amanecemos / más allá del egoísmo / pa’ donde nos trajo el miedo.*
En este vivir autómata de obvias respuestas acordes con nuestra naturaleza emocional, urge tener consciencia de aquellos procesos inconscientes que nos determinan el comportamiento. Inmersos y arrastrados en el torrente de ese río, eso no es tan fácil, pero por lo menos debemos intentar asomarnos de vez en cuando a ellos. Adquirir una balanza, la cual no tendrás que comprar, para sopesar los niveles de importancia.
Aquello de que la teoría es liviana y la práctica pesada, aplica también a la importancia, fuera de ti es ligera, pero adentro es aplastante. Por tanto, desde afuera puedes maniobrarla sin tanto esfuerzo, pero desde adentro es cabuya enredada en un bejuquero. Eso es más viejo que la sarna. Conocer la psicología del otro para manipularlo, lo cual no implica que el manipulador no sea presa de la misma debilidad. Nadie se escapa. Es una herramienta muy eficaz para la programación actual en la inteligencia artificial. Cuando en esas plataformas de internet te ofertan el video de tu preferencia, no es que son dioses o adivinos, sencillamente han sistematizado la tendencia de tus opciones.
La importancia muy poco está signada por la sabiduría, tiene una carga cultural y otra animal, donde en lo primero hay una alta dosis alienante y en la segunda prevalecen más los instintos. El cuerpo busca el confort y la mente también. Los miedos, la tristeza, la angustia… conducen a la ilusión, a la neurosis evasiva. Por algún portillo intentan salir.
La importancia también tiene sus máscaras. Así como aquel primitivo ritual de considerar que al beber la sangre del tigre adquirimos su fuerza, aún nos conducimos. Leer es importante, por tanto, tengo muchos libros, pero ni leo y si leo es pura paja. Tremendo equipo de sonido, pero lo que oigo es ruido. El celular más caro para navegar en la mierda.
La casa es importante, pues claro, ya nos desacostumbramos y es duro vivir en la intemperie, pero la fachada termina siendo más importante que la cocina y el baño. El adorno, más importante que la higiene o la comodidad.
Es importante la salud, pero somos «enviciables». “No hay problema en la vida que no lo resuelva un trago e’ caña”, contaba José Rafael Guevara que decía su papá. Es que al contrario al antiquísimo adagio de que “mente sana en cuerpo sano”, aseguro que un cuerpo sano no es garantía de una mente sana.
En esto encuadra quien le da máxima importancia al pensamiento. Es posible que dicho pensamiento exija cuerpo sano y de allí que ciertas doctrinas instituyen lo que se consume. Pero, ¿es sano el pensamiento del fanatismo anclado en el dogma de cualquier índole? En la actualidad es pasmosa la máxima importancia que un número considerable de personas confieren a su creencia religiosa hasta el punto de no percatarse del abuso y del irrespeto en el que incurren. Un sujeto con un equipo a todo volumen en un parque o cualquier lugar concurrido, abusando e invadiendo el espacio sónico de los demás, qué calificativo podría tener, sin embargo, ese ser considera que está cumpliendo una tarea divina.
Lo cierto es que prevalece la tendencia de darle más importancia al cuerpo que al entorno que lo envuelve. Celebramos cumpleaños, pero nadie celebra la vejez. ¿Quién no agradece un nuevo día a pesar de estar más viejo cada mañana? Los cumpleaños son la propia antítesis en esa ilusión. La importancia y su pertinente euforia, más que otra cosa, en verdad radicarían en un año más que le vivimos a la muerte.
La importancia de estar vivo la recuerda el estómago cada día.
Yo no he mirado a los pájaros
ni a los venados pidiendo
todo el que se doméstica
termina de limosnero**
Pero desde hace muchísimo tiempo el dinero ha tenido muchísima más importancia que producir porque desde hace bastante rato ya, estamos distantes de esa condición.
Recibe las alabanzas / el sujeto que más compra /
los conuqueros no importan / no son dignos del elogio***
En fin, «…el problema es del tamaño de la angustia»**** y la importancia está definida por tus intereses, pues “una cosa piensa el burro y otra en el que arriba lo arrea”.
*Gino González. Canción: No se ha cumplido la edad.
**Gino González. Canción inédita: Coplas pa’ un topochal.
***Gino González. Canción: Que nadie baile por mi.
****Gino González. Del libro: Las brújulas sin rumbo pescando crímenes al fondo de la inocencia.