En la costa del estado Aragua y en Mérida, estos anfibios de colores vivos dan cuenta de cómo están nuestras relaciones con la naturaleza, e incluso cómo están las relaciones entre los propios seres humanos
José Luis Omaña / Foto de portada: Brian Gratwicke (bajo Licencia Creative Commons – CC BY)
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Francisco Nava, trabajador del IVIC-Mérida, es un biólogo extraño. Ha logrado trascender el fetichismo de la especie que estudia, propio de las escuelas de biología de nuestras academias coloniales. Dice que las ranas arlequín –género Atelopus– son bioindicadores de las relaciones de producción y reproducción de la vida y la historia de los pueblos.
Estas ranitas son extremadamente vulnerables al cambio climático, a la modernización de las poblaciones humanas, a la introducción del desarrollo extractivista, a los cambios del uso de la tierra y a la presencia de algunas enfermedades endémicas, como un hongo que las ha llevado al borde de la extinción.

Desde el año 2020, junto al Grupo de Trabajo Atelopus Venezuela, Francisco combina el ecologismo popular y la educación popular liberadora. Su tesis es que la rana arlequín sobrevive en Cuyagua, Cata y Chuao (estado Aragua) gracias a las estrategias de cuidado y protección de las tierras, las aguas y la biodiversidad de estas comunidades: gracias a la persistencia de una economía conuquera y a una ecología corresponsable.
En el resto de la cordillera de la costa venezolana la ranita no ha corrido con la misma suerte. Al filo de su extinción, la rana Atelopus de la costa sólo sobrevive (que se sepa) en los nombrados pueblos del estado Aragua.
Otra cosa sucede en la aldea La Carbonera, a casi 3000 metros de altura sobre el nivel del mar, en el estado Mérida. Allí, hasta la década de 1980, las ranitas se veían por doquier. Hoy, las y los abuelos recuerdan que cuando eran niños jugaban a criarlas. En la época del asfaltado de la carretera entre Jají y La Carbonera, las ranitas empezaron a desaparecer. Después del trabajo de Francisco y su grupo de investigación, dos de estas ranas fueron reportadas por los vecinos de la aldea. Pero nada como antes, cuando llenaban las carreteras recién asfaltadas, y los carros las pisaban por docenas.
En esos dos lugares el Grupo de Trabajo Atelopus Venezuela ha desplegado sus artes y sus ciencias con y para la gente de esas poblaciones.
Compartiendo saberes desde la escuela
Su método es simple: invitan a las niñas, niños y jóvenes de las escuelas de la localidad a investigar sobre la ranita arlequín en la memoria del pueblo y en los espacios donde se encontraba o se encuentra. Las y los estudiantes determinan dónde y con quiénes investigar. A través de mapeos colectivos, identifican posibles riesgos y peligros ambientales de la localidad. También identifican a las y los guardianes de la memoria del pueblo, hombres y mujeres que los reciben en sus casas y en sus lugares de trabajo. Luego, junto al Grupo de Trabajo, diseñan las preguntas de las entrevistas, se introducen en el lenguaje audiovisual, estudian algunas técnicas para el uso de la cámara y el registro de audios, y así salen al encuentro de la gente, sus experiencias y sus recuerdos.

Las y los estudiantes repasan sus territorios y, en muchos casos, los caminan por primera vez, mientras reconocen la importancia de los “maestros pueblo” para la comunidad. La escuela se expande así a todo el territorio, convertido en un espacio y un tiempo para pensar su historia reciente, así como el contexto mundial en que esa historia sucede.
Con la ranita como motivo y como excusa, el objetivo es facilitar en las y los estudiantes una experiencia auto-etnográfica, que les permita auto-representarse simbólicamente utilizando herramientas de las artes. La producción de un audiovisual colectivo, la realización de un mural, el dibujo, la construcción de una obra de títeres, la escritura creativa, entre otras, permiten organizar, sistematizar y poner a circular en la comunidad los testimonios de los guardianes de la memoria del pueblo, registrados por las y los estudiantes. Un efectivo y sensible ejercicio de intercambio de saberes artísticos y científicos (académicos y populares) sobre geopolítica climática, biodiversidad y memoria local.
Así se logran tres cosas: 1. Promover la revisión de contenidos científicos y políticos para la soberanía del territorio, a través del re-conocimiento popular de la ranita –Atelopus– como bioindicador sociocultural y como memoria biocultural del pueblo; 2. Hacer un aporte a la auto-representación simbólica de las y los estudiantes de las escuelas, con un enfoque de resguardo de la biodiversidad y de la memoria biocultural de su propio pueblo; y 3. Todo ello activa la conversación sobre la crisis ambiental global, con perspectiva transdisciplinaria, que las y los estudiantes comprenden como un hecho concreto presente en sus vidas cotidianas.

