A Adriana del Nogal
Mirar hacia arriba es una de esas cosas que a veces suele negarse a hacer alguna gente cuando las pantallas, que cada vez son más, les atraen. En caso de que no lo haya hecho, nada perderá averiguando cómo está el cielo hoy.
«¿Has oido al lobo aullarle a la luna azul?
¿O has visto a un lince sonreir?
has cantado con la voz de las montañas
y colores en el viento descubrir»
Así dice la canción “Colores en el viento” utilizada en la película Pocahontas, un himno a todos los colores que regala este planeta vivo, de esos colores está repleto el cielo debido a los fenómenos ópticos atmosféricos, un nombre menos romántico pero que ya nos habla del asombro.
Todas las formas de radiación electromagnética (rayos gamma, rayos X, luz ultravioleta, luz visible, luz infrarroja, microondas y ondas de radio son portadas por partículas llamadas fotones.
Nuestros ojos, esas maravillas a las que las más avanzadas cámaras aun no logran imitar, captan otras maravillas como esos rojizos atardeceres que ocurren cuando se produce la interacción entre los fotones de luz solar y las moléculas que se encuentran en nuestra atmósfera.

Aunque de niños pintamos al sol de amarillo, que es como suele verse en algunas tardes, su color es el de todos los colores mezclados, estos pueden verse cuando la luz atraviesa un medio transparente, sea un prisma, el aire o un aerosol de gotas de líquido, se descompone formando un arco iris.
Se les llama “espectro de luz visible”, aunque “hay mucha más luz que la del pequeño segmento del espectro que alcanzamos a ver”, dijo Carl Sagan. Cada color tiene una longitud de onda diferente, mientras el rojo, que está en un extremo del espectro visible, posee la más larga, el azul posee la más corta y está al otro extremo.
No todos los colores que viajan en la luz son absorbidos por la atmósfera del mismo modo: cada fotón será absorbido según su energía, las moléculas del aire capturan el color azul con más facilidad que el color rojo, por eso vemos el cielo azul. Se le llama dispersión de Rayleigh en honor del británico que lo explicó primero en 1871.

Cuando el sol se encuentra sobre el horizonte hay más atmósfera, hasta diez veces, entonces la dispersión es mayor y a nuestros ojos llega menor cantidad de color azul mientras que el rojo se ve menos afectado, la cosa se intensifica si hay diminutas partículas de polvo en la atmósfera, terminamos viendo el cielo rojo… y conmovidos…
La gente vio lunas azules prácticamente todas las noches en 1883, luego de que explotara el volcán indonesio Krakatoa con la fuerza de una bomba nuclear de 100 megatones. Las columnas de cenizas se elevaron lo más alto de la atmósfera terrestre. ¡Y la luna se volvió azul!
Cuando se observan las nubes poco espesas, tipo niebla o neblina, vemos que estas son blancas y no azules, sus partículas acuosas (microgotas o microcristales de hielo) no dispersan la luz selectivamente y por eso se ven blancas, se llama Dispersión de Mie.
En los desiertos durante las horas de mucho calor se observa que la carretera se comporta como un espejo. Se trata de capas atmosféricas menos calientes que la tierra, se comportan como verdaderos espejos y reflejan objetos y superficies, apareciendo estructuras o imágenes llamadas espejismos inferiores.
Los espejismos superiores ocurren en latitudes altas (norte o sur) donde los mares son fríos, si las capas de aire pegadas a la superficie del mar son más cálidas, se pueden ver objetos y superficies invertidas respecto a su original y a una altura más elevada.

En zonas cercanas al polo norte o al polo sur se observan las auroras polares (boreal o austral, respectivamente), se forman cuando las partículas solares se estrellan contra la magnetósfera, ese campo magnético que genera el núcleo de la Tierra. Acumulan energía que luego se dispara sobre la ionósfera formando destellos que cambian de formas y colores durante una misma noche.
Estamos inmersos en una atmósfera donde van y vienen diferentes cuerpos que vemos y otros que no, moléculas, materias en suspensión que, a fin de cuentas, dispersan, reflejan, refractan y muchas cosas más a la luz.
“…estamos entre todos muy unidos
en un ciclo sin final que eterno es”
Somos seres de luz, a partir de ella las plantas toman la energía que luego genera una trama interesante y dinámica como la vida misma.