En un mundo que destina el 20% de la electricidad que produce en el refrescamiento de sus edificaciones, parece lógico que científicos e investigadores de todo el mundo se revienten la sesera en busca de soluciones viables y sostenibles para acondicionar las temperaturas interiores de edificios y viviendas
Es así que, una vez superado el megaego modernista y barrido todo atisbo de culpas debajo de la alfombra, corporaciones y universidades están volviendo la cara hacia el mundo antiguo y las maravillosas y sostenibles respuestas que añejas civilizaciones dieron a diversos problemas, entre ellas el cómo refrescar edificaciones.
El planeta se calienta día a día y la estúpida lógica de un criminal sistema, sostenido por la avaricia de unos pocos en detrimento de la mayoría, alienta la producción y consumo de tecnologías de enfriamiento tan demandantes de energía como contaminantes.
Pero como decíamos, han vuelto la vista atrás y han encontrado un sistema de enfriamiento inventado por los persas (actuales iraníes). El nombre del sistema se explica a sí mismo, captadores de viento.
Se trata de unas torres con varias rendijas que captan el viento, una vez en el interior, el aire más cálido se eleva sobre el aire más frío. Este se canaliza al interior de las edificaciones e incluso puede pasar por varias tuberías de agua que los refrescan aún más.
Esta tecnología que por siglos hizo más grata la vida a los habitantes del ardiente norte de África y medio Oriente está siendo revaluada gracias principalmente a la necesidad de disminuir el consumo de la costosa energía eléctrica.