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Alexis Liendo, inventor de personajes, mundos e historias

por Nelson Chávez Herrera
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En la creación de los títeres intervienen las tecnologías, el quehacer sentipensante de mundos físicos, la artesanía y el sano manejo de la psique colectiva al servicio del arte: esto hace un titiritero en una publicación sobre ciencia y tecnología

Nelson Chávez Herrera / Fotos: Felicia Liendo

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Circundados por el canto intermitente de los pájaros troceando los silencios, conversé con Alexis Liendo, titiritero desde hace más de cuarenta años. El rumor del Río Azul caldereño crecido por las lluvias de agosto acompasó sus recuerdos.

Nació el 24 de marzo de 1956 en un pueblo barinés llamado Pagüeicito, a orillas del río Paguey, que corre desde el Parque Nacional Sierra Nevada hasta el Apure. De Apure (“la tierra de más lejos que nunca” según su significado original) venían sus progenitores. Rafael Hermógenes Liendo, de Achaguas, y María Dominga Rivas, de Palmarito. En el pueblo de El Carrao vivió Alexis hasta los nueve años, entonces su familia regresó a Barinas.

Quien lo inició en el teatro a principios de los setenta fue la maestra Mery Carruido. Al principio formó parte de la Compañía Nacional de Teatro de Barinas y del grupo fundador del Teatro Barinés de Muñecos (TBM). Sala estable de títeres creada por Eduardo Di Mauro, donde Alexis Liendo se formó como titiritero, conjuntamente con Israel Morillo, Mery Carruido, Coromoto Solórzano, Josefina Arroyo y Carlos Roa, grupo base en la estructuración del Teatro Estable de Muñecos del estado Portuguesa (TEMPO). Luego, Alexis creó en los ochenta el Teatro de Títeres Lídice que dirige hasta hoy.

Foto: Nelson Chávez

Títeres, tecnología e invención

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Usualmente, los titiriteros o titiriteras no trabajan en laboratorios de química, no teorizan sobre las leyes de la física ni desarrollan complicados teoremas matemáticos. Pero especialmente en el trabajo con las infancias, además de servirse de la magia, la adivinación, la alquimia y los saberes ancestrales, se sirven de los principios, teorías y avances de las ciencias duras para plantear en sus obras de teatro conflictos ecológicos, morales, éticos, políticos, derivados de la aplicación practica o el dominio de las ciencias. Sus obras problematizan la siembra de semillas intervenidas genéticamente o tratan sobre la amenaza de una científica o científico loco que quiere hacer explotar el planeta o prepara una inyección para acabar con el amor o la solidaridad en el mundo.

Técnicamente, los titiriteros y titiriteras fabrican sus propios escenarios y muñecos, su entorno y su universo: hacen sus biombos, teatrinos, títeres de guante o de palito, marionetas de hilo y de madera. Saben coser, maquillar, tallar, impostar la voz. Como sentencia Alexis Liendo, “Los títeres son el espejo donde se mira a los ojos la humanidad”. Si a saberes vamos, la ciencia de este arte consiste en dominar las leyes secretas de la imaginación.

¿Y qué sería del mundo sin la imaginación?

La imaginación hace posible toda invención humana. La inventadera de aparatos, herramientas, inteligencias artificiales, obras de teatro de títeres, teorías políticas, mundos posibles.

Alexis Liendo y su esposa Teresa Suárez han fundado un museo comunitario llamado Casa Museo Emilia Cibrian.

Camino al río color de cielo

“Yo vine aquí porque trabajaba en el Barinés de Muñecos, y cuando regreso de esa gira me doy cuenta que por cuestiones políticas ha sido cerrado”. Llego a Calderas con el proyecto de hacer una sala de títeres que llevara el nombre del maestro Di Mauro. En agradecimiento, porque yo soy titiritero por él y por los colegas que te insuflan ánimo. Este es mi trabajo, mi decisión”.

