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De científico universal a “Brujo de Pipe”

por Jose Roberto Duque
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El zuliano Humberto Fernández Morán fue uno de los científicos venezolanos más admirados y reconocidos en universidades de todo el mundo en el siglo XX. Su carrera y sus investigaciones fluyeron entre guerras y conmociones políticas

Julián Márquez

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En cuanto se menciona al sabio Humberto Fernández Morán enseguida viene a la mente el bisturí de punta de diamante, aporte universal a la medicina creado por el científico venezolano en su primer periodo de investigación en Suecia. Pero él no solamente inventó ese importante instrumento, también desarrolló otras maravillosas invenciones. 

Por muchos años el médico y científico zuliano Fernández Morán estuvo entrando y saliendo del país, por diversos motivos, algunos de índole política, a pesar de haber sido sólo un médico entregado exclusivamente a trabajar en el campo de la ciencia. 

El primero de los viajes sucedió cuando todavía era un niño, a causa de la hostilidad política de un tiránico gobernador gomecista en el estado Zulia contra su padre, Luis Fernández-Morán, quien, ante la agresión del déspota, se vio obligado en 1929 a abandonar Venezuela con su esposa Elena Villalobos y sus hijos Tito, Ofelia, Humberto y Alfonso, para residir exiliado en Nueva York. 

Después de la muerte de Juan Vicente Gómez, la familia Fernández-Moran Villalobos regresa al país. El carajito Humberto retoma sus estudios en el Colegio alemán de Maracaibo, a donde ingresa en 1936. Comparte esos años de escolaridad entre Maracaibo, Curazao y Nueva York. Al año siguiente se traslada a Alemania; en el liceo Schulgemeinde Wicherdorf concluye el bachillerato. Tiene quince años cuando comienza a estudiar medicina en la Universidad George Washington de Munich, a principio de la Segunda Guerra Mundial. 

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Ante los peligros de la guerra su padre procura hacerlo regresar a Venezuela. El muchacho se niega, prefiere continuar sus estudios de medicina. Hacia finales del conflicto bélico, a pocos días del desembarco de Normandía, encerrado en un sótano con el jurado, mientras se efectuaba un bombardeo aéreo, se titula con grado Summa Cum Laude como cirujano y doctor en ciencias médicas. 

Llegadas y partidas

Con el flamante título de médico regresa a Venezuela en 1944, ocho meses después de haberse graduado. Los deseos de ejercer la medicina en el país hallan obstáculos por ser aún menor de edad, a esto se agrega el requisito legal de revalidar el título. Luego de hacer la reválida el año siguiente en la Universidad Central de Venezuela comienza a ejercer la medicina en el hospital psiquiátrico de Maracaibo y dicta clases en la UCV, pero permanece en estas funciones pocos meses. El deseo de ampliar sus conocimientos lo inducen a viajar a los Estados Unidos a adquirir experiencia en neurología y neuropatología en la Universidad George Washington, fascinado por investigar las enfermedades cerebrales. Cursó ambas disciplinas con el profesor Walter Freeman, un prestigioso especialista en lobotomía y en el tratamiento de ciertas psicosis. 

Alcanzado el objetivo en Washington D.C., emprende en 1947 la marcha hacia Suecia; se afirma que tomó esa decisión por consejo de Albert Einstein, su amigo reciente en Princenton. 

En Estocolmo prestará servicios en el hospital Serafimer, en compañía del destacado neurocirujano sueco Herbert Olivecrona. Por la misma época también comienza las indagaciones en microscopía electrónica en los laboratorios del Instituto Nobel de Física de Estocolmo, aceptando una invitación del profesor Manne Siezban, ganador del Premio Nobel de Física en 1924. Compartió esos estudios con el Instituto de Investigaciones Celulares y Genética, anexo al Instituto Karolinska de Suecia. En 1951 termina con éxito una Maestría en biología celular. El año siguiente recibe sendos doctorados en Biofísica y Filosofía, con grados de excelencia en la Universidad de Estocolmo.

En otro momento cumbre dictó clases en la Universidad de Harvard y creó los laboratorios de microscopía del Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde había descrito la estructura de la membrana del mitocondrio. En medio de tantos logros se casó con la sueca Anna Browallius, madre de sus dos hijas, Brígida Elena y Verónica.

Otra vez en la patria

Cuando vuelve a Venezuela en 1954, viene dispuesto a desarrollar en el país el principal centro de desarrollo científico de Latinoamérica, similar a los establecidos en Estados Unidos y Europa. En junio de 1955 crea la cátedra de Biofísica de la Universidad Central de Venezuela. Con el apoyo de Pedro Gutiérrez Alfaro, entonces ministro de sanidad, Fernández Moran convence al presidente Marcos Pérez Jiménez para instalar un moderno centro de investigación científica en el país. 

El resultado es el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Científicas Cerebrales (IVNIC), ubicado en la cumbre de la montaña Los altos de Pipe, en el estado Miranda. Allí se inició la Biblioteca Científica de Latinoamérica. Se instaló el primer reactor nuclear de América Latina y el primer núcleo científico del continente. 

La dirección del instituto estuvo a cargo del doctor Fernández Moran, desde 1954 hasta 1958. A partir de 1959 el IVNIC se convirtió en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, (IVIC), ahora adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (MppCyT). 

