Alejandro Silva Guevara / Foto Candi Moncada
Esta joven química y docente hizo su tesis sobre el desarrollo de un pegamento a base de polímeros naturales extraídos de la yuca, procesados con las mismas técnicas con las que se obtiene almidón de maíz. Además anda acompañando otro proyecto ambicioso: hidrogel cicatrizante capaz de curar escaras y quemaduras
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Hace unos años, una profesora le dijo a Sofía Valentina Salazar Bigott que existía la posibilidad de que pudiera hacer la tesis en una compañía dedicada a la producción de pegamento industrial. Ella aceptó, aunque con sus reservas: “No quería dedicarme a la industria, eso de crear un producto para comercializar, para el capitalismo, me parecía una contradicción”. En ese preciso momento atravesábamos la peor parte de una crisis bien orquestada en la que la principal industria del país, Pdvsa, estaba casi paralizada; no había producción suficiente de ninguno de los alimentos básicos porque los productores y comerciantes habían decidido unirse en la tarea de castigar a la gente en nombre de su libertad especulativa.
Pdvsa emplea grandes cantidades de almidón de yuca; la usan en los procesos de perforación y extracción de petróleo, por ser un producto bio-amigable y fácilmente bio-degradable. Como no estaban activos, en el año 2018 había disponibilidad de este producto nacional y los estudios de Sofía se basaron en la obtención de pegamento a partir del almidón de la yuca (“Mi formación de pre-grado fue en el área de productos naturales, fitoquímica, de esos compuestos que se extraen de las plantas”) porque no había producción de almidón por parte de las compañías que lo obtenían del maíz, así que se pensó en una solución que utilizaría recursos nacionales, frenaría la importación y podía ser sustentable en el tiempo. Los componentes para hacer pegamento se importaban de Brasil.
Pero Pdvsa pudo reiniciar sus labores y volvió a utilizar almidón de yuca, por lo que el experimento de Sofía debió volver al uso de maíz como fuente. La compañía estuvo de acuerdo en que se iniciara este trabajo de investigación con lo que llaman “fuentes no convencionales”, que en este caso se refiere a la obtención de polímeros de verduras como el ñame, el ocumo, la papa (que utilizan en Rusia) y la yuca, aunque esta última está prácticamente fuera de esa categoría debido a que ha sido muy tomada en cuenta y estudiada por sus propiedades en los tiempos recientes.

Durante el proceso de investigación, el trabajo se enfocó en la creación de 81 tipos de pegamentos, pero finalmente se concretaron 37 variantes del mismo. La ventaja es que los estudios sirvieron para “tabular” las diversas composiciones y porcentajes de los componentes y elementos de cada tipo de pega, según el uso que se le vaya a dar, porque no todas sirven para lo mismo.
El viejo truco
Resulta que esto de la utilización de pegamento es bastante viejo; desde la época de las glorias de Egipto, ya se tenía conocimiento del uso de pegas en diversas labores. Nuestros indígenas también lo utilizaban en actividades como la alfarería o la artesanía de cuero.
Todo parte de la obtención del polímero natural que no sólo se encuentran en ciertas verduras, sino también en algunos cereales y granos en mayores y menores cantidades. En el caso de la yuca, explica Sofía, la obtención del mismo se realiza de manera convencional, o sea, como lo hacen nuestros ancestros, rayando el material que luego exprimen; al almidón que se obtiene se le agregan unas enzimas que separan los contenidos del almidón y lo convierten en dextrinas, que es un producto intermedio entre el almidón y la dextrosa.
Este proceso se logra de varias maneras: está la “ruta seca”, en la que se mezcla poco almidón con agua y se tuesta; la “ruta húmeda”, en la que el almidón se vierte en una solución o suspensión; otra manera es la de agregar cierto ácido que logra la hidrólisis, que no es más que la separación de moléculas (el hidróxido de sodio hace esta función); finalmente también se le puede agregar una enzima que funciona como un catalizador biológico que se puede obtener a partir de varias bacterias cultivadas, pero su fuente de obtención más común es la saliva. A esta enzima se le llama amilasa y ésta rompe la cadena estructural del almidón.

Posterior a ello, se le agrega el bórax, que estabiliza las dextrinas y, según las cantidades porcentuales que se mezclen de ambas, se obtiene el pegamento que se denomina “Pegamento de Dextrinas Boradas”.
También se deben tomar en cuenta ciertos parámetros en la preparación de mezclas de pega, por ejemplo, la viscosidad que define la resistencia del producto y su manera de fluir, así como las cantidades de dextrina y de soda.
Todos estos procesos, que ya han sido prolijamente estudiados y puestos en práctica por los fabricantes, fueron probados con almidón de yuca con resultados satisfactorios y arrojó tabulaciones y registros sobre las cantidades exactas de las pegajosas muestras. Los resultados varían según la cantidad de enzimas que se le agregan al proceso y el tiempo al que se expone la mezcla con ellos. Estos estudios de laboratorio y la tesis de Sofía, se convirtieron posteriormente en un convenio de cooperación entre la empresa y profesores, alumnos de pre y post-grado de la Universidad Central de Venezuela.
Buena para la piel
Pero Sofía y otras químicas y químicos no se conformaron con la producción de pegamento. Ella había comenzado una investigación en la que estaba produciendo quitosano, un químico que se obtiene básicamente de los desechos de las conchas de camarones, langostas y cangrejos y que deben ser importados a precios bastante altos. De un potecito pequeño de este insumo, que comúnmente se considera desecho, la científica logra obtener cierta cantidad del producto.