La gira la hizo en 1979. Alexis llevó funciones de teatro de títeres a niñas y niños de las escuelas de Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia. Los países bolivarianos y un pedazo de Argentina, en plena dictadura militar de Jorge Videla. Saber de albañilería le permitió reunir dinero para regresar. De vuelta a la patria recorrió el país, palmo a palmo, y retornó a Barinas.

Estaba nuevamente con el Barinés de Muñecos cuando un amigo me invita a Calderas, un pueblito que siempre había escuchado nombrar, pero nunca había venido. De lo que sí tenía referencias era que en este pueblo había muchos hechos de sangre, y cosas de esas. Eso lo comunicaba el cronista del pueblo, que se llamaba y que luego fue amigo mío, Rigoberto Márquez Dávila. Él hacía reportes de gente que habían herido o matado, y de esas riñas, y que unos compadres agarraron y se abrazaron y se apuñalearon en la esquina de la plaza y todo ese rollo. Un poco lo que cuenta Orlando Araujo en su quehacer literario. Vine aquí para la proyección de una película, me enamoré de este pueblo y me quedé, hace 33 años.

En Calderas, con su compañera de entonces, fundó la Sala Estable de Títeres Eduardo Di Mauro, en los espacios del Centro de Desarrollo Rural para la Comunidad (Cenderc), institución cultural que funcionaba en este pueblo en los años ochenta y desde donde varias personas, en conjunto con Alexis Liendo, propusieron la creación de la Casa de la Cultura. “Vinieron compañeros colombianos a acompañarnos en esa actividad de apertura y vino el maestro Eduardo Di Mauro para la inauguración, pero luego el Cenderc lo eliminaron”.

Años después, con su actual compañera de vida, la maestra, promotora de lectura y escritora Teresa Suárez, se mudaron a vivir a una casa al final de la calle Andrés Bello, junto a El rincón de los Sonidos. Allí fundaron, poco a poco, la Casa Museo Emilia Cibrian.

“La dueña de la casa, Emilia Cibrian, fue una militante comunista de Acarigua que tuvo mucha empatía con este pueblo y soñó con estos espacios. Era como mi segunda mamá. Una mujer de ochenta años con una vitalidad tremenda, que viajaba mucho por el mundo. Era enfermera, y consubstanciada con el arte y los artistas”.

Una de las particularidades de la Casa Museo Emilia Cibrian es que al principio no tenía ese nombre. Pero al momento de mudarse la familia para acá comenzamos a recolectar objetos, y después de algún tiempo los amigos que venían decían bueno, pero esto es un museo. Porque aquí hay cacharros y peroles, y vacinillas y cosas. Y empezamos a organizar un museo más en serio. Hasta que llega el momento en que se le pone nombre.

“¿Qué hacemos en este Museo? Uno de los objetivos es recolectar objetos del naufragio del tiempo, para mostrarlos a las nuevas generaciones que, desde luego, no tuvieron la posibilidad de vivir esa época pasada, y bueno, mantener presente un aspecto de la heredad que nos llega a través de los haceres de las generaciones anteriores o pasadas”.

Durante el año la Casa Museo realiza dos muestras de arte dispuestas en tres salas de exposición. La sala Noel Ávila Jerez, un luchador social de Altamira de Cáceres; la sala Zobeida Jiménez, la muñequera, y la sala Luis Alberto Crespo. Tiene un patio de lectura llamado Ramón Palomares. El callejón Gabriel Jiménez Emán. La biblioteca Orlando Araujo y la Sala Estable de Títeres Eduardo Di Mauro. “En la Sala Estable asistimos a los niños y niñas con representaciones de títeres durante el año escolar, los fines de semana, en eventos, y con visitas guiadas al museo. Hacemos conversatorios, recitales de poesía, cantores se presentan acá”.

En las partes exteriores hay una exposición permanente de objetos de metal. Dentro, trabajos distintos de plástica, tallas de madera hechas con palos que ha orillado o traído el río. “Los hago yo particularmente –dice Alexis–, y son figuras que tienen que ver con cosas que convocan a la gente a verse en ellas”. Por eso el poeta Leonardo Ruiz ha dicho que “Alexis Liendo atrapó el río y lo metió en la casa”.

