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De materia contaminante a superalimento con la alquimia de Jetzabel

por Alejandro Silva Guevara
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Una joven petareña se ha aplicado a perfeccionar una iniciativa única en el mundo, desde el Centro Nacional de Tecnología Química de Venezuela. A dos problemas, una solución

Alejandro Silva Guevara / Fotos: Candi Moncada y cortesía del CNTQ

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Bien sea aceite de soya, maíz o palma, las empresas que los destilan para consumo humano nunca han sabido qué hacer con los sobrantes que resultan del proceso de elaboración de estos rubros; depositados a cielo abierto hacen combustión y generan incendios y si van a parar a los torrentes de agua lo contaminan por su condición de “pasivo ambiental”. Una de estas empresas solicitó ayuda al Centro Nacional de Tecnología Química, (CNTQ) y la ingeniera Jetzabel Istúriz fue la encargada de asumir este reto.

Jetzabel nació en Petare, Caracas, y desde que tenía dos años vive en Naiguatá, La Guaira. Criada por sus abuelos maternos y sus tías, es del progenitor de su madre de quien aprendió muchas de las cosas que la han guiado en su camino científico.

Su profundo amor por la Pachamama la llevó a hacer una carrera vinculada con el cuidado de la naturaleza. Se inclinaba a realizar estudios en biología aunque también le llamaba la atención el trabajo en audiovisuales, pero su familia no podía costear ninguna de las dos carreras y por razones de logística terminó estudiando Ingeniería Ambiental en la Universidad Marítima del Caribe, ubicada en Catia La Mar, en la que recibió el título de Ingeniera Ambiental.

«Me quedé allí porque a pesar de ser una carrera de ingeniería tiene mucho trabajo de campo, trabajo con la naturaleza, que era lo que yo quería», afirma Jetzabel, quien no sabía, mientras estudiaba, que ejercería su profesión a carta cabal.

Ya titulada, su primer trabajo fue la investigación para su tesis en el área del tratamiento de los desechos que ingresan al país por el Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar”. Éstos se consideran nocivos porque no se sabe de qué están hechos y al llegar al terminal aéreo deben ser incinerados sea cual sea su origen o naturaleza. Así que presentó una tesis que tituló: “Plan de Manejos de Residuos y Desechos Sólidos del Aeropuerto General y Operaciones Aeroportuarias”.

En la dinámica de un país asediado desde dentro y desde afuera, se dedicó a la enseñanza como primer trabajo formal. Fue docente en educación media y universitaria.

En el 2016 le proponen, por referencias de conocidos, un puesto como líder de un proyecto en el Centro Nacional de Tecnología Química, CNTQ, específicamente en el “Estudio de impacto ambiental proveniente de actividades industriales”, pero nuevamente tuvo que renunciar en el 2018, debido a que la crisis inducida con la que han querido arrodillar al país se comenzó a agudizar. Después de un año, en 2019, regresa para apoyar a un compañero en una investigación y terminó quedándose para continuar con el proyecto que había iniciado en el 2016.

Luego del análisis de los elementos que componían los sobrantes de los aceites, Jetzabel centró las investigaciones en cómo o en qué darles utilidad y llegó a la conclusión de que podían servir como complemento alimenticio para animales, y decidió trabajar o experimentar con ganado.

El manejo de estos residuos son un campo muy poco estudiado. Sólo se conoce que hay unas patentes adquiridas en algunos países europeos que registran el tratamiento con sal como una manera de disminuir su propiedad de combustión, pero nadie ha planteado una reutilización, hasta ahora, que no sea la emprendida por ella desde el CNTQ.

Aunque estuvo a punto de irse a otra institución, una vez aprobado el proyecto decidió quedarse para completar las investigaciones que ya había adelantado.

Caramelo alimenticio para rumiantes

Al comienzo la industria del sector se negaba a suministrarle la materia prima (los desechos del proceso para obtener aceite) por ser «secreto empresarial». Superado el problema, comenzó a trabajar con los rangos de porcentaje de los ingredientes con los que “armaría” los prototipos y se dio a la tarea de lidiar con algunos de los aspectos necesarios para realizar correctamente el experimento, como el de la compactación de los ingredientes. Apelmazó manualmente “bloques” de 5 a 10 kilos con una mezcla que debe dejarse reposar por varios días –mínimo siete– para lograr que sean suficientemente compactos.

La argamasa está compuesta de cal y calcio, que funciona como agente aglutinante; urea, que es una fuente de nitrógeno no proteico que facilita los procesos digestivos; afrecho de trigo u otros similares; la melaza, que es vital para darle un sabor agradable al paladar de vacas, toros y becerros, y sal (cloruro de sodio) o sales minerales.

