Hace unos años el conductor de un camión sin frenos perdió el control de la unidad en la larga calle por la que se entra y se sale de Altamira de Cáceres (Barinas). A pocos metros de una curva en bajada, muy peligrosa, el hombre hizo una maniobra desesperada, o tal vez no hizo ninguna, y el camión se estrelló contra la fachada de la casa de Goyo Montilla y familia. Ninguna víctima, solo el chofer lesionado. Y el madre hueco en la pared principal de la casa.
Esa casa, diseñada y construida por Efrén Montilla, está hecha en buena parte de barro, troncos y materiales reciclados. Cuando lo llamaron para que levantara otra vez la pared, el hombre fue, miró los daños y tomó una decisión: “No voy a volver a hacer esa pared”. El proceso que vino es largo de explicar aquí, así que vámonos directo al resultado: en pocas semanas el hueco del siniestro se convirtió en un espacio con un pequeño flujo de agua, rodeado de helechos y otras especies vegetales, a la orilla de un pozo hecho de piedras.
Impacto grave e inoportuno; de pronto, un microclima: esa anécdota resume buena parte del espíritu vital de las cosas que se propuso hacer e hizo Efrén Montilla en su natal Altamira y en otros lugares de Venezuela. Su juego con los espacios y materiales se sale de la norma arquitectónica estándar, de las formas y recursos convencionales. El espíritu del reciclaje y la reutilización atraviesa todo su legado, pero sobre todo un sentido del humor que resuelve, decora y hace agradables los lugares. Más que un método de construcción es una filosofía, una actitud, un dato de la inteligencia del ser que convierte los problemas en un juego o rompecabezas para el disfrute.
Esto es solo un #Avance. Lee y admira un homenaje más amplio (nunca será completo) a Efrén Montilla en nuestra edición descargable, próximamente.