Roberto Malaver / Foto Jesús Arteaga
En Europa y América hay unos cuantos robots venezolanos “matando la liga”. Aparte de consolidar su empresa, un equipo de ingenieros expertos en mecatrónica quieren democratizar y masificar el manejo de un saber que no debe seguir siendo elitesco
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En Valencia, estado Carabobo, diagonal al estadio José Bernardo Pérez; allí, donde el quipo Magallanes ha ganado y perdido unos cuantos juegos, está la oficina donde los ingenieros Winston Ferrer y Alí Ferrer ofrecen a sus clientes soluciones automatizadas. “Soluciones automatizadas”: diseño y fabricación de robots, artefactos que realizan trabajos para la industria con altísima precisión y también otros de menor calado con fines educativos o de entretenimiento. Aparte de resolver asuntos como el funcionamiento de plantas industriales que requieren el manejo de objetos y productos pesados, quieren llevar su conocimiento a las escuelas de todo el país para que no se quede rezagado en materia tecnológica, que esa faceta del saber y del hacer no se nos vaya tan lejos.
Dice Winston Ferrer, ingeniero graduado en el Tecnológico de Barquisimeto y uno de los fundadores y directivos de la empresa Sequin, que así se llama el grupo que produce estos prodigios:
Nuestra gran preocupación es cómo lograr difundir ese conocimiento entre los chamos. Existe un alto grado de ocio tecnológico: nuestros jóvenes, y en realidad gente de todas las edades, están atrapados horas y horas en actividades improductivas frente al teléfono, la tablet, el videojuego. Nosotros queremos y podemos formar miles de jóvenes en algo útil con esas mismas herramientas: les enseñamos a automatizar y le enseñamos robótica. Ya con la preparación que traen, están listos. Empezamos de abajo: si esto lo puedo masificar y llegar a diez mil chamos, a cincuenta mil, ¿cuántos se van a ir? No puede ser que se vayan todos. Por lo menos 70 por ciento que nos quede, que tengan conocimientos a este nivel, un conocimiento que nosotros tuvimos que ir a la universidad para poderlo tener, ahora lo pueden tener ellos en primaria y secundaria. Ahorita las herramientas son tan poderosas que se pueden ir creando poco a poco los eruditos. Y sobre todo, haciendo que esto sea divertido. Antes el conocimiento era aburrido. Nuestra intención es que ni el videojuego, ni el teléfono, ni la tableta, sean más importantes para un niño que el conocimiento tecnológico. El analfabetismo del siglo XXI no va a ser no saber leer ni escribir, va a ser no dominar la tecnología. Formar niños que puedan dominar el conocimiento, no consumirlo: ese es el interés que tenemos.
En la sala de oficina de la empresa están algunas muestras de lo que han creado. El más preciso y servicial de los que tienen acá es un brazo mecánico que ejecuta una orden aparentemente simple: selecciona una bebida, busca un vaso, busca la bebida, la sirve y te la entrega en tus manos, lista para disfrutar. Una especie de mesonero mecánico. Lo bautizaron CR5.
Dice Alí Ferrer, Ingeniero Industrial, mención Mecatrónica en la Universidad del Zulia, otro de los cerebros al frente de la iniciativa:
Hemos desarrollado un software que es muy amigable, y vemos que en las Canaimitas, para usar esa misma plataforma, nosotros podemos usar nuestro software en esas computadoras y ya le daríamos otro beneficio a las computadoras Canaima, que es el software de programación, totalmente gratis. Tecnológicamente eso sería muy bueno porque aparte de que ya tiene el recurso de la Canaima, también tienen el recurso del software, que no solamente simula, sino que también se puede usar en los teléfonos, en la misma plataforma. De hecho, este robot lo tenemos ahorita como un demo, puede hacer cualquier cosa. Lo que queremos es que la robótica se practique y se aprenda masivamente. Si ya tenemos el recurso, que esto ya sea para seguirlo.
“Ese brazo es autónomo”, dice Alí, refiriéndose al brazo repartidor de tragos. “Por ejemplo, si usted quiere un Cubalibre, se lo indica al sistema y el robot va a hacer la combinación. Esto se hizo para poder nosotros interactuar mejor con la gente del común, porque nadie nos prestaba atención”. Muestran un video en el que el gobernador Lacava pulsó un botón y el robot le preparó y entregó la bebida. Quedó fascinado con el aparato.
