Malú Rengifo
Esta es una receta tomada de la obra de culto y referencia culinaria venezolana, de nuestros momentos de grave crisis de abastecimiento: el Recetario del pelabolas
_________
A partir de los 30 toda mujer debería comenzar a ingerir calcio adicional para mantener la salud de su osamenta. Claro que no le sugiero a nadie que se ponga a medicarse con cápsulas de calcio ni productos comerciales. Sugiero, en cambio, incorporar a su dieta recetas con espinaca o que preparen la cáscara de huevo molida y diluida en zumo de limón. O que preparen cualquier cosa sabrosa con mucho ajonjolí, como la mamá de las mantequillas: el tahini.
Cuando yo tenga una hija la voy a llamar Tahini Rengifo. Si no tiene padre, claro. Si tiene padre le pondré el apellido de su padre y sacaré a la venta un producto alimenticio delicioso, más barato que la margarina y muy, pero muy nutritivo —a diferencia de esta— que, en su primera fase, estará envasado en potes de margarina comercial reutilizados y llevará el nombre escrito con marcador grueso en la tapa: Tahini DiCaprio, Tahini Gosling, Tahini Iglesias, Tahini Dávila o cualquiera que sea el caso. Así, mi hija llevará el nombre del producto untable del futuro, la más sabrosa mantequilla que habremos de conocer. En poco tiempo el producto me dará tantos dividendos que tendré que comprar otro procesador de alimentos más grande, podré diseñar unos empaques mejores, la marca crecerá exponencialmente y, al cabo de un tiempo, mi heredera tendrá asegurado su futuro a punta de un imperio de tahini. Y lo aborrecerá, seguramente. Al tahini, no al imperio.
Mientras todo aquello sucede, el tahini se lo va a tener que preparar usted, pero le juro que no le traerá problemas, jamás se arrepentirá. Es facilito. Para preparar casi un kilo de tahini deberá usar, básicamente, cuatro ingredientes: medio kilo de ajonjolí, agua, sal y aceite. Para versiones más elaboradas del producto le sugerimos agregar unos cuantos dientes ajo (los que pueda), un chorrito de vinagre, el jugo de un limón, pimienta al gusto y perejil picado pequeñito.
El caso es que yo no sé en qué orden deberían echarse cada una de esas cosas, y debería saberlo, porque Mercedes Chacín hace el arroz con leche mucho mejor que yo y eso se debe a que ella sí sabe en qué orden echar los ingredientes y cuántas veces hay que revolver esa guarandinga por un buen rato hasta que quede increíblemente cremosito y ligero, y tiene la disciplina para hacerlo, que yo tampoco tengo. Pero bueno, decía que yo no sé si hay que echar los ingredientes en un orden específico. A mí me funciona bien la de “meta todo eso en un procesador de alimentos, molinex o licuadora de cualquier tipo, licúe por un buen rato, ajuste la sal y ya”. Y eso lo unto en cualquier pan, casabe, panqueca, se lo echo a las ensaladas y hasta arepa sola con tahini he comido para la cena y es delicioso.
Lave bien el ajonjolí y déjelo varias horas remojando en bastante agua; luego cuélelo y procéselo o licúelo con todos los ingredientes a su gusto (si lo quiere más líquido agregue más agua y/o más aceite, según a usted le provoque. A mí me gusta más bien pastoso y le echo poquito de ambas cosas).
Si en la ajustada de los sabores le piensa meter el dedo, procure apagar primero la licuadora.