Alejandro Silva Guevara / Fotos: Abraxas Iribarren
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En el año 2019, Jorge Jiménez, quien es electromecánico, trabajaba en la reparación de una nevera cuando se dio cuenta de que estuvo en contacto con las dos polaridades que producen el voltaje que hace funcionar los aparatos, o sea, los cables que comúnmente se conocen como “positivo” y “negativo”. Se sorprendió al tener conciencia de que no había sentido ningún choque eléctrico, sino un levísimo cosquilleo en los dedos sin mayores consecuencias. Al ver que el aparato seguía funcionando normalmente, midió las frecuencias (honda sinodal, voltaje, amperios y los ciclos o hertz) y comprobó que estaban en los niveles correctos, así que con cuidado, volvió a tocar los cables sin sentir el golpe que produce la corriente a través del cuerpo.

El sentimiento de sorpresa que sintió fue sustituido por el de la curiosidad y trató de averiguar qué estaba ocurriendo, qué componente de todo el grupo de circuitos, conectores, relex, etc., podría ser el causante de que no ocurriera lo que simplemente debió ocurrir: que se electrocutara o al menos que recibiera una fuerte descarga eléctrica. Al día siguiente, luego de haber reparado la falla que presentaba el aparato, volvió probar y resultado fue el mismo: apenas un cosquilleo que no representaba ningún peligro.
En el circuito había unos componentes que no estaban dejando pasar la corriente correctamente. Después de cambiar varios de ellos, notó que una “tarjeta”, que es una placa que contiene resistencias, condensadores, transistores, diodos, bobinas, interruptores y fusibles, elementos que distribuyen la electricidad que viene a través del tomacorriente, tenía unas características particulares debido a que un par de estos elementos no funcionaban como debían, aunque el paso de la corriente mantenía los requerimientos para que el aparato funcionara con la normalidad propia de sus funciones. Por alguna razón, estos ejecutaban una función distinta de aquella para la que fueron creados.

Ya comprobado el hecho de que no había electrocución, Jorge decidió comentarlo con su amigo Jairo Pacheco, quien se interesó por el extraño descubrimiento y decidió comenzar un proceso de investigaciones muy detallado con el fin de ver si la anomalía producida por esta tarjeta podía ser replicada. Después de una serie de ensayos con sus errores, lograron reproducir la pieza con este efecto que abre un camino nuevo en la investigación sobre lo que podría catalogarse como un invento revolucionario, no solo para el campo de la ingeniería eléctrica y la física, sino en otros campos como el de la medicina.

Rompiendo paradigmas
Jairo Pacheco y Jorge Jiménez, quienes viven en Puerto Ordaz, no perdieron tiempo y comenzaron una serie de pruebas consigo mismos, en las que pudieron precisar una serie de aspectos importantes de este casual descubrimiento, que en principio está destinado a reforzar la seguridad de quienes trabajan con electricidad, o de niños y niñas dentro del hogar, por nombrar algunos ejemplos. Jairo probó la efectividad del nuevo dispositivo sosteniendo unos cables por más de dos horas y veinte minutos, mientras Jorge lo probó entrando en una bañera sosteniendo 110 voltios, experimentos de los que ambos salieron ilesos.

Para delimitar su campo de investigación, decidieron trabajar el dispositivo solo con 110 y 220 voltios, creando componentes para ser utilizados con el tipo de corriente de uso más común. Jairo, quien se dedica al trabajo con madera y decoraciones, instaló en su carpintería este sistema, y pudo evitar que un trabajador se electrocutara con una máquina que funciona con 220 voltios y que vino con unos “cables pelados” de fábrica.
A partir de allí decidieron patentar su descubrimiento y lo lograron hacer en EEUU y en México, esperan la respuesta de la Unión Europea. Aseguran que “…este invento parece desafiar las leyes de la física” , y próximamente lo estarán patentando en China. Para lograr que las patentes fueran válidas y aceptadas como una verdadera novedad, en el año 2020 recurrieron a la asesoría de los ingenieros Miguel Leyton y Manuel Gragirena, ambos ingenieros electrónicos, profesores universitarios y en el caso del último es también Ingeniero en Equipos Médicos. En principio se negaron a aceptar que tal cosa fuera posible, pero al comprobar la efectividad de las demostraciones por ellos mismos, vieron cómo se les quebraron varios paradigmas, convirtiéndose en defensores del Dispositivo Yakob.

