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Manglares, ecosistemas fundamentales

por Teresa Ovalles
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En ecología se define a un ecotono como esa zona de interacción o solapamiento entre dos ecosistemas, es decir, esa franja o zona de unión entre las fronteras de dos comunidades de organismos marcadamente diferentes. Las playas y costas del mundo constituyen ecotonos muy valiosos, esto por su papel como hábitat de especies de comportamiento anfibio, que viven precisamente entre los mundos terrestres y marítimos. Los manglares son un ecosistema adaptado a esta dualidad entre la tierra y el mar, sus habitantes pasan sus ciclos vitales entre la desecación y la inundación diaria de las mareas, esto los hace en su conjunto una comunidad muy especial.

Entre las bondades de los manglares podemos mencionar que constituyen un frente de defensa en contra de la erosión costera. Sus raíces atrapan fuertemente la arena y anclan el sustrato, evitando así que sea arrastrado por los embates de las mareas y corrientes. En ese proceso, cuando vamos a la playa y podemos disfrutar de una arena blanca y suave donde recostarnos a tomar el sol, nos brindan una función de esparcimiento aunque no los veamos.

Los espacios relativamente pequeños entre las raíces sumergidas de los mangles brindan seguridad contra los depredadores a las crías y larvas de numerosas especies. Entre los beneficiados de esta protección se encuentran crustáceos, bivalvos, peces, moluscos, tiburones, reptiles, entre otros animales, así como numerosas especies de aves marinas que anidan tanto en las copas de los árboles como a nivel del suelo.

Así que especies de peces comerciales como lisas y lebranches pasan la primera y más vulnerable etapa de sus ciclos de vida entre los manglares, antes de salir a mar abierto y convertirse en el almuerzo de algún temporadista, por supuesto, en compañía de la ensalada y los infaltables tostones. Especies de mayor porte también cumplen con esta etapa de guardería en el manglar, así que dicha formación vegetal cumplen un papel primordial en la seguridad agroalimentaria y la producción costera. La próxima vez que vaya a la playa recuerde: gracias a un manglar pudo disfrutar de una  playa de fina arena blanca y un rico pescado frito.

A pesar de todas estas bondades los manglares se encuentran entre los primeros ecosistemas en perder la batalla ante los grandes consorcios hoteleros e inmobiliarios, que los destruyen para construir una propiedad a la orilla de la playa, con la consecuente pérdida de la cabecera de la costa y el debilitamiento de los cimientos ante los procesos erosivos.

Un estudio publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en 2007 dio cuenta de las pérdidas acumuladas de estos ecosistemas en el globo terrestre. Sólo entre 1980 y 2007 se perdió el 20% de los manglares mundiales, se redujeron desde unos 18,8 millones de hectáreas que existían para la década de los 80s, a 15,2 millones de hectáreas en 2007. Sin embargo, la tasa de pérdida se redujo de forma sustancial entre ese mismo periodo de tiempo, desde 185.000 hectáreas anuales deforestadas a una tasa de pérdida de 102.000 al año contabilizadas para el periodo 2000-2005.

Actualmente hay un interés renovado en la protección y recuperación de estas áreas costeras. Como ejemplos de esta realidad tenemos las jornadas de limpieza periódica que se llevan a cabo en la Isla de los Pájaros, que pertenece a Honduras y que forma parte de la reserva de la Bahía de San Lorenzo, un golfo de claras aguas turquesas de 3.200 km2 que comparten Honduras, El Salvador y Nicaragua. Las corrientes marinas llevan la basura desde la costa continental hasta la pequeña isla de sólo 2,5 hectáreas.

Como su nombre lo indica, la isla hondureña es un santuario para las aves marinas de la región. Cada año miles de garzas, gaviotas, pelícanos, fragatas, espátulas rosadas y otras aves se reproducen en los nidos construidos en las ramas de los mangles. Sin embargo la polución plástica ha llegado a este prístino lugar y ahora es necesario que funcionarios gubernamentales y voluntarios, periódicamente, remuevan los desechos acumulados para garantizar el sano desarrollo de la comunidad marina.

En este caso podemos hablar de que se está evitando la degradación de un manglar para que siga cumpliendo su función ecológica. En otros lugares en el continente americano las acciones están orientadas a la reconstrucción del antiguo manglar.

En la isla de Guadalupe, en el Caribe, que posee la mayor superficie de manglares entre las Antillas menores, se ha implementado desde el año 2000 un proyecto de recuperación de manglares. El centro de la iniciativa se encuentra en Jarry, la principal zona industrial de la isla caribeña, donde los manglares fueron rellenados y sustituidos por almacenes, contenedores apilados, autos en desuso y todo tipo de chatarras.

Esas zonas, que habían perdido la protección del manglar, eran afectadas en mayor medida por las inundaciones y tormentas, por lo que se hizo necesario su saneamiento. El mecanismo bajo el cual ha funcionado el proyecto es en común acuerdo con los propietarios de los terrenos, que destinan una porción para ser replantada con los manglares. En pocos años el manglar ha recuperado sus antiguos espacios y los beneficiados aseguran que las inundaciones ahora son menores.

Las pequeñas islas como Guadalupe son afectadas en gran medida por el cambio climático y el incremento del nivel del mar. Por ejemplo, basta con saber que su área más poblada se encuentra a tan sólo 80 centímetros sobre el nivel del mar, por esto proyectos como el descrito, de recuperación de manglares, no se trata de conservación per se, sino de futura supervivencia, ya que de acuerdo con proyecciones del sexto informe del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de Naciones Unidas, para 2030 las zonas más expuestas a inundaciones estaría sumergidas de forma crónica, mientras en 2060 esa mismas áreas podrían estar sumergidas, en promedio, más de la mitad del año. Todos estos datos nos quedan para reflexionar. La crisis climática impulsada y ocasionada por el capitalismo y su modelo de explotación, sigue avanzando en cada rincón y ecosistema del planeta, y la lucha contra esa realidad es necesaria e impostergable.

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