La Inventadera estuvo en el momento crucial del combate contra el coral invasor Unomia stolonifera, en Mochima. Aquí, la crónica de la exitosa incursión de la ciencia venezolana contra el flagelo. Cuarta entrega de la serie de reportajes El misterioso caso del coral invasor
Nelson Chávez Herrera / Fotos: Félix Gerardi
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Desde 2007 hasta 2022, nadie a ciencia cierta había planteado cómo eliminar el coral invasor Unomia stolonifera sin que éste lograra reproducirse si era arrancado por extracción manual o mecánica, ni había resuelto el tema de cómo matarlo con agentes tóxicos sin afectar a otras especies del ecosistema (detalles, en El misterioso caso del coral invasor). Esta especie, traída desde Indonesia mediante vías y procedimientos no del todo claros, ha cubierto cerca de 40 por ciento del Parque Nacional Mochima y amenaza con seguir extendiéndose.
La única “solución” puesta en marcha para acabar con el coral invasor había sido la promoción de la práctica de arrancarlo manualmente, haciendo oídos sordos sobre las formas probadas de reproducción del coral (sexuada y asexuada o por fragmentación). En esta campaña catastrófica promovida por oenegés y fundaciones, dirigidas por gente con más mala intención que ignorancia jamás se dijo en público la verdad: que arrancar o fragmentar el coral Unomia stolonifera estando vivo sólo contribuye a multiplicarlo, y agudiza la invasión.
El trabajo de las científicas Sinatra Salazar, Carol Lárez y Migdalia Arcia, junto a un equipo de connotados profesionales de la biología, por su parte, estudió el coral invasor en las zonas del Parque Nacional Mochima afectadas, en busca de conocer mejor su comportamiento en el ecosistema y determinar la mejor manera de controlarlo. Luego se aplicaron al desarrollo de un biocontrolador de origen vegetal.
Este proyecto fue financiado por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología (Fonacit), vía Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología, y se planificó en una mesa técnica donde participan el ministerio de Ciencia y Tecnología, el Ministerio de Ecosocialismo, Insopesca, universidades y centros de investigación venezolanos.

Las pruebas de laboratorio con biocontroladores dieron resultados. Instituciones del Estado venezolano plantaron cara a la situación de emergencia y en marzo de este año quedaba abierta la puerta de una posible solución en manos de este equipo de trabajo, que buscaba dar con la dosis exacta y la sustancia menos agresiva con las demás especies marinas y con el ecosistema. Hallado el biocontrolador y la dosis precisa había que llevarlo a terreno y ponerlo en práctica.
La incursión
El proyecto piloto para aplicar el biocontrolador en campo a Unomia stolonifera fue auspiciada por el Ministerio de Pesca y Acuicultura. La prueba se inició el miércoles 27 de septiembre de 2023 con las tres científicas (Salazar, Lárez, Arcia) coordinando el operativo y la presencia de personal profesional del Instituto Oceanográfico de Venezuela, Insopesca, Fundacite (Ministerio de Ciencia y Tecnología), Fundación IDEA, INIA, Ministerio de Ecosocialismo, Inparques. La aplicación del método de control biológico comenzó en un sector de Isla Arapo, en el estado Sucre.


La prueba consistió en colocar sobre las colonias del coral invasor parches de plástico de metro y medio por metro y medio. El material era grueso y su color oscuro para quitarle por completo la luz del sol al coral invasor. Los parches fueron rellenados con arena en los bordes para que el peso ayudara a fijarlos al fondo marino, e impedir además que el coral recibiera oxígeno y alimento.
A las siete de la mañana del día 27 dos lanchas cargadas con los parches, envases contenedores del biocontrolador, equipos de buceo, alimentos y agua potable, zarparon del muelle de Santa Fé del Golfo, rumbo a isla Arapo.
Ya en el sitio, la extensión de los parches se hizo a tres profundidades. La primera, fue fijada sobre varias colonias de Unomia stolonifera a una profundidad de entre dos y tres metros. La segunda y tercera fila de parches se extendieron sobre el coral a seis y doce metros de profundidad. El área cubierta fue de aproximadamente de setenta metros cuadrados.

La colocación de cada parche se hizo este día mediante buceo de apnea (a pulmón, sin bombonas de oxígeno). Los parches se transportaban hasta el lugar donde iban a fijarse, entre varias personas. El buzo o la buzo se sumergía, colocaba el parche sobre las colonias, ascendía para tomar aire, volvía a descender para acomodar bien los bordes de los parches sobre el fondo marino sin dejar espacios que posibilitaran la circulación del agua dentro de esas especies de carpas de plástico.
A la línea parches menos profunda se le aplicó cuidadosamente, por medio de una manguera, el biocontrolador, con una bomba de fumigación. Uno a uno, bajo los parches, quedó encerrada una dosis suficiente del líquido. A las demás líneas de plásticos no se les aplicó bajo los parches ninguna sustancia. La prueba consistía en comparar los efectos de los parches en unomia, con y sin biocontrolador, por espacios de tres a cinco días.


