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La fabricación de juguetes no es un juego

por Soriana Durán
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Agustín Cona y su familia, gente de San José de Guaribe que supo lo que era ser vejado y robado por la policía por vender artesanías en la calle, apuesta a la organización de los fabricantes de juguetes de Venezuela

Soriana Durán / Fotos: Yrleana Gómez

El cielo en el barrio Kennedy de Caracas está nublado y los hijos de Agustín tuvieron que arreglárselas (otra vez) para que la pintura secase lo más pronto posible. Sin luz solar directa y el ambiente húmedo de montaña, esa primera mano de pintura se llevaría al menos media hora, lo que significaba un retraso considerable en la cadena de producción familiar.

En el primer piso los hombres cortan, tallan y asierran la madera hasta convertirla en piezas identificables de un puzle o rompecabezas, mientras que en otra sección, de la que se ocupa un único muchacho, se utiliza el aerógrafo y litro y medio de pintura azul. La planta baja la ocupan las mujeres, de distintas edades, quienes se encargan de reforzar el pigmento a punta de minuciosas pinceladas.


Paralelo a la fabricación de miles de rompecabezas del mapa de Venezuela adornados con el tricolor nacional, hay un fogón prendido en el patio. Montaron unas hallacas y el olor de la madera del taller se mezcla con el vapor que sale de la olla. A leña quedan mejor que en cocina, dicen. Canciones de vallenato acompañan el quehacer silencioso de la familia, a menudo interrumpido por algún comentario ocioso o pertinente, o por la aparición de una taza de café que marca el inicio de un breve descanso. De fondo, el bramido de la sierra al cortar la madera.

Agustín, la cabeza familiar, supervisa, delega tareas y participa en cualquiera de los procesos, según sea necesaria su asistencia. Tiene cincuenta años de edad, muchos de ellos formándose y desenvolviéndose como artesano-juguetero y ebanista, vocación que lo ha acompañado desde la infancia, inculcado por sus padres, tíos y el abuelo materno.


Nació el 7 de febrero de 1973 en San José de Guaribe, estado Guárico. Hijo de Rosa Cona, tejedora, artesana y cantadora de fulías, y de Ramón Guevara, comerciante, artesano, músico.

‘‘Ellos influyeron en todo y siguen influyendo. Aún mi papá no estando físicamente sigue influyendo, porque él desde chamo, siempre me acuerdo, fue quien me entusiasmaba pa’ los carritos. Porque, claro, vengo de una familia de muy escasos recursos, y eso dio a que mis padres, las muñecas de trapo con las que jugaba yo, las hacían ellos. Los carritos de madera los hacían ellos, mi papá hacía las carruchas para pasearse… y mi mamá igual, ella era tejedora.’’

En 1991, a sus 18 años, se trasladó a Caracas para capacitarse como diseñador ebanista gracias a una beca que recibió de parte del gobierno guariqueño en conjunto con Veba Oel. Sus estudios abarcan la carpintería, la lutería y el diseño de casas tipo chalet.

El arte ilegal

Culminada la beca, le tocó formarse como comerciante clandestino para poder vender sus diseños artesanales: ‘‘nosotros, mi pareja y yo, somos de los que le corrimos a la policía metropolitana en el 96. Hacíamos artesanías de madera y nos íbamos al boulevard de Caricuao a vender, pero teníamos que andar escondidos de la policía, pues no se podía vender en la calle, la policía te conseguía y te daba dos planazos y te quitaba todo… Eso nos pasó varias veces. Siempre perdíamos todo, pero nunca dejábamos la artesanía».


Agustín y su pareja decidieron regresar a Guárico para dedicarse a la ebanistería. Allí se establecieron durante 17 años mientras la familia seguía creciendo. Levantaron un taller en un galpón con la ayuda del gobierno de Guárico, que donó maquinaria especializada para carpintería.

Después de que su primer hijo fuera diagnosticado con autismo (aunque tiempo después les dirían que fue un diagnóstico errado) se interesaron por la juguetería con el propósito de desarrollar las capacidades del niño a través de herramientas lúdicas. Luego, ante los efectos económicos de las sanciones, la escasez y otro montón de factores adversos, Agustín Cona y su familia regresarían a Caracas en el 2018 en busca de mejores condiciones de vida, esperando que ese cambio pudiera facilitar el desarrollo de su oficio artesanal.

En ese mismo año asumió la presidencia de la Asociación de Artesanas, Artesanos y Jugueteros de Venezuela, posición que mantiene hoy en día y que le ha permitido conectarse con una cantidad considerable de artesanos y artesanas a lo largo y ancho del territorio nacional.


‘‘Yo no he hecho más nada en mi vida que no sea la artesanía. Y les digo a mis hijos, con la artesanía se puede. Nosotros hicimos una casa bellísima, tenemos nuestras cosas y todo ha sido a punta de artesanía. Yo tengo tres carreras, pero en ninguna de las tres ejerzo. Todo ha sido artesanía».

Armando a Venezuela

La mesa en la que trabajan las mujeres está repleta de cientos de piezas de madera pintadas de amarillo. La parte superior del puzle, el primer color del mapa/bandera, conforma solo una unidad de ese juego sencillo destinado a niños y niñas de entre 2 y 3 años. Otras piezas están expuestas de forma muy modesta en la mesa contraria; juegos de encajar, rompecabezas y balancines de madera. Agustín cuenta que sus favoritos son los dinosaurios de colores, sin embargo no hay ninguno a la vista, por los momentos.