La importancia de ese artificio es mucho más trascendental que el simple hecho de servirle un trago al camarada “Drácula”: el meollito de la cosa es que muchos miles de niños y jóvenes aprendan el lenguaje de programación, desbloqueen su inteligencia y su capacidad de análisis, aparten la atención del muchacho del jueguito consistente en salir a matar monstruos, demonios o personas en un videojuego, y aprendan cómo hacer que un robot ejecute una acción cualquiera, con la velocidad y la precisión necesarias para, por ejemplo, preparar y servir un trago en 5 segundos sin echarle el líquido en la cara al que lo recibe. Las computadoras hacen muchas cosas asombrosas, pero alguien tiene que decirles cómo hacerlas.
Los Ferrer se acercan hasta donde está un nuevo producto. Un carro que nos que nos lo quiere presentar: «El carro es autónomo. Tiene seis cámaras. ‘Ve’ obstáculos, emplea infrarrojos. Ve la línea negra y reconoce colores. Es la misma plataforma que utiliza Amazon».
El “juguete” se pone en movimiento, reconoce las líneas de colores, hace un recorrido perfecto detectando una línea en el piso o superficie: el carro “sabe” que no debe salirse de esa línea.
Aquí estuvo la gente de Fundacite Valencia y nos trajeron a varios chamos, como parte del programa Semilleros Científicos. Ellos estuvieron con nosotros viendo todo esto entusiasmados. Que es lo que queremos hacer: una vez que los muchachos dominen el funcionamiento de este equipo, salir a competir afuera, porque esto es de intercambio y para competencia. Podemos competir con las marcas que nosotros representamos. Ellos nos dicen que tenemos que armar el equipo de trabajo, pero nosotros no podemos participar porque ya somos representantes de una marca de robótica, sería desleal que compitiéramos con muchachos en formación. Pero sí podemos formar a muchos muchachos para que compitan. Queremos hacerlo popular. Y los recursos están en infraestructura.
En una competencia yo le puedo dar unas instrucciones al equipo automatizado: «Ustedes me van a buscar los cubos verdes y azules, en cinco segundos. Los van a agarrar con el brazo, con las ventosas, y los van a poner en el transporte, y de allí a la estación número dos». Eso es por tiempo. Hay que hacerlo en el menor tiempo. Se tiene que sentar a los chamos a programar, en realidad lo que estás haciendo es formando a los muchachos en una materia o carrera tan importante como la programación.
Un poco de (buena) historia
Hace 25 años, recién graduados, comenzamos aquí. Empezamos con nuestro interés en la parte de automatización. Inicialmente trabajamos para otras empresas. Y como a los dos años nos independizamos, creamos Sequin Valencia y surge con la inquietud de ir automatizando y mejorando procesos. En el devenir del tiempo hace falta la necesidad de incorporar la parte robótica y de ahí nos hacemos un poquito más versátiles. En Venezuela muchos no creen que podemos llegar a este nivel donde estamos, y resulta que en Venezuela se han aplicado equipos inclusive en sitios muy industrializados, donde ni siquiera los conocían. Cuando nosotros nos dedicamos a la parte robótica empezamos a tener interacción con empresas de Europa, y esa interacción nos llevó a trabajar un cierto tiempo aquí en Venezuela, y cierto tiempo fuera de Venezuela, tres meses en Venezuela y tres meses en España. Cuando fuimos inicialmente creíamos que nosotros teníamos un conocimiento muy básico, y resulta que cuando fuimos allá, siendo ellos el proveedor más grande de Europa en robótica, no habían utilizado los robots que ya habíamos instalado en Venezuela.
