Ya se demostró que hay una o dos formas efectivas de eliminar el coral invasor sin riesgo de que se propague. Vienen otras tareas, como la remediación del hábitat y la siembra de especies autóctonas
Nelson Chávez Herrera / Fotos: Félix Gerardi
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La noticia de que un coral invasor llamado Unomia stolonifera había invadido el Parque Nacional Mochima y amenazaba con transformarlo en un pantano nauseabundo, causó un gran revuelo nacional; no así la noticia donde se narra cómo, luego de un acuciosa investigación y una acción en campo, finalmente se demostró que se le puede dar muerte. Las noticias malas convocan más atención que las buenas.
Las pruebas realizadas en la Isla Arapo del estado Sucre a principios de octubre mostraron que el coral invasor muere, simplemente, quitándole el sol. Hay quien manifiesta dudas sobre la capacidad para acabar con la invasión de manera definitiva, dada la poca extensión que con la técnica aplicada logró limpiarse en cinco días: el experimento abarcó 70 m2, con 70 m2 de plástico, para enfrentar una invasión de posiblemente más de cien kilómetros.
Las dudas son legítimas. Sin embargo, es bueno acotar que controlar la invasión no es simplemente un asunto de aritmética, ni de velocidad. La solución probada permite visualizar el problema en su justa dimensión. Las interrogantes son ahora: cuál es el estado químico y biológico de los espacios liberados, cómo impedir que Unomia stolonifera recolonice o reinvada las áreas despejadas, cuál es la ruta a seguir para controlar de manera definitiva la invasión de este peligroso coral.

Johanna Rondón, bióloga marina de la Universidad de Oriente (UDO), especialista en corales y parte del equipo de investigación, explica científicamente cómo ocurre la muerte de Unomia stolonifera mediante el método aplicado en Isla Arapo.
“Todos los corales tienen asociados a ellos microalgas, las cuales les permiten obtener, a través de la fotosíntesis, productos alimenticios. A pesar de que se alimentan de forma natural con los tentáculos y lo que está en el ambiente, también usan a las algas como medio de alimento y forma de maximizar su alimentación. Al tapar el coral evitamos la fotosíntesis del alga y esta muere. Al no tener el alga viva, la luz del alga se desprende del coral y queda sólo el animal. La simbiosis que había desaparece del alga y del coral y esto hace que el coral muera. Al tener el manto plástico encima el coral no va a tener una constante corriente de agua que renueve los nutrientes, que pueda hacer que pase algún tiempo sin el alga. Los corales tienen un tiempo en el que pueden estar sin el alga, mientras las condiciones son favorables y el alga vuelve al coral.
Además, mientras van muriendo organismos dentro del plástico, se va haciendo un ambiente inhóspito que lo va a afectar y contaminar. O sea, no va a poder estar allí porque ya hay muchas bacterias, hay descomposición, toxinas que se generan a través de la descomposición y van a afectar la vida del coral”.
Tres días después de aplicado el tratamiento, retirados los parches, la evaluación técnica fue la siguiente:
“En cuanto quitamos las mantas la fauna asociada a los alrededores entró a comer los restos que quedaron del coral y otros organismos. Encontramos debajo de los plásticos pepinos de mar y caracoles vivos. La aplicación del método ha sido factible porque no estamos afectando en gran manera la biota natural de otras especies, además es poca la biota que acompaña a Unomia. La idea era eliminar al coral invasor haciendo el menor daño posible a la biota asociada y se logró”.

Carol Lárez, bióloga de la UDO, especialista en biología química, encargada de elaborar el biocontrolador y parte de la coordinación del equipo, precisa:
“Me parece que el control ha sido efectivo. Los estolones, es decir, los cuerpos que sostienen a los pólipos del coral, están muertos. Hay colonias donde el estolón está muerto y el pólipo vivo, pero esperamos que a corto plazo se termine de morir el organismo. Que en más o menos una semana ocurra la total desintegración de lo que ya esta muerto, y encontrar un fondo marino totalmente limpio de Unomia stolonifera donde se colocaron los tratamientos”.
La pregunta obligada es por la condición de los lugares despejados. ¿Queda estéril el fondo marino?
–No del todo–, apunta Johanna Rondón. De hecho, esos organismos que quedan muertos allí van a ser parte del sedimento, va a seguir el ciclo, se va a reciclar todo aquello y esos organismos van a terminar de descomponerse. Luego, para otros organismos sí va a ser fácil venir otra vez y recolonizar porque el suelo, el sustrato, no va a quedar estéril en ningún momento.

