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La gesta del Cardiológico Infantil: más de 13 mil vidas salvadas

El Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano Dr. Gilberto Rodríguez Ochoa cumplió 18 años. Un libro de testimonios y una visita presencial revelan una fracción de la enormidad de sus proezas

por Soriana Durán
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Soriana Durán / Fotos Yrleana Gómez

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En la sala de recreación del Hospital Cardiológico Infantil una paciente de tres años brinca y se ríe con su madre, que la observa risueña, aliviada, con la certeza más plena del mundo. Debajo de la guardacamisa de la niña sobresale una cicatriz oscura que le atraviesa el pecho de forma vertical. Esa cicatriz es el resultado de tres intervenciones quirúrgicas exitosas que garantizan la vitalidad de su corazón. En el plazo de menos de una semana fue operada por diferentes cardiopatías: comunicación interventricular (CIV), estenosis de la válvula pulmonar y persistencia del conducto arterioso (PCA).

Madre e hija habitaron el hospital mientras duró el procedimiento, en un cuarto amplio, ventilado, diseñado para hospedar al paciente con su respectivo representante. Fueron atendidas con un amor y cuidado que suele escasear en lugares de este tipo.

La mujer, que no debe tener más de veinticinco años, muestra infinita gratitud en su mirada, mientras que la niña, en su percepción pueril, no parece consciente de que acaban de salvar su vida. Y esta conversación entre la Dra. Isabel Iturria y la mamá de la paciente, aunque parece un interrogatorio, es más bien un recuento:

¿De dónde vienen ustedes?

–De Valencia –responde la muchacha, mamá de Nicol.

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¿Cuánto han pagado ustedes aquí en el hospital?

–Nada, más bien agradecida totalmente.

¿Y cuántas medicinas han tenido que salir corriendo a buscar a medianoche?

–Ninguna.

¿Cuántos exámenes de laboratorio les mandaron a hacer en la tarde para que los traigan al otro día?

–Ninguno.

¿Materiales para la cirugía?

–Nada.

¿Y la comida de ustedes?

–Excelente, gratuita también.

Historias como esta son habituales en este inmenso complejo creado bajo el mandato del presidente Chávez en 2006, después de que el diseño arquitectónico de Carlos y Lucas Pou se concretara en 2001. La obra estuvo paralizada durante el golpe de estado y el paro petrolero hasta 2005, cuando se reanudó la construcción y logra finalizarse un año después. Desde entonces, el hospital se ha mantenido en óptimas condiciones, funcionando sin pausa a pesar del bloqueo, las sanciones, los períodos de inestabilidad económica entre 2016 y 2020 y la pandemia de Covid-19.

Ubicado en Montalbán, al oeste de Caracas, el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano es uno de los centros hospitalarios con mayor impacto positivo en la población venezolana hoy en día. Habiendo alcanzado un récord de 13.300 intervenciones mediante cirugía o hemodinamia en 2023, la institución espera continuar con su admirable labor por el bienestar y el desarrollo de niños, niñas y adolescentes de Venezuela y del resto del mundo, porque también han tenido pacientes de países como Gambia, Colombia, Perú y Estados Unidos.

Si bien las condiciones socioeconómicas llevaron a una fracción del equipo a emigrar, el Cardiológico Infantil es capaz de realizar 300 intervenciones por semestre con tan solo “dos cardiólogos y medio”, según la directora, doctora Isabel Iturria. De acuerdo a su testimonio, el hospital “no podría avanzar sin el esfuerzo colectivo del personal obrero, administrativo y profesionales de la salud que dedican su tiempo y capacidades a servir, del modo más eficiente”. Aquí se materializa el concepto de salud gratuita, de acceso universal, equitativo, incondicional.

“De cada cien pacientes que nacen con una cardiopatía congénita te diría que hay un quince o un veinte por ciento que no hay que operar, porque es tan leve que no hay que hacerles nada. Tienes un diez o quince por ciento en la otra punta, de los cuales no es posible hacer una cirugía correctiva sino solo cirugías paliativas, con mal pronóstico en muchos de los casos. Luego tienes el ochenta por ciento de los pacientes, que son los que están en el medio, que tienen patologías de distinta complejidad, unas más sencillas, otras más complejas, para las cuales sí existe una cirugía”, explica la cardióloga, que fue también ministra del Ministerio Popular Para la Salud. “En más del noventa por ciento de estos casos los pacientes salen bien y el resto de su vida lo que van a requerir es una consulta semestral de cardiología o una consulta anual, dependiendo de la patología, o ninguna consulta”.

Los requisitos

Para que un paciente ingrese al Hospital Cardiológico Infantil debe ser referido desde su hospital de origen por el profesional que se encargó de su caso. Esta referencia se hace a través del Registro Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes con Cardiopatías Congénitas (RNAC), un sistema digital que recopila expedientes/historias de pacientes que requieren cirugía. El cardíologo remite la información, diagnóstico y datos del paciente, y dicha solicitud es revisada y evaluada por el equipo médico del hospital, quienes asignan la fecha de intervención quirúrgica dependiendo de las características del paciente, su cardiopatía y las posibilidades con las que cuenta el hospital en el momento.

“Cuando nosotros abrimos en el 2006 teníamos afuera la cola de gente. Pero ya no, ya la gente sabe. Además de que la gente sabe que es así, todos los cardiólogos infantiles de los hospitales públicos saben cómo funciona el sistema de referencia. Saben que ese es el modo de que el niño sea operado y lo registran directamente”.

