Tenemos Observadores de la lucha contra la desertificación y la sequía en Venezuela: la Asociación Civil Escuela Agroecológica Montalbán fue acreditada por la Convención de las Naciones Unidas para apoyar esa misión
Alejandro Silva Guevara / Fotos cortesía Escuela Agroecológica Montalbán
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El cambio climático ha empobrecido los suelos con una velocidad sostenida y peligrosa para el futuro de la humanidad. La preocupación a nivel mundial moviliza a diferentes organismos que intentan revertir este proceso degenerativo, o en todo caso, detenerlo o hacerlo más lento. La Asociación Civil Escuela Agroecológica Montalbán se ha dedicado, justo desde la población carabobeña de Montalbán, y también desde otros puntos del territorio venezolano, al aporte de conocimientos y prácticas agroecológicas que mitiguen ese flagelo global. La convención de las Naciones Unidas dedicada a la lucha contra la desertificación, cuyo día mundial se celebra hoy (17 de junio) decidió que su trabajo debe darse a conocer, que debe ser apoyado y divulgado.
“A nuestro juicio, esta es la convención que está más enfocada en el tema de la remediación o recuperación de los ecosistemas”, afirma José Leonardo Salazar, dirigente de Agroecológica Montalbán, mientras explica que las Naciones Unidas impulsan varias convenciones o acuerdos en el tema ambiental entre los países que conforman ese organismo.
Su escogencia comenzó con la entrega en la institución los recaudos exigidos, entre los cuales hay un resumen documentado de todas las actividades de la Escuela Agroecológica, activa desde el año 2016. Desde su conformación vienen trabajando con la gente del punto focal de la convención en Venezuela. Este equipo se ocupa, por parte del Estado venezolano, de llevar todos los acuerdos y tareas derivadas de dicha convención. La acreditación les confiere el status de “Observadores” de la República Bolivariana de Venezuela, en la que muchos entes son parte de esta iniciativa y posee un equipo que se encuentra en el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo.
Este hecho les suma importancia como comunidad organizada, más allá de la que tienen como grupo de trabajo por la labor que vienen realizando. Ahora trabajan como una organización que se involucra directamente con comunicaciones y orientaciones para la ejecución de planes y tareas, la promoción constante, programas, proyectos y todas las políticas que vayan orientadas a la lucha contra la desertificación, que no es más que el empobrecimiento de los suelos por la erosión, la tala indiscriminada de la vegetación, la agricultura a base de agroquímicos y otros factores.
Un lugar para comenzar
El trabajo central en este momento lo desarrollan en un pequeño valle donde está ubicado el conocido hospital de El Algodonal (Hospital José Ignacio Baldó), un Área Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE) que cuenta con una extensión de 200 hectáreas, en las que existe una microcuenca a la que van dirigidos los esfuerzos de recuperación y restauración. Desde hace año y medio aproximadamente (2022) se realizan allí algunas tareas con las que se busca revertir el proceso de degradación del suelo en el área.
“Un suelo se desertifica cuando pierde su capacidad, por degradación, de permitir el desarrollo natural de plantas y animales, o sea, cuando el suelo se esteriliza y ya no es apto para sostener la vida, y eso es lo que se quiere revertir”, explica Salazar.
Hay otras organizaciones nacionales e internacionales participando, como por ejemplo la Food and Agriculture Organization (FAO), por intermedio de su Consultor en Manejo Sostenible de Suelos, Juan Carlos Rey. Trabajan en conjunto con algunos campesinos y campesinas. Consiste en un programa de formación en materia de conservación y uso racional del suelo. Este programa también tiene presencia en algunas zonas de productores urbanos en lugares como Antímano, donde se desarrollan unas seis experiencias, y en algunas zonas del Waraira Repano.
En este sentido se ofrece información con la cual los participantes puedan identificar “cosechas de agua” a través de las zanjas de infiltración para el riego, a través de inducciones dirigidas a la construcción del Aparato A, un instrumento artesanal capaz de medir las curvas de nivel y a la vez trazar las curvas del contorno, lo que permite mitigar la erosión aprovechando la inclinación natural del terreno para la obtención constante de agua.
El Algodonal, por ejemplo, visto desde una perspectiva geográfica, posee una forma de “herradura” que limita al norte con la carretera hacia El Junquito; por el este con la Zona Industrial de La Yaguara; por el oeste con el barrio de Carapita, y por el sur con la avenida Intercomunal de Antímano. Por su ubicación y esta forma de herradura o de olla, posee características como la ubicación de sus laderas, un topografía que posee pendientes de las montañas que llevan esos cauces en forma de quebradas, que son las que al final conforman esa microcuenca.
