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Transformadores buenos, los de la UPTAG

por Jose Roberto Duque
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Esta universidad territorial forma técnicos mientras los pule en tareas productivas y les reconocen el saber aprendido y en marcha. Dicho de otro modo: entrena guerreros para enfrentar un incómodo cangrejo: la situación de la infraestructura eléctrica

José Roberto Duque / Fotos: Félix Gerardi

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Este reportaje iba a versar originalmente sobre el trabajo de la Universidad Politécnica Territorial “Alonso Gamero”, de Coro, con los estudiantes que se ha tomado en serio su papel dentro de la situación en marcha, a problemas reales, soluciones reales y prácticas. Pero en lugar de hablar de manera general sobre las carreras y la carga académica, nos ha seducido la disección de un caso específico: la formación de especialistas en un asunto tan engorroso como la ofensiva revolucionaria en el tema de la infraestructura eléctrica en el estado Falcón.

Parece o suena a tema puramente local o regional. Hasta que uno se mete a escudriñar en el proceso y entonces comienzan a saltar unos datos de real trascendencia. Así que con el permiso de ustedes, iremos desmenuzando el tema paso a paso. En la primera parte los aburriremos un poco con el diagnóstico y la descripción del problema, pero después le encontrarán sentido a la historia.

En serio, anímense a leer, que la historia es más culebrera y emocionante de lo que parece.

¿Por qué esos corotos son importantes?

Los transformadores son esos implementos en forma de envase cilíndrico con unas especies de antenas que uno ve trepados en las alturas de los postes, los que sostienen el cableado eléctrico. De vez en cuando, esos componentes de la red que distribuye la electricidad en las industrias, hogares e instalaciones de todo tipo que consumen electricidad, sufre alguna sobrecarga o colapsa por alguna razón y el estallido o explosión que sobreviene genera pánico y desconcierto.

Y más allá del susto la consecuencia lógica, que es el corte del suministro de energía que afecta muchos procesos vitales. En varias partes de Venezuela el drama de los apagones tiene su origen en estos episodios: transformadores que un día no aguantaron más e hicieron explosión.

Procede entonces un aviso de emergencia a la empresa nacional o a las empresas regionales encargadas del tema eléctrico. Por lo general esos llamados son atendidos rápidamente; la acción consiste en sustituir el transformador siniestrado por uno nuevo, en buenas condiciones, cuando los hay.

Pero a veces no los hay. Y entonces toca preguntarse algo que seguramente usted se estará preguntando por primera vez en su vida: ¿quién fabrica o de dónde vienen esos transformadores?

La palabra “transformador” aplica también para ese ser que no se conforma con saber lo que hay, sino que se propone transformarlo, y lo transforma

Las trampas invisibles

Hay varias fábricas e importadoras de transformadores en Venezuela. La mayoría, obviamente, funciona con criterios comerciales estándar (obtener ganancias por su venta), y en ese afán hay unas con más hambre o agallas que otras. Hay transformadores más caros que otros, así como los hay buenos y malos.

Caso práctico (y real, y muy frecuente): cuando una empresa, comunidad o entidad requiere de un transformador por que el que había estalló en pedazos, el comprador no maneja otros criterios para saber si esos aparatos son buenos o malos que la información que trae la etiqueta informativa; la etiqueta dice que el transformador es de 50 kilovoltamperios (50 kVA) y usted paga un precio por eso. Entonces comienza un juego perverso: ¿cómo saber si el personaje que le vende a usted el aparato no lo está engañando, aprovechándose de que ninguna persona anda por la calle destapando transformadores para verlos por dentro y precisar si ese bicho tiene la capacidad que dice la etiqueta?

Pero Willian Sánchez y Félix Bravo, ambos docentes, director y encargado de los talleres de la Universidad “Alonso Gamero” (Coro), sí han destapado esos transformadores, se han metido de cabeza en sus componentes y en su funcionamiento, y han descubierto algunas cosas interesantes. Por ejemplo, que así una etiqueta anuncie que el artefacto tiene una capacidad de 50 kVA puede terminar siendo de 37,5 kVA. “También puede ocurrir, y hemos visto muchos casos aquí en el taller, que algunos fabricantes usan piezas de mala calidad, llenan el transformador de aceite quemado, papel del malo, alambre usado, hicieron mal las conexiones”, informa Sánchez con la experticia de varios años reparando y reconstruyendo esos artefactos.