Una vez que la solicitud es atendida y se confirma la cirugía, se contacta con el representante del paciente y se le notifica que debe asistir a una cita en el hospital. Para recibir esta llamada se espera menos de tres meses en la mayoría de los casos. Al niño o a la niña se le hace un examen médico de signos vitales, electrocardiogramas y la historia clínica. De este paso se ocupa un médico o médica pediatra que es también estudiante de postgrado en cardiología infantil –por ahora hay doce cursando sus estudios de postgrado en distintos años–. Luego prosigue un ecocardiograma con el que se verifica la correspondencia con el diagnóstico dado por el cardiólogo regional, es decir, si se concuerda o no con dicho diagnóstico.

«85 por ciento de los niños vienen del interior. Nosotros hacemos el 95 por ciento de la cirugía cardiovascular pediátrica de Venezuela. El privado hace menos del 5 por ciento, o el cinco por ciento a duras penas», Iturria insiste en que, a causa de ese volumen de pacientes, la estrategia correcta es que el diagnóstico inicial se realice en los centros de salud de donde proviene el paciente. “La mamá no tiene que ir con un papelito a no sé dónde, a ver si le van a dar o no le van a dar la cita para operar al chamo. Cuando viene es porque está previsto para ingresar y ser operado”.

Después de la cirugía se puede dar el alta dentro de 24 horas o más, dependiendo del caso (la mayoría a los 5 o 6 días después de haber sido operados).

“En terapia intensiva duran, la mayor parte de los pacientes, veinticuatro horas. Suben a hospitalización y es un tiempo bastante menor al de otros lugares del mundo, entre otras cosas porque aquí puedes subir a un paciente recién operado y todo el personal sabe cómo se maneja a un recién operado de una cirugía cardíaca”.

Lujo de estructura

Los pasillos del Hospital Cardiológico Infantil son amplios, frescos y pulcros. La estructura, erigida alrededor de un patio central, mantiene los espacios iluminados naturalmente, asimismo permite una constante ventilación, por lo que no es necesario aire acondicionado en la mayoría de las áreas comunes.

Llama la atención la aparente soledad que se siente en el edificio; pocos pacientes y ningún lamento. Cuando se piensa en un hospital es inevitable sentir rechazo, porque se asocia a todo lo malo que puede haber, pero esa noción acaba cuando se ingresa a este en específico. Esta sensación de “vacío” es producto de la organización minuciosa con la que trabaja esta fundación.

«Tenemos que planificar en función de los recursos que tenemos”, explica la directora. “Si tienes seis cupos de cuidados intensivos y tienes complicados seis pacientes, ya tú sabes que para esa siguiente semana vas a traer pacientes de baja complejidad, que duren menos de un día en terapia intensiva, porque de lo contrario se obstruye el flujo de pacientes. Evitamos tener un montón de gente hospitalizada perdiendo el tiempo, el tiempo lejos de casa, aumentando el riesgo de infecciones y generando gastos innecesarios de recursos.”.

En el área de hospitalización una madre sale de la habitación donde está su hija y se abalanza sobre la doctora. En un abrazo efusivo y con lágrimas de emoción, la mujer agradece al hospital por lo que han hecho con su hija. Le cuesta retomar la compostura y entre sollozos intercambia unas palabras con Iturria.

“Estoy más que agradecida con todo, absolutamente todo, no tengo palabras”, dice Sandra Vanegas, mamá de Valery, la paciente recién dada de alta por una estenosis severa pulmonar. “Hospitales como este debería haber muchos más. Y la calidad humana de todos los trabajadores, de verdad que no tengo palabras para agradecerle desde a las personas que nos traen la comida, las personas que vienen a limpiar, los doctores, todo”.

Valery ingresó el 3 de julio y fue intervenida al día siguiente, pero tuvo que someterse a una segunda cirugía para mejorar, porque tenía la válvula muy estrecha.

El hospital cuenta con un banco de sangre al que madres, padres, representantes y personas voluntarias pueden acudir como donantes (de lunes a viernes entre 8AM – 11AM y 2PM – 4PM) y la mayoría lo hace como una muestra de solidaridad y agradecimiento. Este banco de sangre funciona de una manera distinta a la habitual, porque no se le exige al paciente contar con un determinado número de donantes para poder ser intervenido. La sangre está a disposición desde el minuto uno porque es primordial que así sea.

“La satisfacción de ver a esos niños diciendo que ellos son azules, porque su piel, su boca es azul, que ellos son azules y ya no son azules, que ya tienen un corazón nuevo, esas mamás felices. Eso es lo que, en lo personal, me hace querer seguir en este hospital. Ver a esas madres contentas porque sus hijos se salvaron. Eso es lo que me hace estar aquí y seguiré hasta el momento que pueda”, comenta Cármen Álvarez, directora de planificación y presupuesto.

En la reciente Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven 2024) fue publicado un libro conmemorativo, “17 años por el corazón de un pueblo”. Este recopila, a modo de informe de gestión, los logros, progresos, datos, estadísticas y testimonios, además de 77 tesis de grado, que confirman no solo la eficiencia y capacidad del hospital, sino también la humanidad, solidaridad y la entrega con la que sirven a sus pacientes. Puede consultarse y descargarse en formato PDF en la página web del hospital.

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1 comentario

Red de Enlace 27 julio 2024 - 10:01

Que bonito y verdadero todo lo que se narra en ese artículo. Viva el Hospital Cardiológico Infantil Latinoaméricano Dr Gilberto Rodríguez Ochoa. Viva Venezuela.

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