El proyecto, que está siendo financiado por el Fonacit, perteneciente al Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología, se llama “Desarrollo de Hidrogel Cicatrizante en Matrices de Almidón”. Este incipiente producto se encuentra en período de prueba. Se ha probado con éxito en ratones; informalmente y bajo vigilancia, unas pocas personas, al margen de los resultados que se deben cuantificar para cumplir con la norma, se han aplicado el producto obteniendo resultados cicatrizantes en quemaduras y heridas notablemente efectivos y rápidos.
Lo ideal sería lograr producir este gel y que sea distribuido a bajo costo, principalmente entre personas de capacidad reducida que son las más propensas a sufrir de escaras, pero no puede ser posible si no se logra que todos los componentes de este remedio sean elaborados en el país con los recursos existentes en esta tierra que, siempre lo digo, da para todo.
Sofía Valentina y la profesora María Rodríguez acompañan a Felipe Spena en el proyecto completo, que es su tesis de grado, y que debería estar listo este mismo año con todos los datos y especificaciones.

Las razones de Sofía
Solemos pensar que las inclinaciones de las personas que hoy se dedican a ciertos trabajos, labores y profesiones específicas, lo hacen porque siguen el camino de alguien cercano, y sí, es verdad la mayoría de las veces, pero en el caso de Sofía Valentina Salazar Bigott no es así.
Nació en Caracas el 25 de enero de 1991 y aunque sus padres son caraqueños, creció bajo un amplio espectro de influencias culturales venezolanas, Sus abuelos maternos, por ejemplo, son de Tucupita y Caicara del Orinoco; sus abuelos paternos, de Carabobo y Zulia, y su casa es de puertas abiertas para quienes lo necesiten. Y si hablamos de las actividades con las que tenía contacto directo, podemos decir que estuvo rodeada de familiares que tenían profesiones como Filosofía, Contaduría, profesora en Castellano y Literatura, y otras que distan mucho de los tubos de ensayos y los microscopios.
Estudió Química porque una profesora de bachillerato le enseñó que la materia era chévere, que no era complicada como algunos profesores mal enseñan. No fue fácil porque ella no se lleva muy bien con la teoría, sino con la práctica, además de las interrupciones que tuvo que aguantar porque la UCV se convirtió en una especie de fuente inagotable de sombras y posiciones políticas chimbas por parte de quienes llevan las riendas de la institución.
Así que se graduó como licenciada en Química con la tesis: “Aislamiento, purificación y caracterización de los metabolitos secundarios presentes en la especie Tachigali chrisofhylla” y es Magister en Ciencias con la tesis mencionada arriba: “Diseño de metodologías para la obtención de pegamentos para papel y cartón a partir de almidón venezolano de y uca”. Como docente, es parte del equipo que lleva adelante la “Olimpiada Juvenil de Ciencias del estado Bolivariano de Miranda”, de la que hay un artículo en esta revista y que más allá de competir, busca enamorar a los chamos y chamas sobre el hecho científico y los beneficios inmediatos que puede aportar más allá de las aulas de clases.

7 comentarios
Felicitaciones a Sofía Salazar Bigott por sus aportes a la ciencia desde Venezuela y a quien escribe, por su buena letra!
Me gustó muchísimo la reseña. Esa niña es nieta de Flor Pinto, mi amiga y pariente, quién es, al igual que sus antepasados, oriunda de mi pueblo MONTALBÁN. Me alegra muchísimo conocer de sus bien perseguidos y merecidos logros.
Hermoso reportaje. Sofía es demasiado inteligente, eso lo dicen por ahí. Que bueno que ella haga este aporte a la ciencia . Felicitaciones y gracias por la entrevista. Conocí a Sofia desde el punto vista académico.
Me costa que la Profesora Sofía es un ser brillante,un modelo a seguir y una gran inspiración ya que actualmente soy su alumna y es fascinante su amor por la ciencia.
Después de haber leído este reportaje me interesa contactarme con la licenciada Sofía ya que estoy con un proyecto de fabricación de dextrina en polvo para mí actual cartera de clientes
Hola! si puede déjeme un número o correo de contacto y conversamos
Hola Sofía, tenemos un proyecto para fabricar dextrina en polvo, me gustaría reunirme con usted