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Don Luis Zambrano entre la ciencia y el saber campesino

por Teresa Ovalles Márquez
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El 15 de agosto de 2023 se cumplen 33 años de la partida física del genio de Bailadores. Fueron más de cincuenta sus inventos, e innumerables las anécdotas que afianzan su figura como la de uno de los brillantes venezolanos semiolvidados del siglo XX

Teresa Ovalles Márquez / Imágenes: fotogramas de varios videos y documentales

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Don Luis Zambrano es el científico popular venezolano por excelencia. Aun cuando no alcanzó una gran notoriedad mediática (que, por otra parte, no andaba buscando) es uno de los grandes protagonistas del siglo XX venezolano. Vivió y trabajó para los pobladores de los campos andinos y supo darles calidad de vida llevándoles luz eléctrica y facilitándoles faenas al inventar, no sólo turbinas generadoras sino molinos de maíz, caña de azúcar, café y cacao, entre muchas otras de sus creaciones. Nació en Bailadores el primero de mayo de 1901 y partió el año de 1990 en Tovar, cuando tenía 89 años. Fueron sus progenitores Ramón de Jesús Zambrano y Natividad del Carmen Molina.

Sus primeros amaneceres en los predios andinos lo pintan como un niño prodigio hacedor de juguetes y de sueños. Humilde y sabio, como los buenos sabios. Auténtico campesino, hijo de campesinos. “Providencial”, juguetero, tecnólogo, observador, creador, ingenioso, preciso, visionario, práctico y audaz, eterno aprendiz, inolvidable, inmortal. Delgado y diminuto. Fue respetuoso de la naturaleza porque de ella aprendió la sencillez y la complejidad de las cosas, –como lo caracterizó Fruto Vivas. 

El maestro Luis Zambrano hacía magia con sus inventos, empezando por dar luz eléctrica a su pueblo con la fuerza de un río (el Zarzales). Fabricó microcentrales y trapiches para servir a sus semejantes campesinos de Bailadores, Tovar, Santo Domingo, Canaguá y muchos otros poblados. Dominaba sus quijotescas ideas sometiéndolas a números y cálculos matemáticos y físicos para culminar concretándolas colmado de satisfacción.

A decir de un discípulo suyo, fallecido hace poco, físico y académico de la Universidad de los Andes, Misael Rosales (entrevistado por La Inventadera) el legado de Don Luis consiste en haber comprometido al mundo académico porque “inicia una nueva fase en este tema que tiene que ver con una nueva tecnología popular, que se resuelve en casa y que resuelve a su vez el día a día de la gente, de agricultores que siembran café, plátanos… con tecnología casera. Don Luis Zambrano es una persona representativa de esa nueva tecnología que abrió un reto a la ciencia académica y a la popular”. 

Su personalidad

La humildad está asociada a la sencillez de los objetos y de la naturaleza, y encaja perfectamente con el aprender haciendo, aunque una se equivoque. Justamente, del hacer y del errar más se aprende y es cuando más se hace, según los principios filosóficos de este sabio. 

Con una existencia sosegada, como la de los pueblos merideños del Sur, fue implacable con la disciplina porque fue un creador de todos los días, en todo tiempo. Fabricaba desde un tornillo hasta una turbina de 50 kilovatios o un motor de carro de 23 piezas y 200 caballos de fuerza, cuando los convencionales los hacen a partir de unos 2.500 fragmentos. 

Y todo comenzó cuando en su niñez, con unas naranjas y unas paletas que las atravesaban, puso a dar vueltas al cítrico con la corriente del agua. Es el principio del funcionamiento de una turbina y la generación de la electricidad con la fuerza de un río. Ya de niño era un genio.

Fruto Vivas, su amigo y admirador,  lo comparó con creadores universales de la talla del italiano Leonardo Da Vinci, el estadunidense Tomas Alva Edison y con campesinos virtuosos del estado Lara,  como Sixto Sarmiento y don Pío Alvarado, por su concepto filosófico de la vida –como el de Simón Rodríguez–. 

Nuestro hermoso personaje fue en vida un hombre impulsado por la alegría. Su charla era divertida y llena de optimismo, a prueba de viudez.

“No me gusta vivir amargado, porque la vida amargada se gasta en balde, la vida es muy corta pa’ pasala en amargura, uno tiene que buscar la parte dulce”. Decía que había que echarle pimienta a la vida para hacerla más amena y que jamás debemos pensar en imposibles.