Resulta que la meta para la navidad del 2023 eran 6 millones de juguetes. Sin embargo, debido a la reducida mano de obra, alcanzar siquiera un tercio de esa cifra sería imposible para la fecha estipulada. Por supuesto, no es sólo la familia de Agustín la que trabaja en esta entrega, sino alrededor de diez mil personas repartidas en 19 estados del país, artistas, artesanos y artesanas que forman parte de la asociación. ‘‘Este año estamos haciendo 300 mil juguetes entre 46 talleres productivos y estamos súper atrasados. Lo que significa que hay que multiplicar los talleres productivos en el 2024.’’


Agustín explica que esta ambiciosa demanda de juguetes artesanales hechos y distribuidos por manos venezolanas es el resultado de tres años de planificación conjunta con el Ministerio de Comercio y la Asociación Nacional de Artesanos, Artesanas y Jugueteros de Venezuela como una alternativa necesaria a la alta importación de juguetes de plástico, juguetes cuya vida útil es limitada y que suelen acabar desechados al poco tiempo de adquirirlos, sin mencionar la pésima calidad que poseen. Por otra parte, quienes se benefician de la producción en masa de estos productos son aquellos que nada tienen que ver en la manufactura de los mismos.

El tema ambiental

‘‘El hecho de importar dieciocho, diecinueve millones de juguetes de plástico todos los años, esas son empresas que tienen mucho renombre, tienen mucha plata, se mueven con muy buenos contactos en un país que todavía es capitalista. Vamos a un proceso de cambio en el que nos va a costar mucho asumir la parte social, pero estamos en un país netamente capitalista donde se ven intereses, en el que sabemos que los jugueteros, incluso el mismo año que hicimos el planteamiento, ya nos querían poner una piedra de tranca, de intereses en los que había mucha plata».


En este tema también tiene que ver el plástico como un material nocivo tanto para la salud como para el medio ambiente, y Agustín está muy claro al respecto desde su labor como juguetero artesanal: ‘‘la cultura, la artesanía, es un asunto de salud pública. Muchos no lo ven así, pero es que el plástico, de alguna forma, y ya hay estudios que lo certifican, ha llegado hasta la leche materna. ¿Quién sabe a través de qué nos está llegando ese plástico internamente?’’.

Asimismo, recalca que ‘‘el ambiente nos da la materia prima a nosotros’’, ya que gran parte de las piezas de Agustín son trabajadas en MDF de 12mm o 15mm, que son tablones hechos a partir de residuos de madera y resina sintética. Es decir, se trata de un madera reciclada y reutilizada desde las virutas que quedan de procesos industriales en aserraderos y similares. En cuanto a pintura, si bien suele recurrir a la pintura al frío en la mayoría de los casos, además del barniz para sellar el pigmento una vez seco, ha utilizado pigmentos naturales derivados de flores, como la cayena o el apamate. Se asegura de que estos suministros sean no tóxicos, puesto a que serán manipulados por infantes y niños.


Son las tres de la tarde y en la casa de Agustín queda mucho trabajo por hacer. Cada uno de sus habitantes tiene una tarea específica en el engranaje productivo, y la jornada empieza a primera hora de la mañana y acaba tan pronto se va la luz del día. En este frenesí típico de le época decembrina, no hay tiempo para detenerse.

Según su experiencia, aquello que suele ir en contra de manera habitual es el clima: ‘‘a veces no sale ni un rayo de sol, aquí el ambiente es muy húmedo. La lluvia nos pone a correr, y tenemos que esperar a que escampe para poder trabajar.’’
Además de replicar su trabajo con el resto de su familia, también comparten la misma afinidad por la percusión. Cada diciembre, en la plaza Bolívar de San José de Guaribe montan una parranda de tambores que ya es común en esa localidad. No sólo han fabricado juguetes o artesanías sino que también han hecho sus propios tambores para la ocasión.


En cuanto a planes para el futuro, Agustín, junto a la asociación, espera sentar las bases de un taller escuela para jóvenes que quieran formarse en el oficio de la juguetería artesanal. Este taller estaría ubicado en San Carlos, Cojedes, y contaría con todas las instalaciones necesarias para permitir la ocupación a largo plazo de al menos veintitrés aspirantes provenientes de cada estado de Venezuela.

‘‘Tenemos el área, y lo más importante es que ya tenemos la maquinaria para hacer juguetes en cantidad y capacitar jóvenes. Porque la idea es capacitar jóvenes, ya tenemos el pénsum de estudio elaborado, una capacitación de seis meses, y los chamos se van a poder quedar allí. Estamos visualizando es que cada gobierno regional beque a, por lo menos, un joven de ese estado y nosotros lo recibimos allá.’’

Agustín Cona sueña seguir produciendo juguetes desde el ámbito familiar y espera que algún día sus juguetes logren distribuirse a nivel internacional, trascendiendo a sus habituales puntos de venta en Caracas en lugares como el Waraira Repano y Caricuao.

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Contacto del maestro juguetero Agustín Cona: 04241653935

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3 comentarios

Carlos González. 27 octubre 2024 - 18:57

Bendiciones. Excelente trabajo. Un saludo cordial y fraternal. Desde Maracay. Aragua.

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Maribel Arias 5 enero 2024 - 13:42

Que belleza es todo lo trabajado artesanalmente, les deseo mucho éxito en sus aspiraciones.

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Luisa Calzadilla 5 enero 2024 - 09:39

Excellent! Muy buen trabajo.

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