Regresamos a conversar sobre el títere.

–¿Qué incluye pensar un títere y hacerlo?

–En primer lugar, tener la idea de lo que quieres hacer. Si tú tienes una idea de hacer alguna obra, algún discurso a través del teatro de títeres, primero pasa por el proceso mental de qué es lo que quieres. Y luego, bueno, es la cosa rudimentaria del trabajo con el material, que te va a dar la posibilidad de hacer el personaje que quieres: un animal, un perro, una hoja, un cambur; porque un títere no es un personaje que trate de representar lo humano, el títere se burla de lo humano, y entonces un títere puede ser una bandola, una cuerda, una hoja, una piedra, un pantalón, todo puede ser un títere. ¿Qué pasa con esos elementos? Que cuando asumes la responsabilidad de hacer una representación, de comunicar a través de ese elemento que tienes en la mano, a través de ese objeto, ahí entra la cosa teatral. El títere es todo lo que tú quieras que sea un títere. Los materiales pueden ser cualquier material.

La pregunta apuntaba a que Alexis Liendo hablara de la elaboración manual del títere, sobre la artesanía, la técnica, pero su respuesta la dejó sin fundamento, porque un títere, según sus palabras, puede ser creado e inventado en cualquier objeto.

“Un cambur puede ser un grillo, un perro, una ardilla. El secreto está en la representación, en cómo tu representas ese cambur, cuál es la psicología del cambur, qué es, por qué. Es la interpretación que hace el titiritero la que te sugiere el personaje”.

–¿Con qué personajes creados por tí mismo en el Teatro Lídice de Títeres, trabajas actualmente?

–Son varios los personajes. El muñeco Ñeco, que representa las malas acciones de los seres humanos, dibuja y caricaturiza sus malas acciones. Está Calderito, que lleva ese nombre porque tiene que ver con la parroquia Calderas y tiene un repertorio propio, un día actúa con el Brujo Malujo, otra vez con el Diablo. Calderito es músico, agricultor, ciudadano, campesino. Es un niño que tiene en su corazón toda la bondad del mundo. Hay un pasaje donde Calderito saca a asolear su corazón, y el diablo en puntillas se acerca, porque Calderito se fue a buscar unos vegetales, y entonces se roba el corazón de Calderito. El Diablo tiene muchos corazones en su colección particular, y cuando Calderito regresa, se encuentra que no tiene su corazón y el público, los niños ayudan a rescatar su corazón a Calderito. Vencen al diablo. Le cantan una canción y el Diablo se duerme, porque como ha vivido tanto, vive con sueño. El Diablo sólo existe como personaje en el teatro de títeres, el mal es otra cosa.

Alexis Liendo cuenta una historia que sirve para pensar analogías contra la manipulación y la dominación.

“Yo llegué a una escuela rural a hacer una función, y me acuerdo que trajeron los niños y broma. Yo llevaba una obra que se llamaba el Gato y los ladrones, de Roberto Espina. Comencé la función, y luego no supe más nada hasta que el títere se despidió. La gente cree que quien maneja los títeres es el titiritero y eso es mentira. Son los títeres los que te exigen el personaje, los que te exigen ser. Entonces me quedé loco, que cuando estaba despidiendo la función fue que volví a estar ahí. Eso nunca me sucedió más”.

La obra “El gato y los ratones” trata de un gato que le quita el queso a los ratones. “Los ratones vienen a robarle el queso al gato, porque el gato tiene queso y acumula cosas, y los ratones tienen hambre. Entonces el gato agarra uno y lo embroma…”.

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1 comentario

Ramón Arroyo 15 febrero 2024 - 15:21

Alexis liendo es uno de los más grandes artistas que he conocido., música, bandolista, escultor, pintor, tallista, inventor, y mejor persona. un abrazo.

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