“Por lo general los vendedores dan un año de garantía, pero a veces no llegan al año o duran un poco más de un año, cuando en realidad, por tratarse de una máquina estática, en condiciones normales, si cumple toda la normativa, tiene bien colocados sus pararrayos, está conectado como debe ser y no se somete a sobrecargas, debería tener una vida útil de más de 20 años”. 

Félix Bravo, quien es egresado de allí mismo, de la UPTAG, hace unas salvedades para que no creamos que su misión es denunciar a todos los fabricantes, importadores y distribuidores: “Pasa también que la población ha aumentado. Cuando el transformador de un sector equis fue instalado, servía a 25 casas. Pero la comunidad creció, ya ese transformador no sirve a 25 casas con ventiladores sino a 40 con aires acondicionados, y en esas condiciones llega un momento en que los transformadores pierden su propiedades eléctricas, se sobrecalientan y colapsan”.

Ahora sí: ¿qué es lo que hace la UPTAG?

En 2019, justo antes de decretarse la pandemia de Covid 19, el profesor Rafael Pineda, rector de la UPTAG, ya tenía un diagnóstico de la situación del sistema eléctrico regional, la deficiencia de energía en los pueblos. Nace de los análisis y reuniones la idea de montar el proyecto de crear un ente para el mantenimiento, reparación y fabricación de transformadores. Una estadística extraoficial indica que hay un déficit de 850 transformadores en el estado; el bloqueo paralizó la entrada al país de insumos para agilizar el proceso de actualización, así que hubo que echar mano de la creatividad de un puñado de ingenieros y técnicos audaces.

Crearon una empresa adscrita a la universidad (la Empresa Socialista Universitaria “Alonso Gamero”, ESUAG) y comenzaron a recibir las primeras solicitudes de servicios. La alcaldesa del municipio Democracia fue la primera que solicitó esos servicios, y la ESUAG empezó a demostrar de lo que era capaz. Estudiantes y trabajadores de la UPTAG se aplicaron a diseñar y fabricar la máquina para hacer la bobina del transformador, una máquina de rebobinado de motores eléctricos, y con ella siguen haciendo el trabajo. Es un ingenio artesanal, hecho con mucha voluntad e ingeniería inversa, que muestran y describen con orgullo. La palabra “transformador” aplica también para ese ser que no se conforma con saber lo que hay, sino que se propone transformarlo, y lo transforma.

Comienzan a profundizar los gestos audaces: el taller no solo se aplica a producir o fabricar transformadores y otras partes y servicios, que le proporcionan recursos a su propio funcionamiento y a la universidad, sino que les alcanza para darles un incentivo a los muchachos que trabajan allí. De paso, mientras aprenden, los jóvenes pasantes reciben un reconocimiento a los saberes demostrados; pasan las materias, reciben un estímulo y salen de allí con un oficio que el país haría bien en multiplicar.

Autopsia de un transformador

Pero como no todo marcha viento en popa, llegó el momento de algunas revelaciones, para nada confidenciales pero sí de necesaria y urgente atención.

“Necesitamos crecer para levantar nuestro laboratorio de pruebas”, indica Sánchez. “Atendemos comunidades, que piden un transformador, hacen una colecta y se les cobra a precios muy solidarios; además las asesoramos sobre la capacidad de esos equipos y la forma correcta de servirse de ellos. También hemos atendido privados. Pero todavía trabajamos con equipos artesanales, que ya son insuficientes porque hacen todo más lento”.

Sobre su capacidad actual, aseguran estar capacitados para armar un embobinado en un día, teniendo todos los materiales. Pero hay procesos más lentos; extraer completamente la humedad del recipiente puede durar 5 días, y una semana el proceso completo. En total han calculado una capacidad de 20 transformadores al mes.Pero está el asunto de la prueba necesaria antes de entregar el equipo al comprador. El equipo que mencionan para potenciar su trabajo es uno llamado Megger TTR, Comprobador de Relación de Transformación. Y este equipo está fuera de sus capacidades. Necesitan apoyo en forma de apalancamiento.

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2 comentarios

Mercedes Aponte 2 febrero 2023 - 07:35

Excelente reportaje. Gracias por dar a conocer los trabajos que realizan los estudiantes de esta prestigiosa Universidad junto al equipo de profesores.

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FRANK ZAMORA 1 febrero 2023 - 11:08

Felicitaciones a ese gran equipo comunicacional de la INVENTADERA que cada día se esmera más por escrudiñar y difundir información de gran utilidad por la sociedad… Excelente reportaje sobre lo que se viene haciendo en la Universidad Politécnica Territorial Alonso Gamero (UPTAG)… Sin desperdicio.

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