El loco empeño de los poderosos del mundo por destruir nuestro hábitat a veces genera respuestas desesperadas, pero también acciones de una creatividad fascinante. La investigación y manejo de microorganismos y sustancias en la tarea de limpiar, eliminar o «desaparecer» desechos industriales califica como respuesta heroica, algunas con bemoles e incongruencias, pero brillantes al fin.
Acá queremos reseñar dos noticias recientes; una, el uso de microorganismos para desintegrar chatarra y metales oxidados, investigación y aporte de la biotecnóloga chilena Nadac Reales.
La otra, la creación de una enzima que descompone el plástico a altísima velocidad, a partir de la observación de un insecto comeplástico detectado («descubierto», dicen ellos) por un japonés.
Como ya dimos acá arriba los enlaces que amplían la noticia, solo agregaremos algo del método o «truco» empleado por la científica chilena: la compañera puso a pasar hambre a unos microorganismos durante varios días, y cuando los vio bien desesperados les zumbó un clavo de hierro oxidado. El clavo duró menos que una torta en una fiesta infantil.