En Yaracuy florecen iniciativas de conservación y cuido de las abejas nativas, Meliponini o abejas sin aguijón
Texto y fotos: Candi Moncada
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Palmira Guevara, bióloga, y Samuel Ortiz, joven meliponicultor, comparten el protagonismo de este relato con nuestras amigas, las abejas, esas pequeñas criaturas temidas por muchos (le tememos a las que tienen aguijón pero las juzgamos a todas por igual. ¡Mal hecho!, diría mi mamá) pero que son elemento fundamental para garantizar la diversidad vegetal y el hábitat de millones de especies, su principal atributo es ser polinizadoras. En sus diminutas patas, colita y panza atiborradas de pelitos recogen el ingrediente que genera la fecundación de las plantas con flor. Ese polvillo fino es el polen.
Palmira estableció como espacio de acción una pequeña comunidad de Lara llamada Sabana Grande, allí ha tejido a punta de tiempo y entrega una red de juventudes campesinas que conviven con, como ella le llama, “el universo biodiverso de las especies de abejas”. El objetivo es involucrarlas en su preservación desde el conocimiento, para lo cual se arma de lenguajes universales como la música, el teatro, la pintura y el cine documental, expresiones artísticas que sensibilizan a la familia campesina y las transforman en guardianas de abejitas.
El proyecto llamado “Biodiversidad, el bosque local y las abejas nativas” responde al peligroso anonimato del que son víctimas nuestras abejas autóctonas, luego de la introducción de la especie europea Apis mellifera (con aguijón). Es tal la penetración de la especie extranjera que para el 2013 el Departamento de Ciencia de los Alimentos de la Facultad de Farmacia y Bioanálisis de la Universidad de Los Andes, Mérida, sugería “la inclusión de las especies de abejas criollas productoras de miel reconocidas en la cultura venezolana” a la norma COVENIN 2191-84 dedicada al dulce producto. O sea, primero tuvimos norma para las piconas extranjeras que para las mansas nacionales.
La bióloga cuya cruzada inició hace ya varios años, alerta permanentemente sobre el peligro de la desaparición definitiva de especies criollas como La Guanota y la Erica, producto de prácticas agrícolas intensivas, la deforestación, la crisis climática y la multiplicación de especies de abejas invasoras que las desplazan de sus territorios y las exterminan. En su campaña ha conocido otras y otros enamorados de la conservación, logrando armar de a poco una tropa que intercambia saberes, prácticas y talentos que defienden y prolongan la vida de las Meliponas. Aquí entra nuestro segundo protagonista.
“El Jardín Tropical”
Conocer a Samuel no requirió muchas palabras, llegó con una guacharaca en las manos rescatada minutos antes por él de una alambrada, la llevaba a su casa para curarla y cuidar de ella mientras se recupera para después dejarla libre. Palmira volteó y me dijo “ya con eso conoces al personaje”. Sí, eso me dijo que su amor no es solo por las abejas, se extiende por todas las formas de vida.
Abrió las puertas de una casa sencilla como las de Fruto Vivas y al final de un salón, el verdor y una brisa agitada nos daba la bienvenida a un museo natural, el Meliponario “Jardín Tropical” que alberga, al menos, diez especies de abejas nativas. Diez son también los años que Samuel, de 34, ha dedicado al estudio, colección y protección de estas pequeñas.
Plebeyas, Angelitas, Guanotas, Erica y Zamuritas son algunos de los ejemplares que pueden verse y conocerse en el museo natural de Samuel. Él con una humildad singular cuenta que desde niño observó con curiosidad las abejas en los árboles y en grietas de los bloques de las casas de su comunidad, “fue un amor natural, mi interés no fue por el dinero ni por la miel porque ésto es más que miel, es biodiversidad, es conservación, preservación de la vida”. Sostiene que la multiplicación de las meliponas debe darse desde el respeto y el conocimiento, como el amor, no puede forzarse, ellas deben mantenerse en su ecosistema natural, donde son genéticamente fuertes, “hay que tener prudencia y mantener el equilibrio para evitar perjudicar la especie”. La casa de Samuel es el primer museo de abejas autóctonas del país y junto a Palmira proyectan multiplicar la experiencia en otros territorios construyendo polen a polen una red nacional de museos naturales.
Hoy, veinte de mayo es el día mundial de las abejas y en la Sabana Grande larense se da el primer encuentro artístico-científico para celebrarlo. La agenda contempla teatro de títeres, intercambio de semillas de plantas mielíferas, un taller de diseño de afiches y un recorrido por la comunidad para ubicar las colmenas existentes, todo gracias a la suma de voluntades y al financiamiento del Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit) del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología.