Este espacio será un tributo puntual y permanente a Simón Rodríguez. Salimos a la luz 252 años exactos después del día en que nació este genio
También será un homenaje al pueblo creador, activado en al menos dos planos o dimensiones: la tecnología popular entendida como capacidad para improvisar y producir soluciones, y elementos útiles, con los recursos a la mano, y el quehacer científico e industrial en centros de investigación y entidades productivas. Estas actividades no se excluyen: se complementan entre sí. El investigador y académico suele ser también pueblo creativo y le ha tocado improvisar con lo que hay. Tendremos bastante espacio para navegar por ese territorio, que resulta primordial para la fertilidad del país.
***
Es fácil e incluso agradable describir la misión que nos hemos propuesto: queremos mostrarnos y mostrarle al mundo cómo se manifiesta ese duende, incomprensible para muchos otros pueblos y culturas, llamado resistencia o resiliencia a la venezolana: cómo este pueblo jodedor y su gobierno no han colapsado ni estallado en mil pedazos, en medio de un ataque despiadado y una situación opresiva, producto de un insólito aplique imperial.
Nos la pasamos inventando: eso se dice siempre y casi todo el mundo está de acuerdo. Lo que Simón Rodríguez proponía como método o urgencia se nos dio de manera más natural que planificada, y ese es un chiste maravilloso y emocionante si lo miramos con la debida atención: epa, aquí andamos dictando cátedra sobre cómo construir un país mientras destruimos otro, sin haberlo previsto así. Improvisamos e inventamos (y a veces erramos).
Pues bien, esa inventadera tiene unos resortes, unos tornillos, unas bisagras y tuercas; par de alicates, el respectivo destornillador y unos lubricantes: el objeto de esta revista es mostrar ese instrumental y al pueblo silencioso que lo ha sabido usar. Iremos por el país buscando al pueblo resistente y a los científicos, tecnólogos e investigadores que hacen lo mismo pero desde laboratorios y espacios más consolidados y de altísimo nivel.
Por último, y como en un tiempo como este no deben faltar las respectivas etiquetas y consignas para definirnos y fijar posición ante el país, declaramos saber y entender que no hay acto revolucionario genuino si no es decididamente anticapitalista, antiimperialista, antipatriarcal, defensor de la naturaleza y de las culturas que vivían en armonía con ella, antes que llegaran las hegemonías a querer convertirnos en caricaturas de las estructuras de poder que nos destruyeron.
También, y por sobre todas las cosas, somos chavistas. Y el mejor homenaje al Comandante es, y ha de ser, no atiborrar estas páginas con su nombre. No se honra su memoria llorándolo e invocándolo a cada minuto, sino demostrando fehacientemente que su pueblo ha sido capaz de vivir y crear sin su presencia física.