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Café: una proeza mirandina

Un libro escrito por José Roberto Duque homenajea a los caficultores del estado Miranda, recoge las voces del saber campesino mezclado con la organización popular, y las claves de la ciencia y la tecnología aplicada a los cultivos

por La Inventadera
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La Inventadera / Fotos: Gregorio Terán, editorial La Letra que Falta

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El recuento puede ser tan vertiginoso como inconcluso: el café comenzó a producirse con criterio comercial y de exportación a finales del siglo XVIII. Dos centurias después, en el XX, la fiebre del café dio paso a la del petróleo, y esto ocurrió así de violentamente: en 1921 el café aportaba el 90% de los ingresos de Venezuela, y la exportación del petróleo apenas representaba el 2% de esos ingresos, y en 1929 los porcentajes se invirtieron: más de 90% proporcionaba el petróleo, y 2% el café.

San Pedro de los Altos, en el actual estado Miranda, era uno de los núcleos más potentes de la actividad cafetalera durante aquel maravilloso auge, pero a finales del siglo XX y principios de este todos los analistas y observadores observaron algo: la cultura del café había entrado en violenta depresión, y con esa cultura se hundió también la vocación de vida de todo ese sector que abarca Laguneta de Montaña, San Pedro, El Jarillo, Pozo de Rosa. Plantaciones enteras fueron arrasadas para dar paso a otros cultivos, más atractivos económicamente, y esto no tendría motivos para el dolor de no ser por el detallazo del origen: el territorio desde donde el café se echó a andar por Suramérica hace 240 años vio perder o abandonar ese rubro y esa cultura.

Una hacendada y apasionada de la época romántica del café, María Strubinger, mantenía una pequeña brasa familiar encendida, y se empeñaba en enseñarles a sus hijos y nietos el arte rudimentario de cultivar la noble planta. Cuando su nieto Alberto Delgado tenía 12 años la doña le dijo: “No abandones esto, porque aquí puede estar tu futuro”. Hoy Alberto Delgado tiene 40 años, y es uno de los protagonistas del renacer del café mirandino, que de pronto se convirtió en uno de los mejores cafés de especialidad de Venezuela.

Alberto Delgado y Carlos Mota

Esta mutación violentísima pudo ser posible gracias a aquella brasa encendida en la memoria afectiva y corporal de unas pocas familias, a la sobrevivencia de varias plantas centenarias que se salvaron del arrase total y esperaban escondidas en el bosque, y al detonante decisivo: en Venezuela y en Miranda una Revolución decidió meterle ciencia, tecnología y juventud al café del siglo XXI, y por ahí anda desparramado otra vez el cultivo en 3 mil hectáreas, por ahora.

Emerilis García

El día del nacimiento de Francisco de Miranda ocurrieron dos cosas dignas de fiesta para la gente mirandina: al café de Miranda le fue otorgado el IGP (Indicación Geográfica Protegida) y fue bautizado en Laguneta de Montaña el libro “Café en Miranda, siglo XXI: testimonios del renacer”, de José Roberto Duque.

En el libro, promovido y auspiciado por el Consejo Científico del Estado Miranda y la Ruta del Café Mirandino, y editado por La Letra que Falta, hay testimonios, relatos familiares y personales que pueden ser sencillos, con esa sencillez de los productores campesinos, y también sorpresas de una profundidad insólita, como tenía que ser debido a la juntura de saber popular y ciencia aplicada al cultivo de alimentos.

Emerilis García, Miguel Marín, Alberto Delgado, Carlos Mota

Arwin Quesada, Miguel Marín y el exgobernador Héctor Rodríguez son algunos de los artífices del tremendo ejercicio de organización popular y de liderazgo. Los testimoniantes que le ponen voz y sabrosura a los relatos del libro son Emerilis García, Carlos Mota, Hickman Beleño y Alberto Delgado, productores cafetaleros de la nueva generación cuyas edades van de los 18 a los 45 años de edad.

Ya no más spoilers: lee y/o descarga descarga el libro “Café en Miranda, siglo XXI: testimonios del renacer” aquí:

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1 comentario

Teresa Ovalles M. 4 abril 2025 - 21:13

Que bueno José Roberto. Felicitaciones por tu participación letrada en la recuperación de un rublo agrícola con sabor y aroma revolucionario, delicioso y estimulante, como la oscura bebida mañanera.

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