Inicio Carbono 14 Un campo petrolero, un holandés benefactor y los vestigios de tres culturas

Un campo petrolero, un holandés benefactor y los vestigios de tres culturas

por Teresa Ovalles Márquez
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Antonie Van der Mark sobrevivió a la II Guerra Mundial, se vino a Venezuela tras la fiebre del petróleo y terminó desenterrando vestigios de pueblos originarios de los actuales estados Lara, Falcón y Zulia. Sus restos reposan en el museo que alberga las piezas halladas en sus excavaciones

Teresa Ovalles Márquez / Fotos: Candi Moncada

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Los museos arqueológicos atesoran nuestro pasado ancestral, muchas veces enclavados en pueblos hartos de olvido. El pasado histórico es quizás uno de los más atractivos enigmas de los seres humanos. Del pasado siempre queremos saberlo todo. Porque el pretérito traza y demarca la vida, lo que somos y lo que vivimos, revela nuestra forma de pensar y de sentir. Siempre es hermoso mirar atrás para ver cuán sabios fuimos en el pasado.

En esto andábamos cuando dimos con uno de esos museos anclados en pueblos profundos y diáfanos.

En Mene Grande, estado Zulia, está el Museo de Ciencias Antonie van der Mark, justo allí en el Cerro La Estrella, donde también reposa, flemático y triste, el primer pozo con el que se inició la explotación petrolera en Venezuela a gran escala, el Zumaque I, que produce actualmente apenas 26 barriles por día.

Mene Grande

La carretera que nos llevó de Maracaibo a Bachaquero se observa desolada y en su extensión predominan la sequía y el calor. Hay balancines de un lerdo subir y bajar en terrenos baldíos que parecen guardar el silencio de pueblos que por un tiempo fueron dinámicos y bulliciosos. Es un camino lleno de monstruos que succionan la tierra en busca del negro y poderoso aceite.

En contraste, cuando nos acercamos a Mene Grande, el paisaje se vuelve menos salvaje, es amigable y más fresco en el verdor de innumerables samanes y cujíes. Es tierra de fincas. Pervive el balancín del pozo Zumaque I, desde donde se divisa en el horizonte la cordillera andina. El balancín es como la sepultura del silencio pintado de bandera, como una obra que recuerda a Juan Loyola.

Antonie Van der Mark

La historia del Museo de Ciencias Antonie Van der Mark está aferrada a la vida y pasión de un holandés que vino a Venezuela a finales de la década del 60 contratado como ingeniero por la Shell. Recién había ocurrido el derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez y se estaba empezando a construir el puente Rafael Urdaneta, cuando Van der Mark llegó con su maletas proveniente de La Haya.

Pero antes de continuar debo retroceder hasta el Maracaibo de 1912, cuando la Shell llegó cargada de musiúes y cuando se activó el pozo Zumaque I el 31 de julio de 1914.

Los campesinos de Lagunillas, Bachaquero, y de otras regiones cercanas, se enfilaban hacia las cercas de los delimitados campos petroleros, y se agolpaban para pedir un jornal y partirse el lomo abriendo caminos o construyendo cabrias (torres) para la naciente industria, dejando en estos trabajos la vida y transformando a un pueblo virgen con el “progreso”. Hombres y mujeres murieron en el sendero y en los campos, mientras la tierra entregaba su leche negra y aceitosa.

El holandés ilustrado

Pero volvamos a Antonie Van der Mark.

Esta es la historia que cuenta Antonie Caselliz (uno de los dos nietos putativos de nuestro personaje), a sus cuarenta años, con su rostro de niño y mucho entusiasmo:

Durante su juventud, en Holanda, mi abuelo vio de cerca la cara de la guerra. La Alemania nazi venía ocupando toda Europa, y para cuando tenía unos 15 años, la ocupación llegó a su pueblo. Mi abuelo vivió en primera persona la cruda verdad que se pudo ver en la II Guerra Mundial, y para cuando cumplió la mayoría de edad, con algunos sueños rotos, le tocó hacer el servicio militar. Siempre había estado orgulloso de las raíces que lo vieron nacer. Así que cumplir con su país le resultaba un deber necesario. Luego del entrenamiento en la marina le asignaron ir a territorio de las islas de Indonesia, donde Holanda era parte de los que querían favorecerse con el petróleo de esa región, fue ahí cuando por primera vez vio un balancín, un pozo petrolero y todo lo que esta industria trae consigo.

Luego de su servicio, Abuelo estudió en Inglaterra, ingeniería y psicología. Tenía una gran afición por la arqueología y la antropología porque estaba fascinado por el estudio de la conducta humana.