«Yakob» bautizaron al dispositivo y al efecto sus descubridores, Jiménez y Pacheco. El nombre hace referencia a un personaje (Jacob) que, según el relato bíblico, solicitó y recibió la protección de Dios.
“En una ocasión presentamos el proyecto frente a tres colegas, uno de ellos con un cargo importante en un ministerio; estuvieron escépticos, y aunque no lo comprobaron ellos mismos, iniciaron una disertación que duró por horas sobre la posibilidad de que fuera posible un hecho de esa naturaleza”, afirma Gragirena.

Por su parte, Jairo Pacheco contó que “en una ocasión fuimos a una exposición en la que pudimos hacer las demostraciones. La conductora del evento, al final y luego de haber escuchado con atención las explicaciones, se atrevió a hacer la prueba, lo que ocasionó que todos los asistentes, que no se habían atrevido a comprobar la efectividad del equipo Yakob, se acercaron y se convencieron de que es verdad”.
Sin embargo, hay muchas reservas por parte de físicos, expertos en tecnología de los materiales, y muchos otros ligados al trabajo con electricidad y las consecuencias de su manipulación de manera segura.

Seguridad y posibles aplicaciones en la medicina
La electrocución ocurre porque el sistema nervioso, tras el choque eléctrico, se desconecta del sistema muscular, lo que ocasiona que quien recibe el corrientazo esté consciente de que lo que ocurre, pero sin poder actuar para moverse o soltar la fuente de la corriente que recibe; primero sufre un paro respiratorio, luego un paro cardíaco y finalmente muere mientras sus órganos internos se calcinan. El efecto Yakob elimina casi por completo este riesgo debido a la baja intensidad que recibe el cuerpo y que sirve de advertencia sin interferir en las funciones autodefensivas del organismo.

Otra de las curiosidades de este descubrimiento es que quienes tienen contacto con la corriente filtrada por el dispositivo Yakob adquieren una especie de “inmunización” contra una descarga normal por espacio de unos 12 minutos, o sea, que si llegase a tener choques eléctricos, no se electrocutará por ese tiempo. A partir de este hecho más que comprobado, queda la pregunta sobre cuáles serían las aplicaciones médicas que tendría el aparato, tomando en cuenta que, como hipótesis, una de las áreas que podría mejorar sería la quirúrgica. El electrobisturí, por ejemplo, deja ciertas quemaduras que podrían ser eliminadas con la utilización de Yakob, y aunque debe ser probado en este tipo de equipos, las posibilidades de su efectividad parecen perderse de vista.
Otro de los campos en el cual podría tener una aplicación efectiva es el referido a su aplicación en el sistema nervioso en general, específicamente en el tratamiento del enanismo, por cuanto podría estimular la interconexión neuronal estimulando el desarrollo normal del organismo. Lógicamente, estas y otras hipótesis son un campo abierto e inexplorado en los posibles usos de Yakob en el área médica.

La idea que tienen Jorge Jiménez y Jairo Pacheco con el descubrimiento de este fenómeno controversial es lograr que forme parte de lo que serían las normas de seguridad en el área de la construcción, para lograr la masificación del producto no sólo en Venezuela sino en el mundo; luego, con los actores correctos, realizar las investigaciones sobre sus posibles aplicaciones en otras ciencias. Para ello, el equipo de trabajo está dispuesto a realizar las demostraciones que hasta ahora han llevado adelante en las áreas nombradas, donde sea que los convoquen.
Aparte de haber patentado el proyecto en varios países, crearon la Yakob Industries INC, con la meta concretar una empresa venezolana mixta con la que puedan producir industrialmente este dispositivo, aunque están abiertos a otras posibilidades.





7 comentarios
Vergatarios esos panas, su experiencia demuestra que nunca está todo dicho y siempre hay que hacer espacio a la prueba. Felicitaciones a ellos y al equipo de Fundacite Bolívar que se las jugó por ellos.
YAKOB cambiará por completo la seguridad de las personas en el mundo, ese dispositivo debe ser atendido con suma urgencia ya que es se extrema necesidad. la estadística que hacen referencia es muy cierta ya que cada menos de 9 minutos MUERE un persona electrocutada en el mundo, sin tomar en cuenta las muertes no registradas así como las caídas de altura y demás accidentes propiciadas por una descarga eléctrica. Esto es una novedad que debe ser noticia mundial
No es un interruptor diferencia. La energía eléctrica no es interrumpida, sigue presente. El fenómeno es que la persona puede tocar fase y neutro y prácticamente no sentir nada.
Así lo entendimos compadre, gracias y suerte
En serio? Nos están vendiendo un diferencial? Madre mía…
El diferencial no protege contra contactos directos. No vayamos de listos.
Correcto