Aparte de esta actividad, el equipo de investigación se dedicó a levantar en la comunidad de Arapo una encuesta elaborada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Esta indagaba qué sabía la gente sobre el coral invasor. La jornada concluyó luego de seis horas de trabajo y el equipo marchó hacia la costa conforme, pero pensativo. Se había cumplido con la primera fase del operativo. Quedaba esperar que funcionara.
El tiempo establecido por el equipo de investigación para que el coral muriera, luego de las varias pruebas realizadas este año, en laboratorio y en pequeños espacios frente a la Estación de Investigación del Instituto IDEA, en Mochima, era de tres a cinco días. Tres para que el coral expuesto al biocontrolador muriera y cinco para que muriera el que no se había expuesto a ninguna sustancia.

Los resultados
La jornada de trabajo inició temprano. Las unidades de transporte con el personal científico, representantes de las instituciones implicadas en la prueba piloto y equipo de buceo (con reporteros de La Inventadera como testigos) zarparon del muelle de Santa Fé del Golfo rumbo a Isla Arapo. Se avanzaba directo a constatar el efecto del biocontrolador, retirar los parches y armar con estos nuevas líneas de colonias del coral invasor cubiertas.
El equipo de buceo compuesto por los biólogos Miguel Castillejos, Andrés Montes, el tesista Argenis Castañeda y la bióloga especialista en corales Johanna Rondón, llevaba consigo esta vez cuatro bombonas de oxígeno, para poder fijar una de las líneas de parches de plástico a una profundidad mayor. La expectativa estaba puesta en el resultado. ¿Había logrado el biocontrolador aniquilar las colonias de coral Unomia stolonifera expuestas a sus efectos? ¿En qué estado se encontraban luego de tres días tapadas con los parches las colonias que no habían sido expuestas al biocontrolador? ¿Se había rodado acaso uno de los parches o varios de estos con la copiosa lluvia del día jueves 28 de septiembre?

El retiro de los parches se realizó con la misma técnica de buceo de apnea en las líneas colocadas a menor profundidad. Inmediatamente retiradas, el buzo o la buza desplazaba los parches para armar otra línea que cubriera nuevas colonias. La línea de parches ubicada a doce metros se desplazó para cubrir colonias que estaban a veinte metros de profundidad, apoyado el buzo con las bombas de oxígeno.
La bióloga Johanna Rondón y el fotógrafo Félix Gerardi se encargaron del registro submarino en video y fotográfico.
La técnica era la misma, sumergirse, levantar y correr el parche, descender para armar otra línea, ascender para tomar aire, bajar de nuevo para acomodar cuidadosamente el parche sobre la colonia y fijarlo bien al fondo marino, pegarlo bien uno con otro. El buceo de profundidad lo realizó Miguel Castillejos quien con destreza asombrosa corrió los parches desde los doce hasta los veinte de profundidad, con la ayuda de Andrés Montes y Argenis Marcano.


El resultado fue sorprendente. Las colonias del coral invasor expuestas al biocontrolador estaban totalmente blanqueadas, aniquiladas, muertas. Pero lo mejor del caso es que también las colonias de Unomia que no habían sido expuestas al biocontrolador, sino simplemente a la colocación del plástico que les impedía el acceso a la luz, el oxígeno y los alimentos, también estaban muertas.
Estos resultados tienen carácter de hecho histórico. Matar las primeras colonias del coral invasor de la manera más sencilla, efectiva y económica que alguien, luego de dieciséis años de invasión, haya podido imaginarse.



Luego de retirados los parches de las colonias sometidas al biocontrolador pudo encontrarse con vida talasia o pasto marino, erizos y pepinos de mar. Las especies que pueden moverse por debajo del plástico se salvan y ninguna parece tan vulnerable a la falta de sol como Unomia stolonifera.
La diferencia entre colocarle o prescindir de biocontrolador es el tiempo: con biocontrolador el coral muere en tres días, sin biocontrolador muere en cinco. Y no hace falta extraerlo, porque el coral muerto se desprende solo del fondo marino, ya sin capacidad reproductiva.
¿Qué viene ahora?
Este plan piloto se ejecutó con setenta metros de plástico y arena de playa. A este ritmo, con estos mismos materiales y la puesta en práctica de la metodología expuesta, podrían eliminarse en el mes cuatrocientos veinte metros cuadrados de coral invasor y casi cinco kilómetros cuadrados al año. Escalar estas cifras entonces es cuestión de recursos: más plástico, más oxígeno, más personas en la tarea.

Otra de las acciones a seguir consiste en repoblar con corales nativos los lugares donde se elimine a Unomia stolonifera.
El proyecto de Sinatra Salazar, Carol Lares y Migdalia Arcia contempla como cuarta etapa un monitoreo constante de las zonas donde el coral invasor fue eliminado, para ver qué especies empiezan a repoblar espontáneamente esos espacios. Mientras en noviembre, como cuarta parte del proyecto, inicia el cultivo de corales cerebro y corales de fuego nativos, propios de Mochima, con un financiamiento del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).
Queda como objetivo de las autoridades competentes comprometer y formar técnicamente a las comunidades pesqueras en el proyecto de control de la Unomia stolonifera con esta metodología. Incluso, vincular a las Fuerza Armada para que en un plan de acción conjunta puedan ser eliminadas en poco tiempo grandes extensiones del coral invasor. Dar solución a un grave problema que por sus implicaciones sociales, económicas, políticas y ambientales, debe asumirse como un problema de Estado.







2 comentarios
excelente… quiero apoyar!!
Excelente trabajo y gracias al equipo de la inventadra