El 14 de enero de 1958, mientras crecían las manifestaciones y la inestabilidad de la dictadura, Fernández Morán fue nombrado ministro de educación y durante nueve días ejerció el cargo. Derrocado el gobierno militar, el científico se vio obligado a salir del país. Pronto los adecos se dedicaron a la maluca propaganda de estigmatizarlo como el “Brujo de Pipe”, rebajándolo a la condición de hechicero. Desvirtuaban así su brillante carrera científica. Veinte años después la democracia representativa desmantelaba el reactor nuclear. 

Edificio del reactor nuclear en el IVIC (Foto Candi Moncada)

Otras invenciones e instrumentos

Aparte de su faceta de médico, Fernández Morán sobresalió en el campo de la física y la biología. En 1959 ayudó a desarrollar la criofijación (método ultrarrápido de enfriamiento) y técnicas de preparación de baja temperatura usando helio líquido, aplicado al estudio de la ultraestructura de tejidos. 

Realizó al mismo tiempo importantes aportes al conocimiento de la estructura de los nervios. En 1960 fue el primero en proponer la observación directa de muestras hidratadas congeladas (frozen-hydrated) y colaboró con el mejoramiento del primer criomicroscopio electrónico (microscopio electrónico) y el primer crio-portamuestra. 

Con esas contribuciones introduce el concepto de crio-ultramicrotomía electrónica. En la década de los 60 prestó servicios en la National Aeronautics and Space Administration (NASA), incorporado al programa espacial de vuelos tripulados de los Estados Unidos al espacio, en medio de la rivalidad con la Unión Soviética por la conquista del espacio cósmico. Fue clasificado en el puesto veinticinco por la Universidad de Harvard en el renglón de los cien investigadores que más añadieron al progreso científico del siglo veinte. 

La importancia del bisturí de diamante, su invención más conocida, estriba en su precisión. Es un escalpelo con la hoja hecha de diamante. Se emplea para realizar desde cirugías oftalmológicas hasta el corte de piedras lunares. Por su parte, el microscopio electrónico, otro de sus grandes inventos, funciona con electrones en lugar de luz convencional para producir una imagen del elemento sometido a análisis.

El crio-portamuestras, por su parte, es usado para la observación de muestras hidratadas congeladas. El método contempla la técnica de congelamiento para cortar secciones ultrafinas de tejidos biológicos y examinarlos a través del microscopio electrónico. 

Los premios

En 1967 recibió los premios Vovain y el John Scott en reconocimiento al invento del bisturí de diamante. El segundo de estos laureles había sido otorgado con anterioridad –entre otros– a Jonas Salk, Marie Curie, Thomas Alva Edison, John Gibbon y Alexander Fleming. En la Universidad de Chicago sustituyó en la silla académica al físico italiano Enrico Fermi, premio Nobel de física en 1938, uno de los artífices del primer reactor nuclear. Fernández Morán fue propuesto el año 1968 para el Premio Nobel en Fisiología o Medicina, con dos nominaciones: hecha una por el profesor de medicina Hans Selyesy la otra por R. K. Mishra, profesor de Biofísica.  

Dos años antes de su muerte, la Gobernación del Zulia constituyó en 1997 un comité para promover al genial zuliano para el Premio Nobel de física de ese año. A pesar de no haber recibido el prestigioso premio de la Academia Sueca, le fueron concedidos numerosos galardones y condecoraciones y títulos de caballero. En el espacio sideral un asteroide orbita con su nombre, Humfernández. Sin embargo, carece de algún reconocimiento importante en Venezuela. A la alforja de sabiduría de Fernández Morán se le agrega además haber sido políglota, hablaba español, sueco inglés, francés y alemán, impecablemente. 

La vileza de la burocracia criolla

El incansable sabio estuvo viniendo a Venezuela desde 1968 hasta 1992. Durante ese período dio conferencias, dictó clases, cooperó en proyectos a favor de la ciencia y la tecnología. Pero esos esfuerzos fueron desechados por el sector oficial y el privado de entonces. Más pudo contra él la mala voluntad de los empresarios y los gobernantes de la cuarta república, sobre todo en momentos de la Venezuela saudita. En vez de reconocerle sus méritos, lo miraban de soslayo, sembrando obstáculos para impedirle establecerse de nuevo en su tierra natal. Se le vio insistir en buscar ayuda, avanzar y retroceder para encontrar frustración y desencanto, burlado por mediocres colegas y viles funcionarios de gobiernos dizque democráticos. 

Sus documentos científicos tampoco fueron bien estimados, ninguna institución en el país quiso hacerse responsable de ese valioso legado. La Universidad del Zulia se hizo cargo de los materiales abandonados en containers en la aduana de Maracaibo, expuestos a la lluvia y el sol, desechados al olvido, como fue denunciado en una oportunidad.

Nacido en La Cañada de Urdaneta, estado Zulia, el 18 de febrero en 1924, su vida se extinguió en Estocolmo, Suecia, el 17 de marzo de 1999.

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2 comentarios

Julio César Belisario Rodríguez 21 octubre 2023 - 09:08

Pregunto:

Puedo enviarles para su publicación algunos cuentos, narrativas cortas?

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Julio César Belisario Rodríguez 21 octubre 2023 - 08:30

Nuestros afectuosos saludos Julian

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