No es la única, pero existe un ave poco conocida, poco investigada y muy amenazada que se ha convertido en un reto para investigadores del estado Falcón. Se trata de la Polla de Wetmore (Rallus wetmorei).
No solo es un reto para el geógrafo Francisco Contreras y la ambientalista Vanessa Salas. Esta especie descrita por primera vez en 1940 por Zimmer y Phelps es también un desafío para nuestra biosoberanía porque es endémica del eje norte costero de Venezuela, principalmente en algunas lagunas salobres y manglares de los estados Aragua, Carabobo y Falcón.
Es en el mencionado eje donde se desarrolla la mayor actividad económica del país. La Costa Oriental de Falcón es una de las regiones donde sobreviven algunas parejas, específicamente en el Parque Nacional Morrocoy y el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare.
La Polla de Wetmore forma parte de las siete especies de la familia Rallidae presentes en Morrocoy, su tamaño oscila entre los 24 y 27 centímetros y presenta dos “morphos” (formas), uno marrón claro y otro oscuro.

Poco se sabe sobre su ecología, biología o densidad poblacional. El escaso conocimiento sobre sus ciclos reproductivos, conducta, distribución y cantidad de individuos impide desarrollar programas de conservación más efectivos porque si no se sabe cómo se reproduce en su lugar natural, no se puede contrarrestar lo que impide que sobreviva.
Lo que sí se sabe es que su refugio y actividad reproductiva la desarrollan en el manglar, con mayor preferencia para la anidación en el Mangle Negro (Avicennia germinans) y que se alimenta de pequeños crustáceos y larvas.
El ecosistema manglar es una franja de transición, pero también un motor entre la vida terrestre y la marina; protege la línea costera; y su crecimiento en humedales costeros depende de equilibrios entre el agua proveniente del mar y el agua dulce procedente de ríos, lluvia o agua subterránea. Otros equilibrios como las interacciones entre fauna terrestre y marina y entre los aportes de nutrientes los convierten en uno de los ecosistemas de mayor productividad del mundo.
Francisco y Vanessa son miembros de la organización Veo Aves Falcón, cuya tarea es aportar a la conservación de estos vertebrados. Ellos están vinculados a la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda y han identificado a más de 40 individuos en todo el Parque Nacional Morrocoy y un único posible corredor biológico entre la zona continental y los cayos.

La mayor cantidad de individuos registrados se localizan en el sector Punta Brava del Parque Nacional, área vulnerable a afectaciones por su conexión, acceso al público y diferentes actividades comerciales.
Cuentan que hoteleros, posaderos, restaurantes y lancheros, entre otros, identifican a la misteriosa ave como Polla Costeña y relacionan sus características morfológicas con las de la Polla de Mangle (Rallus longirostri), también presente en la zona.
Es claro que son muchos los aspectos que amenazan la supervivencia de estas poblaciones y que conservarlas depende de que la dinámica natural de sus hábitats sea afectada lo menos posible. Mientras crece el turismo que busca el “relax” en la naturaleza, es mucho lo que se pierde del espacio donde viven ésta y otras especies.
Dice el poeta larense Carlos Angulo en su poema “Decisión, vivir”:
Entre el descuido pocas
veces visto y tiempo hace,
dos aves, a dos voces,
frente a frente,
complementan entre
corcheas su canto:
Ojalá no venga el hombre todavía.
No sobramos en donde viven las aves, lo que falta es acercarnos a estos espacios de vida con el corazón descalzo y sin armaduras. Al desahogar en ellos la presión de nuestras ciudades se atropellan misterios como el de estas aves. También falta que nuestras situaciones críticas y nuestras necesidades productivas nos acerquen a esa vida sin mancharla.

El Instituto Nacional de Parques (Inparques) y Veo Aves Falcón se han aliado para investigar, abordando más del 80% de las zonas que califican como refugio de la Polla de Wetmore. Esos héroes silentes que son los guardaparques se forman para vigilar y controlar las zonas más vulnerables y se necesita que comunidades, escuelas, visitantes y empresas turísticas la conozcan, promuevan el interés por el misterio y la curiosidad por conocer nuestra tierra de gracia.
Es posible que en el misterio residan los equilibrios que hacen abrir las alas del corazón, como la vida misma.
1 comentario
Importante que todos los operadores turísticos y habitantes de la zona trabajen en conjunto con Universidad e investigadores para preservar todo el ecosistema del que hacen uso. A veces ni un poco de conciencia ambiental tienen.