–Los pescadores y pescadoras temen que Unomia stolonifera vuelva a recolonizar los espacios despejados.
–Lo que esperamos es que al no tener a Unomia viva, la colonización no sea tan rápida. Esos son los estudios que se están haciendo ahora. En las pruebas hechas en Mochima este año, hemos visto que una vez se levanta el parche, no hay una fauna que acompañe rápidamente estos espacios limpiados. Hay que ver en el tiempo cómo ocurre la asociación ecológica, para ver qué especies vienen a colonizar –señala Carol Lárez.
Frenar la invasión y evitar la reinvasión: una tarea colectiva
Luego de la fase de investigación y desarrollo del control de Unomia stolonifera financiada por el Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología, más la puesta en practica del método subvencionada por el Ministerio de Pesca y Acuicultura (Minpesca), Sinatra Salazar, doctora en biología, especialista en especies invasoras y coordinadora del proyecto Unomia, explica técnicamente la siguiente fase a ejecutarse.
“La segunda etapa del proyecto arranca con la limpieza de algunos sectores, que son los que se van a caracterizar, para evaluar qué es lo que queda después de la muerte de Unomia stolonifera en el lugar donde se aplicó el tratamiento. Evaluar las nuevas colonizaciones que pudieran ocurrir a mediano y largo plazo, y tratar de remediar los ecosistemas afectados. Hacemos hincapié en los ecosistemas de arrecifes de coral, aunque también deben subsanarse las praderas de talasia y los sistemas rocosos afectados. Viene ahora la fase de cultivo de corales, la estructuración de una granja de corales autóctonos, para después con estos venir al medio natural y remediar el daño”.
–¿Cuándo arranca este proyecto?
–En noviembre de este año 2023, que se comiencen a sembrar las semillas. Queremos que esos organismos del cultivo sean de acá de Mochima, porque esta es una región ecológica con características muy particulares. Muchas veces nos convertimos en introductores de especies que quizás no se adapten o tengan una respuesta diferente dentro de una misma zona geográfica, y eso es lo que queremos evitar.

–¿Cómo está pensada la participación de la comunidad en el proyecto?
–La participación de las comunidades tiene que ir con apoyo gubernamental, de una manera organizada. Que se estructuren las cooperativas, los equipos que pudieran estar trabajando sobre el control de Unomia y después, cuando se vaya a la remediación, impartirles formación en las granjas de coral. La comunidad va a ser parte integral para remediar los ecosistemas, algunos como buzos, otros como cultivadores de estas especies.
–¿Después de treinta días de monitoreo y observación, cuál es el estado de las áreas que se despejaron de Unomia y cuáles los pasos siguientes?
–Ya hemos rodado los parches cinco veces y continuamos. Desde la primera levantada de los parches se tomaron muestras de los sedimentos de las áreas que tenían el tratamiento con el biocontrol y de las que no lo tenían y se han seguido tomando muestras en cada área despejada. Hasta los momentos, lo que quedó limpio sigue limpio. Las muestras de sedimento son para evaluar la bacteriología, la parte microbiológica que probablemente se va a trabajar con apoyo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Ahora vamos con el basamento, la primera parte de lo que contempla la granja de coral, las bases donde se colocarán los pedacitos de coral, luego viene la recolección de los corales, estamos gestionando la permisología.

–¿Es posible eliminar la invasión con esta metodología?
–Una de las premisas con las que ha venido trabajando este equipo de investigación, sin vender humo, es que la eliminación total del coral invasor resulta cuesta arriba, dado el avance de la ocupación. En varias entrevistas el equipo ha subrayado que controlar la especie invasora es posible, pero implica un trabajo conjunto de prevención y eliminación del coral invasor a largo plazo. Sin prevención, sin control, todo trabajo de mitigación, saneamiento, repoblamiento del ecosistema con especies nativas será en vano.
La efectividad del método de los parches para controlar Unomia stolonifera, la explica la bióloga y buzo Johanna Rondón, con detalles que deben considerarse.
“Una de las cosas que en el proyecto siempre hemos dicho es que donde hay invasiones de Unomia muy avanzadas no podemos hacer mucho. Donde están empezando, en invasiones pequeñas, podemos hacer la detención y la erradicación de la especie, pero no en todas partes va a poder ser. Por ejemplo, en las islas Caracas, en el Bajo, a cierta profundidad hay kilómetros de invasión.
El coral se ha visto hasta a cincuenta metros de profundidad. A pulmón podemos llegar a cierta profundidad, después necesitas un equipo más avanzado, porque no es nada más lanzar el parche, lo tengo que mover, acomodar, cuidar que no afecte mucho la biota asociada”.
Hay temor de que con los parches no se pueda controlar la totalidad de la invasión, pero en suma, podría ser cuestión de recursos: humanos, técnicos, económicos.
El mismo razonamiento puede aplicarse para la utilización de cualesquier otro método, incluido el uso de las más sofisticadas máquinas. La batalla es larga. La solución no es un asunto de velocidad, sino de efectividad en el tiempo.
