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Suenan las cuerdas desde Unare

Viaje al núcleo formador de fabricantes de instrumentos más importante del "cercano oriente": la frontera entre Guárico y Anzoátegui hierve de historia (y de historias) musicales

por Aldemaro Barrios
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Aldemaro Barrios Romero / Fotos Nathan Ramírez

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Primero fue un quimera, luego de unas cuantas pesadillas. Después vinieron los resultados, al final de un tablón de cedro de cien años de edad que se convirtió en un cuatro maravilloso, y después centenares de ellos. Y con ellos, la bandolas y luego la escuela, el semillero de lutieres en donde solo creció una banda de constructores de música de un territorio sonoro. Detrás o delante de todo estaba Fernando Millán, primero guitarrista, docente y luego lutier. Venía recorriendo trastes de arriba abajo con las Cuerdas de Caimito en una nave de proyectos que anclaron en el Unare, en Clarines como punto y círculo.

No estaba solo, desde que comenzó una migración intelectual que inspiró Alfredo Armas Alfonzo a finales de los años 80, el autor de “El osario de Dios” quiso atraer figuras de la creatividad nacional a su pueblo de Clarines en Anzoátegui y allí fueron Manuel Espinoza, el pintor del Gallo Rojo, de las auroras y ocasos unareños, luego los amigos de sus amigos, entre ellos Juan Pedro Posani, el arquitecto histórico y el músico militante de la sorna Fernando Millán entre otros artistas, escritores, pintores, creadores musicales y bohemios que buscaban inspiración entre el rio, el mar, las montañas y el llano.

La casa de lutería

La casa tiene carácter patrimonial y Millán la ha conservado en su diseño colonial original con hechuras de madera y barro, ladrillos y adoquines donde se ubica el taller de fabricación (calle Carabobo con calle El Sol de Clarines en Anzoátegui) un espacio para habitar, enseñar y trabajar, una cantidad de instrumentos cordófonos (cuatros y bandolas) tablas, tablones, chapillas, filigranas delicadas con la que decora los cuatros o bandolas listas ya para ser pulsadas en melodías nacionales que le dan personalidad e identidad propia.

Es una casa taller que durante 30 años o más ha sido un lugar para la formación creativa de otros que más allá de Clarines han resembrado nuevos talleres de lutería, para que la tradición tenga continuidad, bien en un Guárico extremo en Guaribe o en la cosmopolita conurbación Barcelona Puerto-La Cruz y más allá en Anaco, y aún más allá donde sus discípulos han llegado desde Colombia, Ecuador o Portugal. Esto es lo que da razón al reconocimiento y respeto de la otredad musical que enlazó Fernando Millán entre el tiempo de los viejos fabricantes de bandolas como Alejandro Arzola Parariá, las novedosas tecnologías de Oscar García y los nuevos fabricantes como Ramón Sáez, mejor identificado como “Macaira”.

Entre esas gruesas paredes lo que se escucha son palabras y sonidos para entender la fundamentación constructiva musical en la voz ronca de Millán, que no pierde las habilidades de docente lúdico cuando señala: “…puntear, cuidar tu melodía, que es lo que se puntea, el canto y la armonía es lo que acompaña, el acorde. Los instrumentos melódicos y los instrumentos armónicos por lo general se afinan por cuartas y terceras, ¿por qué? porque así lo requieren. El piano es un instrumento muy fácil de tocar, tú puedes llevar años estudiando repertorio pero las notas están ahí, solo que tienes que poner el dedo, pero tocarlas en el instrumento de cuerda es otra cosa…”.

Explica Millán que los instrumentos cordófonos son mucho más sensibles a cambios por factores externos o internos referidos al ambiente y al material constructivo, que afectan su condición armónica y melódica. Las cuerdas se aflojan, la fricción de los dedos sobre las cuerdas, el sudor del ejecutante, si el ambiente es lluvioso o muy seco; recordemos que la madera es higroscópica, que es la capacidad de algunas sustancias o materiales de absorber humedad del medio circundante.

Esta suerte de complejidades hace que los fabricantes de instrumentos y sobre todo los que enseñan estas destrezas, como en el caso de Fernando Millán, tienen que considerar previsiones y cuidados propios de su oficio y de su arte.

El profesor Millán en su pasión por las cuerdas y sus sonidos se afana en explicarnos hasta en la mejor traducción onomatopéyica: “…como ya se los dije, los instrumentos armónicos el cuatro, la guitarra se afinan por cuarta, hacen pa pa pa pa, pa pa pa, la guitarra pa da da da, van por cuarta y tercera mayor para que estén juntos y poder producir los acordes con los instrumentos melódicos como la mandolina, la misma bandola guaribera, porque ella es melódico-armónica, pero tiene un cuatro que la acompaña pero ella tiene sus tumbaos, sus efectos especiales, se afina por quintas para darle mayor recorrido a la melodía para que pueda tener más alcance en la ejecución …”.

Nos lleva recorrer brevemente la historia del cuatro que antes de llegar a estos territorios era la guitarrilla barroca cuando llegaron a América en el siglo XVI los primeros galeones españoles.

Y de esas historias generales pasamos a la promoción pionera de noveles fabricantes de cuatros del Taller Lunare, un acrónimo de “Lutería para el Unare”, primer nombre y apellido de aquella aventura en los años 90, que tuvo un debut interpretativo en el Museo Dimitrius Demus de Lechería para mostrar los primeros resultados del arte constructivos y el sonido de los instrumentos de aquella primera camada de lutiers. El afamado fotógrafo Luis Brito (El Gusano) Premio Nacional de Cultura Mención Fotografía 1996, se ocupó de registrar visualmente aquella experiencia inicial donde estaban los jóvenes Oriani Cedeño, del Ensamble Cariña, y Jorge Glen, ganador del Grammy, fundador e integrante del grupo musical C4 Trío, entre otros, y la sorpresiva llegada de Cheo Hurtado, que escuchó lejano aquellos sonidos y se largó a verlos en persona.

