Hay muchas razones y evidencias de que la humanidad necesita cambiar su actual paradigma de producción de energía, pero además su modo, ritmo, concepto de producción, de vida y de organización social. No es solo “migrar” de la energía contaminante hacia otra que se le parezca y que sirva para lo mismo, pero que parezca más limpia o menos depredadora.
A ver: mucha gente está convencida de que la generación de electricidad a partir de molinos de viento (energía eólica) y paneles solares es la gran solución, el llegadero, la meta, la gran solución. Por muy feo que sea o parezca el despertar, es preciso decirlo: estimados compañeros, para producir paneles solares es preciso invertir más energía sucia que la cantidad de energía limpia que ese maldito panel producirá. Así que no es negocio, no tiene chiste ni sentido. Lo mismo con los gigantescos molinos que mueven turbinas que hacen fluir energía hacia grandes baterías o acumuladores: la producción de generadores, aspas, torres y acumuladores o baterías se hace con procedimientos, materiales y lógicas propias del capitalismo industrial, que se supone es el origen de la tragedia.
Nada, pues todo es para recordarles, en estas fiestas navideñas, que la idea no es vivir la ciudad industrial de otra forma sino ir desmontando a la ciudad industrial.
Algo más sobre esa fea verdad, en este artículo, que se queda corto pero echa un cuento fácil de entender:
Las energías renovables más comunes, ¿contaminan?