Abrir los laboratorios y los consejos de administración de ciencia a las mujeres podría marcar una diferencia para el futuro de la humanidad.
La promulgación de la efemérides: 11 de febrero, Día Internacional de las Niñas y Las Mujeres en la Ciencia por parte de la Organización de las Naciones Unidas a partir del año 2011, se realizó con el fin de impulsar la igualdad y oportunidad de acceso a la educación y capacitación científico-tecnológica de la población de este género en el mundo.
Recientemente la iniciativa ha tomado un nuevo matiz, ya que la directiva ha considerado que el género femenino puede hacer una diferencia y su aporte puede ser significativo para la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
El Día Internacional de las Niñas y Las Mujeres en la Ciencia, en su 7mo. año consecutivo de conmemoración, aglutina y es el centro de una serie de actividades denominadas de «alto nivel» cuyo eje más importante es el agua, apostando a que “…el Día mostrará las mejores prácticas, estrategias y soluciones para abordar los desafíos y las oportunidades de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, según se muestra en la página oficial de esta organización.
Este año 2023 se desarrolla el denominado Foro Político de Alto Nivel en el cual se discutirán algunos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible considerados estratégicos. El mismo se centrará en el papel de las mujeres y las niñas en la ciencia. Estos objetivos son: agua potable y su saneamiento, energía asequible no contaminante, industria, innovación e infraestructura, ciudades y comunidades sostenibles y las alianzas para lograr dichos objetivos.
Con la creación de esta efeméride se comprometen también órganos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO; la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, ONU Mujeres; la Unión Internacional de Telecomunicaciones, UIT entre otras organizaciones con competencia para promover el apoyo de las mujeres científicas y el acceso del género femenino a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.
Las estadísticas mundiales denotan la gran disparidad y avalan la creación de esta iniciativa.
Dentro de las academias científicas nacionales tan sólo 12 % son mujeres. En términos de becas de apoyo para la investigación hay un 33.3 % de mujeres que reciben estipendios, pero son más modestos que para los hombres. En el área emergente de la Inteligencia Artificial sólo 1 de cada 5 de las plazas están ocupadas por mujeres profesionales en dicha área. Comparativamente con los investigadores hombres, las investigadoras son peor pagadas, su trabajo está muy poco publicado en revistas de alto nivel, en general no son tomadas en cuenta para los ascensos y sus carreras profesionales son más cortas.
Cada vez son más los datos que evidencian que las mujeres, contrario a los mitos establecidos, son más productivas que los hombres en áreas científicas y tecnológicas, como lo revela un estudio mexicano: “…la investigadora promedio en las universidades públicas es alrededor de un 8% más productiva que sus pares masculinos”.
El óptimo desempeño de las mujeres, tanto en labores investigativas como en cargos de gestión, parece estar relacionado con poseer algunas ventajas en los modos de ser y de obrar: visión y gestión más cónsona con la vida, ser especialmente empáticas, capacidad multitarea y ser más cuidadosas con los delicados equipos tecnológicos que se emplean en laboratorios e industrias.
Venezuela lleva la delantera en la incorporación de las mujeres a la ciencia. El dato de que más de un 60% de la actividad científica en este país es realizada por mujeres ha sido noticia en los últimos años. Sin embargo, tal y como reflexiona la Ministra de Ciencia y Tecnología de la República Bolivariana de Venezuela Gabriela Jiménez en su artículo: “La subversión de las mujeres en la ciencia”, es necesario superar lo cuantitativo para hacer la diferencia en cuanto a las metas de desarrollo sostenible.
Hacer ciencia para la vida y no para los mercados, determina una diferencia sustancial que podría ser la clave para la sustentabilidad de la vida en el planeta, siempre y cuando se sustituya el paradigma positivista-patriarcal en el ejercicio de la ciencia.
Venezuela también está a la vanguardia en el camino de ese cambio paradigmático con iniciativas que incorporan el saber amoroso y materno, el arraigo, la sanación, la diversidad, el comunalismo, la solidaridad, la creatividad, entre otros atributos que contribuyen a una relación distinta con la naturaleza y garantizan el alimento, la dignidad y el bienestar. Algunas de ellas es la Alianza Científico-Campesina y Los Semilleros Científicos.
Asimismo, en los últimos años han aflorado distintas organizaciones y encuentros de mujeres en los distintos ámbitos del quehacer nacional ante la necesidad de distinguir la acción para el empuje de la equidad. El área científico-tecnológica no se ha quedado atrás y podemos nombrar algunos de ellos: Encuentro de Mujeres en La Ciencia organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y la Tecnología, MINCYT, Mujeres por el Software Libre, Gallinas Amorosas, Petro-Mujer, entre otras.