En La Carbonera, la desaparición del sapito amarillo, o su ausencia, activó la memoria de la gente a través de la indagación de las y los estudiantes
Un audiovisual necesario
En el año 2020, con las niñas, niños y jóvenes de Cuyagua (estado Aragua), el Grupo de Trabajo Atelopus Venezuela se comprometió con más de 60 estudiantes y 5 maestras en la realización del documental El sapito de la resistencia, planificado, grabado y editado por los propios estudiantes. Para ello contaron con el apoyo de las maestras, directivas, obreras y trabajadoras administrativas de las escuelas de Cuyagua, así como con trabajadoras y trabajadores de Inparques.
Desde el año 2021, en la aldea La Carbonera, del estado Mérida, Francisco ha propiciado encuentros con las y los trabajadores docentes, empleados y obreros de la Escuela Granja Técnica Agropecuaria Mistajá. Allí, en cada casa visitada y en cada camino, las y los estudiantes se han ido “apropiando” de la investigación, perfeccionando sus preguntas, buscando respuestas más profundas o complejas, a la vez que se han ejercitado en el arte del registro y la realización audiovisual.
En La Carbonera, la desaparición del sapito amarillo, o su ausencia, abrió las puertas a la investigación comunitaria. Activó la memoria de la gente a través de la indagación de las y los estudiantes. Poco a poco se evidenciaron las causas de la desaparición del sapito: las transformaciones recientes en el territorio debido al cambio abrupto del uso de la tierra, especialmente por la llegada del desarrollo y las políticas de la dependencia.
Con similar metódica a la empleada en Cuyagua, y en plena pandemia por Covid19, las y los jóvenes de la Escuela Mistajá realizaron el audiovisual Tras las huellas del sapito amarillo de La Carbonera.

El regreso de la ranita
Al día de hoy, y luego del avistamiento de una pareja de ranas arlequín en La Carbonera –Atelopus carbonerensis–, registrado fotográficamente por habitantes de la aldea, el Grupo de Trabajo Atelopus Venezuela insiste en facilitar la insurgencia de la memoria biocultural de comunidades andinas, donde las ranas arlequín han desaparecido para la ciencia pero no del todo para las y los habitantes de los pueblos de la cordillera merideña.
A inicios del año 2023 el Grupo amplía sus herramientas de comunicación y expresión artística, porque ahora cuenta con nuevos aliados titiriteros, escritores y artistas visuales que cruzan sus saberes con los de la biología de la conservación, el ecologismo popular y la educación popular liberadora.
De Cuyagua a Mistajá y de allí hasta La Mucuy, el Grupo invita a las infancias a buscar las ranas arlequín, tanto en lo profundo del bosque como en la memoria de la gente. Ciencias, artes y educación popular se cruzan en esta búsqueda, que es, al fin, la insistencia en fortalecer la conciencia colectiva ecológica, política y comunitaria de los pueblos andinos y costeros.
3 comentarios
Excelente trabajo👍🏻Fran
Tu corazón está puesto en todo lo que haces..
Un verdadero gozo saberte en este camino de la investigación, de la educación,…y hacerlo a lo grande… despertando en los más chicos ese amor, ese interés por un mejor vivir en común unión. 👏👏👏👏👏👏
Alix😘
Compañero, amigo, hermano no de sangre. Feliz estoy de haberme cruzado en mi vida con un ser humano como tú. Te admiro por tu trabajo y tu nobleza.
Bravo Franc, 20 ptos. Esta es la verdadera *IAP*. Dios te bendiga sobrinhijo, gran alegría nos has dado.
Heberto y Sandra.