Consustanciarse con el Mago de Bailadores resulta reconfortante porque su filosofía de vida plantea además que los imposibles no deben tener cabida en nuestras almas. Eran algunas máximas de este mago “pensar para ejecutar” y “no permitir que se nos cierre la noche al mediodía”.  Parafraseaba a Bolívar al señalar que la “gloria no está en ser grande sino en ser útil”. Y era su orgullo haber servido en el campo. 

En una oportunidad en que daba una conferencia sobre el método científico, explicaba que “la técnica tiene que ser hija de la experiencia, porque la técnica se consigue en los libros, pero la experiencia no. La teoría es hija de la práctica”. 

Cuando fue padrino de una promoción en El Vigía afirmó que un título (universitario) no hace nada “engavetao”, hacen más cuatro dedos de frente (la mano le resbaló desde sus ojos a la calvicie, como diciendo que su frente era toda su cabeza). En otra oportunidad se le acercó un profesor preguntándole (para descalificarlo) que cómo hacía con el calibrador, a lo que el mago de Bailadores respondió con precisión y exactitud acerca de las partes de esta herramienta, y con una pregunta de mecánica que el sobrado profesor no supo responder. Don Luis era un conocedor empírico e intuitivo de la electricidad, la mecánica y la física aplicada.

En un documental de la Universidad Lisandro Alvarado, de Lara, Fruto Vivas habló de él mientras sostenía en sus manos un eficiente motor de aluminio de 23 piezas creada por este campesino que estudió, formalmente, hasta el cuarto grado, pero que le dio al país más que si hubiera obtenido un título universitario. 

El agua

Don Luis parece haber sido cautivado y embrujado por las aguas de sus ríos porque fue a partir de ella que ideó turbinas eléctricas que fueron a dar hasta la Nicaragua revolucionaria de Sandino, gracias al arquitecto Fruto Vivas. 

El río Mocotíes, denominado Zarzales en su paso por Bailadores, corre de norte a sur, nace en los páramos de El Portachuelo y La Negra y se alimenta de riachuelos y quebradas como Las Tapias, La Sucia y La Capellanía. Y así como esas quebradas alimentan las aguas del Zarzales o Mocotíes, así Don Luis se alimentaba de su entorno y de la observación profunda de la naturaleza para luego ejecutar, con precisión, sus ideas. Muchas veces trabajaba por encargos y apenas cobraba para poder comprar implementos para su casa-taller-escuela. 

El 29 de noviembre de 1984 la Universidad de Los Andes le otorgó el título de Doctor Honoris Causa “por su útil labor creativa”, reconocimiento que por primera vez se le confiere a un científico campesino. Fruto Vivas crea, junto a Raúl Esteves Laprea, la Fundación Don Luis Zambrano y también se crea el premio Luis Zambrano del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicit). 

Los inventos

Descubrió, de manera intuitiva, la relación entre la circunferencia y su diámetro, es decir, el valor de PI.

Un generador de 600 amperios, utilizado como soldador de varillas de 3/8, en 1939.

Un torno grande de trece tipos de roscas de diferente precisión.

Una peladora de fresas (fue uno de sus sueños). 

Una fundición con su respectivo horno, en 1948.

20 Turbinas utilizadas en pueblos, caseríos y haciendas para generar electricidad que permiten moler caña, trillar café y otros granos.

Cinco secadoras de café.

Una secadora de estiércol para abono.

Una turbina de doble efecto de cuatro salidas con efecto axial nulo;

Tres teleféricos montacargas con sus turbinas y una capacidad para transportar media tonelada en recorrido de medio kilómetro.

Una máquina clasificadora, limpiadora y cernidora de ajo con capacidad para 1400 kg por hora, que le valió el reconocimiento público por parte del Concejo Municipal de Bailadores, en 1980.

Una bicicleta moledora de granos y huesos;

Un taladro vertical con la adaptación de un motor de automóvil de 1924.

Desarrolló los principios básicos y la construcción de la turbina hidráulica y de la turbina a doble efecto; transformación de motores de gasolina a gas; propulsión de vehículos acuáticos; propulsión a chorro y funcionamiento de motores de explosión.

Hizo investigaciones en el desarrollo de un motor rotativo, su invento más trascendente, al que se dedicó desde 1950 con pasión creativa, una turbina de reacción, a la que llamó «Turbozam» (por «turbina» y «Zambrano») o “motor criollo”.

Don Luis llegó a confesar –a modo de ironía– que el único detalle que no supo hacer a sus inventos fue ponerles una plaquita que dijera “Made in USA”. 

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Recomendamos la lectura de La tecnología de la necesidad y don Luis Zambrano, trabajo del prof. Miguel Ángel Núñez para Tatuy TV.

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