Originalmente se ubicó allí el hospital porque tenía fuentes de aguas limpias cercanas y se quiso garantizar esa zona boscosa para que no faltara el suministro acuífero. Ahora, para lograr esta recuperación, se están implementando prácticas como la agricultura de subsistencia, informa José Leonardo.
Para lograrlo, tienen otro de los muchos aliados en este esfuerzo: la Compañía Nacional de Reforestación, con quienes están poniendo en marcha un programa de agroforestería con cultivos de café asociados a especies autóctonas. En este punto se habla de especialidades de una siembra tímida de café bajo sombra. La idea es resembrar la zona y que el producto crezca protegida por esta nueva reforestación, a la vez que se busca generar medios de vida sustentable para los integrantes de la comunidad “con un cultivo permanente, amable con la topografía, acompañado de siembra de especies forestales que, aparte de darle sombra al café, restituya el bosque original. Restaurar es apostar a la neutralidad en la degradación de la tierra y el suelo”.
La batalla de Carabobo por el agua
La Escuela Agroecológica Montalbán está ubicada en el estado Carabobo. En el año 2016 José Leonardo Salazar vivía en el municipio Montalbán, cuando la escasez de agua comenzó a acentuarse, por lo que, preocupados, varios pobladores decidieron investigar qué sucedía en los lugares en los que se originan las corrientes de agua. Notaron las severas afectaciones en las cabeceras que incidían en la capacidad de suministro y recargas acuíferas. “Los árboles funcionan como amortiguadores de la lluvia; al desaparecer el bosque, la caída directa de las gotas de agua sobre el suelo lava la superficie, la capa vegetal, arrastra sedimentos. Al no poder filtrarse hacia las fuentes subterráneas de agua se convierten en aguas que arrasan y sobrepasan diques y almacenamientos no aprovechables, y que después se secan. Se llama proceso de efecto por origen antrópico”.
A partir de ese momento se inició la promoción de la agroecología como una ciencia aplicable que puede dar respuesta de producción y de búsqueda de equilibrio y armonía con el suelo, y como proyecto de recuperación. “Si hay café arriba, hay agua abajo”, dicen los sabios campesinos.
Iniciaron la propuesta de ideas y tareas en conjunto con la autoridad y la comunidad organizada, y juntos hicieron el desarenado manual, a pico y pala, del dicotoma o dique del pueblo que representa la reserva de agua de toda la comunidad, azotada por una brutal desforestación y el consabido efecto de la caída de aguas libres, sin la contención de los bosques. El lugar en el que se encuentra el reservorio de agua no cuenta con accesos de maquinaria pesada, por cuanto unas 36 personas se dedicaron manualmente a la labor.
Paralelamente, realizaron la reforestación de un corredor de unos 5 kilómetros de un túnel vegetal, ubicado en la entrada del pueblo de Montalbán, el cual se ha venido deteriorando. Esta recuperación lleva unos 5 años y fue interrumpida por la pandemia. Sin embargo se sembraron un total de 350 árboles.
Entre otras iniciativas del grupo, destaca la conformación del equipo que desarrolló el “Primer Plan Municipal de Gestión de Riesgos de la Sequía”, único en el país y cuarto en América Latina, con el cual se han concretado planes con respecto a qué hacer ante el desastre de la sequía, dónde ubicar pozos de aguas consumibles para cubrir las demandas de hospitales y escuelas de Montalbán, y para poder utilizarla en el combate de los incendios propios de las temporadas secas.
Esta iniciativa se apoya en la formación de una red de comunicaciones llamada “Red Selva Nublada”, integrada por Protección Civil, Cuerpo de Bomberos del estado Carabobo, Alcaldía, Policía, Guardia Nacional, comunidad organizada y otros actores, con el fin de monitorear estos fenómenos y darles pronta y adecuada solución.
1 comentario
Me parece buena esta iniciativa. Se debe reconocer que el conuquero y conuqueras también se instruye e investiga como proteger el suelo porque estos ven otras alternativas para mejorar lo que nuestros antepasado aplicaban en los suelos sobre todo en los pueblos debilitando en muchas ocasiones los suelos. Aquí en el Algodonal con esfuerzo y estudio se realiza la investigación y se pone en práctica enseñando a muchos que desconocen está técnica y que algunos la conocen es en práctica. Aquí se aplica lo aprendido.