Actualmente distintos sectores de la sociedad se encuentran en la búsqueda de productos y servicios que cumplan dos premisas, por un lado brindar rentabilidad económica a quien realice la actividad, y por el otro, garantizar la sustentabilidad ambiental, es decir, que su impacto al ambiente sea el menor posible, y en el mejor de los casos que contribuya a revertir alguna de las situaciones negativas que afectan al planeta. El cultivo de algas marinas cumple con ambas premisas, y es una opción para los sectores humildes en algunas latitudes de nuestro mundo.
Las algas son organismos fotosintéticos que crecen en el agua, sus tamaños varían desde algunas que son unicelulares y microscópicas hasta pluricelulares de decenas de metros de longitud. Aunque su uso más común es como acompañante de platos populares en la cocina oriental, sin embargo, sus aplicaciones van más allá de la gastronomía, y son cada vez más demandadas para uso médico, cosmético, como biofertilizantes y biocombustibles. También se ha demostrado que su cultivo representa una importante alternativa en la lucha contra el cambio climático, ya que estos organismos pueden extraer y fijar dióxido de carbono y almacenarlos en sus tejidos.
La producción de algas para uso industrial ha visto un incremento en los últimos años. Sólo en el año 2021 tuvo un valor estimado de doce mil millones de dólares a escala mundial, y se espera que para 2025 crezca hasta los 26 mil millones de dólares. Su cultivo ya es común en Japón, China, Indonesia y Filipinas, de éstos, China e Indonesia son los mayores productores, y abarcan el 80% del mercado global. Otros países también han previsto su producción a gran escala, un ejemplo de esto es India, que con unos ocho mil kilómetros de costa ha proyectado aumentar su producción desde las 30.000 toneladas actuales a más de un millón de toneladas por año para el 2025. El gobierno indio ha apostado al éxito de estos proyectos, aunque tradicionalmente el cultivo de algas no ha sido popular en la India. En julio de 2021 fue anunciada la inversión de unos 85 millones de dólares en subsidios para las iniciativas de cultivo de algas marinas durante los próximos 5 años. Entre otros países, Australia también ha mostrado su interés y ha esbozado un plan para desarrollar una industria de cien millones de dólares para 2025.
Entre las ventajas de la producción de las algas se encuentra que requiere poca mano de obra, se realiza en balsas elaboradas de materiales económicos, reciclados o biodegradables como la madera, requiere de una baja inversión, por los pocos insumos que amerita su producción, ya que para este cultivo, no se requieren fertilizantes, agua dulce ni pesticidas, y otro de los elementos destacables, es su alta tasa de crecimiento, por ejemplo, uno de los tipos de algas más cultivadas es el quelpo, que crece a una impresionante velocidad de 61 centímetros al día. Además esta actividad es considerada ecológicamente sustentable ya que absorben una gran cantidad de dióxido de carbono disponible en el agua de mar y producen, después de la fotosíntesis, una gran cantidad de oxígeno.
Aunque este cultivo posee rentabilidad económica, sus beneficios también abarcan el área ambiental y social, y actualmente las autoridades indias investigan su mayor aplicación para reducir el impacto de las emisiones de gases de efecto invernadero, revertir la acidificación de los océanos y su impacto positivo en otras especies del medio marino. En el proceso productivo y ecológico, también se proporciona un medio de vida sostenible a las comunidades costeras de escasos recursos. Los testimonios de los beneficiados en la costa sur de la India, dan cuenta de la rentabilidad del cultivo, algunos que iniciaron con sólo diez balsas, actualmente cultivan hasta cien, y uno de las razones del rápido crecimiento, es el bajo tiempo de retorno, en sólo cuatro meses retorna la inversión. Una de las mejoras más significativas en la calidad de vida de estos productores es que sus hijos ahora tienen la posibilidad de estudiar en la universidad, lo cual antes era imposible con sus anteriores medios de vida.
La razón del alto interés en el cultivo de algas marinas radica en su uso como materia prima alimentaria a todos los niveles, actualmente se evalúan sus efectos positivos como complemento en la alimentación animal. Como ejemplo, un estudio de la Universidad de California determinó que mezclar algas rojas en la alimentación del ganado podría ser eficaz para reducir los gases de efecto invernadero. Otro aporte que indican los estudios, es que además de absorber dióxido de carbono cuando está viva, al morir, sus restos caen al fondo del mar, y al degradarse, pasan a formar parte del sedimento marino, reteniendo de esta forma el carbono en el fondo de los océanos.
La producción de algas también ha mostrado ser un incentivo para la conservación de las especies marinas, los agricultores indios trabajan sólo doce días al mes y no cosechan durante la temporada principal de cría de peces, entre abril y junio, esto con el objeto de cultivar sólo lo necesario, sin perturbar los ciclos naturales de los peces y el arrecife, lo que es otro indicador a favor de este rubro, así mismo, los científicos avalan el efecto positivo que tendrán las algas marinas en el ambiente ya que se estima que los hábitats costeros y humedales absorben hasta cinco veces más carbono que los bosques terrestres. Cultivos no tradicionales como éste, nos quedan como alternativa ya que pueden ser de vital importancia en el futuro de las comunidades costeras, en América Latina y otros países, dados los beneficios económicos y socioambientales, que pueden generar. Dependerá de la voluntad conjunta entre las fuerzas creadoras de nuestros pueblos y del apoyo de los tomadores de decisiones, al ver la oportunidad que se presenta en este tipo de rubros y hacer posible una mejora de los medios de vida y de nuestra Pachamama.