En el proceso de preparación primero se mezclan los sólidos y luego se le agrega la cal con la urea. Al final, debe tener esa consistencia sólida y dura para evitar que el ganado muerda el bloque nutricional y lo ingiera demasiado rápido, de modo que hasta la forma redondeada del mismo debe obligar a la vaca a lamer en lugar de morder.

Una vez realizados los análisis bromatológicos o nutricionales y de habérseles aplicado las normas Covenin de suplemento para ganado, el resultado arrojó que estaba suficientemente balanceado.

Con la investigación de Istúriz se consolida un alimento que debe ser ingerido en alternancia con el pasto y que debería estar dirigido al campesinado de conuco, más que a grandes hacendados que manejan enormes extensiones de tierra y ganado para uso comercial y a los que les proveen de complementos alimenticios preexistentes en el mercado que un campesino no puede adquirir.

Del laboratorio al corral

Después de haber dado con la fórmula para hacer el complemento alimenticio en los laboratorios había que probarlo. Tras considerar algunas alternativas que resultaron fallidas, la solución la aportó un integrante del equipo de trabajo al sugerir hacer la investigación en el monasterio “María Reina de los Ángeles”, en Chirgua, estado Carabobo, de manera que pusieron a disposición en el convento a nueve animales seleccionados y discriminados por edad y sexo, y se les administró el alimento de manera controlada.

En esta etapa de pruebas, la investigación requirió suma atención y muchas exigencias, porque había que evitar el consumo descontrolado de la urea que contiene el «caramelo», ya que si los animales lo consumen en exceso podría resultar dañino para su salud. Se procedió entonces a aplicar el método de “oferta restringida”, que consiste en distribuir las raciones a tres horas por día únicamente.

Cuenta Jetzabel que las primeras en acercarse a los bloques fueron las vacas, después los becerros y por último los toros, que inicialmente se habían mostrado indiferentes hasta que lo probaron y se dedicaron a “lamerlo con animosidad”.

Este experimento se ejecutó durante veintiocho días continuos arrojando excelentes resultados. El desarrollo tiene una triple función: la de proveer al animal de un complemento alimenticio óptimo, reciclar los desechos de la industria aceitera y cuidar del medio ambiente.

Aparte del convenio, en el que las monjas de Chirgua prestaron el ganado para las pruebas, se debe decir que quienes hacen vida en ese recinto religioso mantienen un acuerdo de siembra de papas con la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico, Codecyt, lo que convierte al convento en un núcleo de semilleristas de la alianza Científico-Campesina. Las semillas las suministra Proinpa (Productores Integrales del Páramo).

El éxito de la investigación de campo refleja que los beneficios son acertados: el producto funciona como una vitamina.

Esta especie animal de cuatro estómagos, más de quinientos kilos de peso y con procesos rumiales complejos, puede obtener de estos bloques los nutrientes que los mantendrán bien alimentados. Además, el bloque mejora las capacidades digestivas del ganado, incrementa el apetito, ayuda en su proceso ruminal y los hace aumentar de peso.

¿Dónde comerán las vacas?

La segunda parte de la investigación se llevará a cabo desde estas fechas hasta el mes de septiembre. Ha sido superada la inquietud inicial acerca de si el complemento alimenticio desarrollado por Jetzabel era garantía de engorde del ganado, pues ya es un hecho la calidad del producto.

Tras experimentos realizados sobre los valores nutricionales del pasto que consumen normalmente vacas, toros y becerros, éstos dieron como resultado que el pasto está empobrecido. Ese empobrecimiento solía acentuarse en tiempos de sequía, pero ahora también ocurre en temporadas de lluvia y se cree que es debido a la erosión y cansancio de los suelos y al cambio climático.

Las investigaciones en esta etapa se enfocarán en el mejoramiento del producto agregándole, por ejemplo, minerales y otros elementos nutricionales que se obtendrían del sorgo, trigo y coseta (también restos, pero de la remolacha azucarera). El alimento en experimentación va dirigido al llamado ganado de engorde y a las vacas lecheras. Los estudios que realizará Jetzabel determinarán cuáles son los complementos o ingredientes a utilizar para uno u otro tipo de ganado. Esto se hará midiendo la productividad cárnica o lechera de los animales, comparando entre individuos a los que se les suministrará el bloque nutricional en contraste con los que se alimentan de pasto venido a menos.

También está pendiente el registro del producto, pero esto depende de la culminación de la segunda parte de las investigaciones y de la creación de algunas máquinas compactadoras y mezcladoras que facilitarían enormemente un trabajo que se hace con mucho esfuerzo manual. Nuevamente se realizarán estos experimentos con las vaquitas, toros y becerros de las amables religiosas del convento “María Reina de los Ángeles”.

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