A Van der Mark siempre le encantó leer y prepararse, así que después de un tiempo de trabajar en Holanda, empezó a estudiar español. Los directivos le preguntaron si quería ir a un país tropical como parte de los beneficios de ser ingeniero, Curazao, por ejemplo. Pero el candidato preguntó si no había un destino en donde se hablara español. Quería practicar su nuevo idioma. Le respondieron que un ingeniero saldría de vacaciones y él lo reemplazaría. Bueno, ese ingeniero nunca regreso de sus vacaciones, y Van der Mark permaneció en la compañía. Fue enviado a Venezuela.

Mientras estaba en Venezuela, la empresa pagaba muy bien todos sus gastos, y era muy económico dedicarse a cualquier otra actividad, así que planeó ahorrar todo lo que pudiera y alargó lo más posible su estadía.

Cada vez que tenía vacaciones, intentaba visitar lugares de interés arqueológico, incluyendo museos de gran renombre, como el de Ciencias Naturales de Nueva York, y el Real Museo Británico, en los que tenía membresía por sus continuas visitas.

Cuando llega a Venezuela lo asignan al desarrollo de la extracción, transporte y recolección de crudo en el complejo de Bachaquero.

En una ocasión, cuando una maquinaria se encontraba haciendo trabajos de replanteamiento del terreno para la construcción de una planta de vapor, se topó con un yacimiento arqueológico. Era un cementerio aborigen. Inmediatamente la empresa mandó a detener las obras por lo importante del hallazgo, pero necesitaba levantar lo más pronto posible el yacimiento arqueológico, para continuar con las obras para la explotación del petróleo.

A mi abuelo, que en su currículum reflejaba su afición por la arqueología y la antropología, le preguntaron si estaba interesado en liderar y extraer, con método científico, el yacimiento recién descubierto, lo que fascinado aceptó.

La noticia se dio a conocer en los medios, y un abogado de Maracaibo, enterado, le ofreció una colección de Colombia que le ayudó a aumentar el número de piezas arqueológicas que había desenterrado.

Fueron horas de arduo trabajo para extraer, catalogar y registrar cada pieza encontrada, además de armar las que estaban rotas, como si de un rompecabezas se tratara.

Todo esto, lo ató a Venezuela, pues se convirtió en el protector, custodio, curador, dueño, bedel y guía turístico de la colección.

Durante los treinta años que vivió en una casa rodante, se dedicó a comprar estantes, vitrinas y mueblerías para exhibir las piezas.

Hasta que a inicios de 2012 compró la casa que estaba junto al Zumaque I, en el cerro La Estrella, la acondicionó y la llenó de vestigios de antiguas culturas encontradas en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo.

Lamentablemente muere el 31 de octubre de 2014, dejándonos esta herencia invaluable de hallazgos, historia y conocimientos que jamás se borrarán mientras existamos aquellos a quienes nos apasiona esta ciencia. Mi abuelo adoptó a mi padre y crecí tratándolo como mi abuelo. Y aunque no somos familiares de sangre ni apellido, al final fuimos la familia con la que eligió pasar sus últimos días.

¿Qué edad tenía cuando murió?

–Tenía 88 años. Él nació el 26 de enero de 1926 y murió de un accidente cerebro vascular hemorrágico, el 31 de octubre de 2014. Fue cremado y sus cenizas reposan en el Museo, al lado de la exhibición de sus fotografías.

¿Y qué significado tiene para ti el museo?

–Pues mira: es una herencia que tomé mucho antes de que Abuelo partiera al sueño profundo de la muerte. Algunos años antes de su partida, supe que no me quedaba mucho tiempo para compartir… y que tenía muchas cosas que aprender de él, así que busqué la forma de acercarme al museo y absorber todo cuanto fuera posible de su sabiduría. Sabía que yo era el único en su familia putativa que podría hacerse cargo del museo si a él le pasaba algo. A decir verdad, nunca pensé que sería más pronto de lo que esperaba, había vislumbrando algunos años más, pero se aceleró su partida y se nos fue más pronto de lo que esperábamos.

La Sala

Está dividida en la sección venezolana y la colombiana. La parte venezolana está exhibida en vitrinas y catalogada como vestigios de las culturas prehispánicas en el país.

Las colecciones están a su vez divididas en vitrinas que enseñan piezas de las culturas lagunilloide, tocuyanoide y dabajuroide, correspondientes a los territorios geográficos donde fueron descubiertas originalmente: Lagunillas en Maracaibo; El Tocuyo, en Lara, y Dabajuro, en el estado Falcón.