Los desafíos maderables y los recursos humanos

Lo primero que destaca Millán es la recuperación forestal de árboles maderables como materia prima para la construcción de los instrumentos, y aquí nos encontramos con hallazgos poco conocidos y retos ecológicos que impone la necesidad de proyecciones forestales para la siembra y cosecha de maderables del oficio.

Destaca Millán es que esta actividad artesanal no es para hacer dinero, sino que implica una vocación creadora sacrificada, pero que con disciplina y una sana administración pudiera permitir vivir dignamente, eso en cuanto al recurso humano.

En cuanto a la madera, “tenemos maderas nacionales muy bellas, por ejemplo el cedro, incluso el palisandro, lo que tú quieras se consigue, lo que sea, pero vale una fortuna. Puede ser un producto de exportación y las tenemos aquí, en Guayana, es el mismo que tenemos en la selva amazónica….”. Señala que en el país hay una variedad de especies disponibles que usa este oficio artesanal, algunas de ellas muy cotizadas internacionalmente y muy costosa su importación como en el caso del palisandro o palo santo que lo importan de la India o de Brasil, pero que en Guayana existen como especie forestal.

Millán dice que en la Universidad Experimental de Guayana se han hecho estudios y hay trabajos de grado especializados en ingeniería forestal, que investigaron y experimentaron las posibilidades de uso de árboles maderables propios para la materia prima usada en la lutería y que existe la potencialidad de exportarlo, a propósito de los nuevos convenios con el grupo de los BRICS, esta posibilidad luce como una oportunidad.

A la misma Universidad le otorgaron una concesión de 16 mil hectáreas de bosques, a decir de Millán, para articular la siembra de maderables con un aserradero en Upata, exclusivamente para una proyección de producción maderas nobles usadas en la fabricación de instrumentos, un proyecto que fue paralizado en tanto los organismos custodios de las reservas forestales como la Guardia Nacional han cerrado el circuito forestal, por la afectación por la tala indiscriminada relacionada con la extracción minera ilegal en la región.

Lo que sí está claro es que de esos estudios determinaron con certeza que existen especies maderables preciosas y con las cuales pueden hacerse proyecciones forestales de recuperación en la región para obtener maderas en correspondencia con los protocolos de conservación ambiental establecidos en las convenciones internacionales a las cuales Venezuela está suscrita.

Los estudios realizados en Guayana permitieron hacer proyecciones de producción de maderas preciosas como la señalada con capacidad para exportarlas a los grandes centros de mercado de este tipo de madera en América, Europa y Asia.

La escuela de formación de lutieres

Fernando Millán, como activador y promotor de la Dirección de Desarrollo Regional del Consejo Nacional de la Cultura en los años 90, fue encargado de hacer las gestiones pertinentes para darle sentido a un proyecto cuyo fondo era darle perpetuidad a la obra de los cultores originales de la fabricación de instrumentos musicales como la bandola. Pero los exiguos recursos oficiales generaron la necesidad de recurrir a la industria petrolera en 1995 para darle portento a una idea que hoy más de tres décadas después tiene sus frutos.

Pero ha sido la obra colectiva articulada en la que los viejos experimentados y noveles lutieres de Clarines, Puerto Píritu, Barcelona y Guaribe, sumaron esfuerzos y voluntad para transcender en una escuela de la cual Fernando Millán fue el “caudillo” musical. Aún mantiene su casa taller escuela para prolongar la vida de quienes ahora no están pero quedaron sus enseñanzas y sus discípulos fabricando cuatros y bandolas.

Ahora que ya están hechos los frutos, el compromiso es seguir dándole continuidad a estos proyectos que conjugan las gestiones de los Ministerios del Poder Popular para la Cultura, Ciencia y Tecnología, Agricultura y Tierras y Ecosocialismo, pero fundamentalmente como proceso constituyente la participación de cultores locales y la comunidad organizada.

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4 comentarios

Luis Salazar Villael 31 octubre 2024 - 05:59

Si comenzamos en San José de Guaribe la transferencia de conocimientos sobre la Lutheria con el maestro cultor popular Alejandro Arzola Pararià (matadengue), Luis Noriega (El guaripete) y Luís Salazar Villael (Villael). Luego esto se extendió a muchos alumnos. Decía el maestro en su primera clase: Como se ubica una mata de cedro en el monte? y al final respondía por el olor. Que historia. Saludos Fernando, lo has hecho muy bien.

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José 23 octubre 2024 - 16:25

dignificante referente de la creación, el primate Fernando Millán, compañero militante del orfeón universitario de la UDO BOLIVAR, músico a carta cabal, amigo hermano de sanas picardías en la joda de la cotidianidad, ejemplo poético del artesano.

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Aldemaro Barrios 27 octubre 2024 - 13:04

Gracias por el comentario estimado Jose…el autor intelectual del semejante atrevimiento se lo debemos a El Mar que Habla», alias José Roberto Duque Canelón, ciertamente este señor llamado Fernando Millán, debe empezar a escrbir sus memorias que son las de un gentío, amigos, esudiantes, dilectantes y extravagantes, musicos y hasta políticos con uña en el rabo. El individuo es unico y múltiple. Muy agradecido, le dejo mi contacto para darle enlaces neuronales a Millán: venezuelared@gmail.com y con fermillan53@gmail.com directamente

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Nova 23 octubre 2024 - 11:18

Excelsas fotos en un artículo de suma relevancia para la esperanza

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