El cosmos es una fiesta que no para, todo baila con todo porque todo se relaciona con todo, no se trata solo de cajitas y flechitas como nos enseñaron. Así también funcionan nuestros sentires, deseos y creencias, como un continuo fluir de coincidencias y coexistencias.
Por ejemplo, vida y fe se conectan, no como cadena sino como maraña:
La representación del nacimiento de Jesús de Nazaret, llamada nacimiento o pesebre, fue iniciada por Francisco de Asís. En 1223 a aquel religioso la Navidad lo sorprendió en la ermita de Greccio y tuvo la inspiración de reproducir en vivo el hecho de que un Dios naciera sin ropa ni casa.
En noviembre de 1979, el santo fue denominado Patrono de la Ecología por el entonces papa Juan Pablo II. Aquel místico italiano introdujo, además de la contemplación del nacimiento de Jesús, la posibilidad de un amor fraterno cósmico en plena edad media.
Consideró hermanas a todas las criaturas animadas e inanimadas, profesó la sencillez y la pobreza como contraposición al poder. Al hermanarse con el resto de la naturaleza y sentirse parte de ella, atinó en la raíz de la actual crisis ecológica: Ausencia de cuidado y de amor para con todas las cosas. Vivo o no, cada cuerpo que nos rodea tiene un valor intrínseco en sí mismo.
Si algo tiene valor (no precio) son los musgos, plantas que son capaces de retener hasta 20 veces su peso en agua mientras llueve y la liberan lentamente en tiempo de sequía. Esto se debe a la estructura de sus tejidos formados por células grandes e hidrófilas, comunicadas entre sí y con el exterior a través de poros. Incluso tienen hojas sin clorofila que solo están para almacenar agua.
Están en casi todo el mundo, pueden crecer sobre rocas desnudas y suelos erosionados formando un sustrato en el que llegan a crecer otras plantas de mayor tamaño estabilizando así las partes altas de las cuencas.
También crecen sobre las ramas y troncos de todo tipo de árboles y forman parte de una extensa división de plantas que abarcan más de 20 mil especies en todo el mundo. Sus bacterias asociadas pueden fijar nitrógeno atmosférico e incorporarlo al ecosistema.
Pueden ser el hábitat selecto de insectos, arácnidos, rotíferos, nemátodos, moluscos y anélidos, algunas aves y mamíferos pequeños los usan como material de construcción para sus nidos.
El musgo Sphagnum ha sido usado efectivamente como agente para filtración y tratamiento de aguas servidas y efluentes de industrias con descargas ácidas y tóxicas, con alto contenido de metales pesados y sustancias orgánicas, tales como aceites, detergentes o tinturas.
La principal amenaza contra estas plantas y, por ende, contra las cuencas que aseguran el agua, es su extracción por parte de comerciantes para su venta en épocas navideñas, son utilizados como parte del pesebre navideño, esa imagen rememorada por Francisco de Asís, amante hermano de ese todo del que somos parte.
Venezuela prohíbe la extracción, transporte, comercialización, aprovechamiento y cualquier otra intervención de musgos (líquenes y briófitos), helechos arborescentes y barba de palo mediante una resolución ministerial publicada en la Gaceta Oficial N° 40.305. Deje ese musgo en su montaña y tendremos agua, es decir, vida.
El apego a lo material, como instrumento para someter al otro y lo otro, no nos permite vivir ni dejar vivir, pero el amor a la vida no es solo un estado para quienes creen, sino para quienes quieren conmoverse y convivir.
La acumulación es la principal causa de la crisis civilizatoria global, esta incluye la ambiental. Por el puro deseo de tener y desposeer imitamos a quienes han cosificado ese cosmos y lo vaciamos de sentido. Nos enseñan a mirar lo que nos rodea como simples objetos que se pueden desmontar pieza por pieza, a conocerlas para dominarlos y explotarlos.
Decía Francisco de Asís:
“Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.” Quien exalta la pobreza no justifica el saqueo sino la necesaria libertad para compartir y despojarse del deseo de acumular para dominar. Es un proyecto hermoso, como la vida misma.