Algunas piezas revelan la destreza en el manejo de la arcilla, (estudios de José María Cruxent los catalogan como buenos alfareros), y más allá del recurso utilitario, se trata de un modelaje muy hermoso. Algunas tienen la esencia de sus dioses, serpientes y sapos, deidades que guiaban sus vidas y acostumbraban tallarlas en sus utensilios.

“La serie Lagunilloide, que toma su nombre por ser el único yacimiento encontrado de esa cultura en la zona de Lagunillas, en el Zulia, se remonta al período neoindio con 2.400 años y representa el poblado palafítico más antiguo excavado en el país”.

Estas clasificaciones fueron hechas por Van der Mark, con asesoría del Museo de Nueva York, del que era miembro honorario.

Las muestras encontradas en Bachaquero están divididas en dos grupos: las de la cultura correspondiente a la serie tocuyanoide. “Del período II de la época neoindia con algo más de 2 mil años, descubierta en sus inicios en las cercanías de la quebrada El Tocuyo, al sur de la población de Quíbor, en el estado Lara. Se trata de uno de los más altos exponentes artísticos del arte precolombino de Venezuela; y la dabajuroide, del complejo Dabajuro, en el estado Falcón, que data del período IV de la época neoindia con entre 1000 y 1500 años de antigüedad. La dabajuroide fue una cultura que se desarrolló también en las islas holandesas y en la de Margarita”. Practicaron lo que llaman el segundo entierro, en los que exhumaban los restos óseos pulidos, y los depositaban en una urna funeraria de mediana dimensión, hecha de arcilla.

La Fundación Museo Van der Mark tiene en resguardo osamentas halladas en el cementerio excavado, pero todavía no están exhibidas.

Además de las series venezolanas, se exhibe una colección de 250 piezas de las culturas precolombinas de las series Tairona, Muisca, Tolima, Calima, Tumaco, Nariño, Tierradentro y Quimbaya, de Colombia. Es la muestra que le otorgó a Van der Mark un abogado cuando leyó en Panorama la publicación del hallazgo de la colección en Bachaquero.

“Estamos armando un ensayo y video de lo que se dice en las charlas y la información de las piezas, para legarlas a las futuras generaciones”.

La directiva del museo está conformada por Caselliz, como curador y padrino de la colección; Luz Omaira Mendoza, Directora; José Luis Hernández, Coordinador Interinstitucional y Tesorero; y Eliana Crespo, en la Coordinación Académica y de Formación. Han solicitado ayuda para construir una caminería directa a la sede del Museo, que además carece de aire acondicionado. Una escasa luz ilumina, a duras penas, las muestras.

Antonie Caselliz

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11 comentarios

Ingrelis 6 abril 2024 - 16:36

muy buena información

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Marla Muñoz 24 septiembre 2023 - 19:44

Encantada de conocer este interesante trabajo. una excelente narrativa la de Teresa Ovalles sobre un tema apasionante hermoso y desconocido. ni siquiera sabía de la existencia de un museo arqueológico allí
Estaremos atentos a más por LaInventadera

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Juan ovalles 24 septiembre 2023 - 08:00

Una narrativa hermosa te agarra

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Eric Omaña 9 septiembre 2023 - 17:16

Que buen saber estas cosas que están desconocidas para la mayoría de la gente. Gracias, me encanta la narrativa.

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Teresa Ovalles M. 13 septiembre 2023 - 09:57

Gracias Eric, un abrazo

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Gonzalo Briceño 8 septiembre 2023 - 11:33

Saludos a la redactora de este interesante artículo, ojalá que la vida me lleve a esos parajes.

Respuesta
Teresa Ovalles M. 13 septiembre 2023 - 09:57

Gonzi, besos y abrazos. Irás…

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Carol Hernández 8 septiembre 2023 - 10:23

Pero qué extraordinario artículo! Caramba, tantas cosas maravillosas y tan valiosas que desconocemos de nuestro país. Qué bueno que ustedes las hacen visibles y de la mejor manera; demás, porque al leer este artículo pareciera que se lee una pieza literaria, ¡como una novela! Éxitos.

Respuesta
Teresa Ovalles M. 13 septiembre 2023 - 09:56

Gracias, Carol querida. abrazos

Respuesta
Periodista: Freddy Reyes Sánchez 8 septiembre 2023 - 08:08

Excelente información…gracias…

Respuesta
Teresa Ovalles M. 13 septiembre 2023 - 09:55

Gracias Freddy. Un abrazo

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