Nos presenta otro “personaje”, llamado ‘Griper’:
«Griper es el manipulador que va en la mano del robot. Todo esto venía importado antes. Tenías que pedirlo y explicar muy bien lo que el cliente necesitaba”. En un video aparece Griper paletizando cajas de mayonesa en una planta procesadora de alimentos de Venezuela. “Paletizar” es cargar grandes cantidades de un producto y colocarlas en «palets» esas armazones de madera que luego un montacargas lleva a un camión para su traslado. Griper ejecuta la tarea con una facilidad pasmosa; con la misma facilidad y velocidad con que usted agarra una pequeña torre de cinco libros y lo mueve de una mesa a otra, así Griper atrapa y levanta cargas de docenas o cientos de kilos de arroz, aceite, mayonesa, baterías, las monta en sus respectivos palets y en un segundo está de nuevo esperando otra carga para volver a levantar y trasladar.
“Este sistema es nuestro. Este otro va a paletizar fardos de arroz. Este lo tenemos en Perú”. Va mostrando videos de varios robots, creación suya, venezolana, haciendo trabajo pesado. Varios “hermanos” del camarada Griper están trabajando en el sistema de paletizado de sacos de la empresa Alprosa en Perú; otro aquí en industrias Diana, otro levanta y organiza bloques en Alfarería Monumental; otro más mueve baterías en una industria de Polonia. Y como para comprobar que no todo es fuerza bruta, también muestran dos que requieren de suma delicadeza y precisión: un sistema de manipulación de láminas de vidrio de la empresa Automundial Caracas, que recoge unos grandes cristales con unas ventosas o “chupones”, y en segundos los deposita en sus plataformas sin dañar ni un milímetro de esos vidrios.
El otro trabajo tiene un objetivo litúrgico: una iglesia en Murcia, España, les encomendó hacer las reproducciones de unas estatuas, objetos patrimoniales cuyos originales no querían exponer al público, y la robótica criolla les hizo unas reproducciones casi idénticas, con un sistema llamado “Milling”: una especie de impresora 3D que le talla una escultura a imagen y semejanza de la original, mediante otro proceso de alta precisión.
Sobre el tema inevitable de si los robots van a sustituir el trabajo manual y a dejar sin trabajo a miles de obreros, los Ferrer han reflexionado al respecto:
Siempre le decimos a la gente que no tenga miedo. Aquí había unas personas encargadas de cargar sacos, y una persona en la parte del ensacado. Llegó la automatización y todo el mundo se asustó, ‘nos van a botar’, era el comentario general, pero fue todo lo contrario. El robot se hizo tan eficiente, que primero hicieron falta dos personas, dos de esos que se entrenaron para manipular el robot, para estar pendientes del proceso. Los señores dejaron de cargar sacos de cincuenta kilos para estar pendientes de la máquina. Ahora se distribuyó el personal, son operadores especiales con nuevas tareas, igual de importantes pero físicamente menos pesadas.
Y Alí Ferrer le quita la palabra a su tío Wilson Ferrer y vuelve a insistir con la educación de la robótica: «Queremos que se dé a conocer nuestro proyecto. Nosotros solos no vamos a llegar a tanta gente aquí como empresa, pero desde el Estado, o el ministerio, sí puede. Con el recurso de la Canaima todo es más fácil. Los chamos toman el carro y comienzan a aprender, y a medida que lo van manipulando, van aprendiendo. Pueden programarlo. Ah, otra cosa, este brazo que está aquí, es el más moderno de la robótica actual. Porque es colaborativo».
Winston Ferrer precisa la solicitud:
Queremos llegar a los estudiantes. Lo hemos planteado de diferentes formas. Hemos ido a los colegios. Hemos tenido una receptividad enorme. Pero dos golondrinas no hacen verano. Tenemos que preparar profesores, tenemos que ver cómo llevamos la tecnología a la escuela o al colegio de la manera más económica porque es bien sabido que los colegios para invertir es un proceso burocrático, hemos tratado de hacerlo de varias maneras. Lo hicimos llegando directamente a los colegios, lo hemos tratado de hacer con instituciones, alcaldías, gobernaciones, Ministerio de Ciencia y Tecnología. Estamos a la espera.
Para más detalles del trabajo de los ingenieros y su empresa, puede consultarse su cuenta Instagram en este enlace.
1 comentario
Masificación de conocimientos desde las escuelas, hay que motivar a nuestros niños en los campos científicos, deportivos y todo lo que se pueda, se les debe incentivar y seremos una potencia para bien de nuestra región.