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Herbolario tropical: cuando comer monte puede salvar tu vida

Viaje a las propiedades de la medicina natural, en la voz de una discípula de Keshava Bhat

por Alejandro Silva Guevara
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Alejandro Silva Guevara / Fotos Abraxas Iribarren

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Emilia del Rosario Vásquez Herrera sostiene que la buena o la mala salud es producto de varios factores en los cuales intervienen los 5 elementos, la ciencia y el conocimiento de los mismos y de la abundancia de plantas que crecen, según las características geográficas de nuestro entorno, y lo que esas plantas aportan al organismo. Pero a pesar de los conocimientos que se tienen sobre este tema, hemos sido bombardeados por una industria que poco a poco, pero sin pausa, ha borrado de nuestros hábitos la importancia de la alimentación natural.

También afirma que existe una conexión espiritual entre la humanidad y su relación con el planeta, lleno de símbolos y rituales que fueron la práctica recurrente de los antiguos pobladores del mundo, que los mantuvieron saludables solo con el aprovechamiento de los recursos que abundaban. Transcurridos más de 5 siglos desde la conquista o invasión, que también trajo consigo una serie de afecciones a la salud de nuestros nativos causando una gran cantidad de muertes, más allá de los asesinatos con armas, las enfermedades provienen en su mayoría de nuestra actual manera de vivir y de alimentarnos.

Emilia se dedica al estudio y aplicación de hierbas: “Todas las enfermedades se pueden curar con hierbas, pero no es una cuestión de fe, es un tema de disciplina cuando se toman los remedios naturales”, afirma convencida de que no se trata de leyendas, sino del poder de un conocimiento que se retoma contra todas las corrientes de lo que han llamado «progreso». Está entregada a dar inducciones en las comunidades sobre cómo alimentarse sano y barato, tiene grupos en las redes en los que comparten recetas y la manera de aplicarlas frente a determinadas afecciones, incluso grupos específicos como “Entre hombres”, en el que se comparten recetas, por ejemplo, para el tratamiento de problemas prostáticos, y por toda estas actividades no cobra, porque cree firmemente que este conocimiento es un regalo para la humanidad.

Causas, factores y medicina natural

“¿Te has dado cuenta de cómo las enfermedades como el cáncer son cada vez más comunes así no tengan antecedentes? ¿Cómo los niños sufren cada vez más de enfermedades que sufrían los adultos? Bueno, eso es por la alimentación, y va de mal en peor”, dice Emilia sin dejar de sonreír.

El problema de esta multiplicación constante de enfermedades tiene que ver con la industrialización de casi todo lo que consumimos. Los alimentos procesados representan porcentajes alarmantes en nuestra dieta, mientras que los alimentos naturales apenas sin son consumidos en su estado primario, y estos no han escapado a procesos de intervención genética de empresas como la tristemente conocida Monsanto, dedicada a la modificación genética de estos productos con el fin de que no sean ya tan naturales y hacerse con el negocio de ser ellos y nadie más, los proveedores de semillas que solo se aprovechan una vez.

Ante esta realidad, los ejemplos de enfermedades, entre ellas la obesidad en países consumidores de este tipo de alimentos súper procesados, apuntan a millones de personas en todo el mundo, y Venezuela no es la excepción. A pesar de los estudios científicos asociados a las enfermedades y sus causas, otra desgracia comercial entra en juego. La farmacéuticas se han dedicado a poner pañitos de agua tibia sobre problemas de salud que podrían ser eliminados de raíz, pero esto va en contra de las ganancias brutales que obtienen con afecciones que controlan, en la mayoría de los casos, pero que no erradican.

El desconocimiento general ha sido inoculado a mansalva a través de la normalización del consumo de alimentos y remedios químicos, haciendo ver que cualquier otra forma de curarse o alimentarse, sobre todo la natural, es cuestión de hippies, de “indios” o de brujos, alejando de sí mismos la solución definitiva del problema.

Emilia afirma que los factores que inciden en gozar de una buena salud son los nombrados 5 elementos (aire, agua, tierra, fuego y éter); la influencia real de los astros en los organismos vivos, como, por ejemplo, el efecto que ocasiona la luna sobre el mar y todos los fluidos terrestres, y por ende en el cuerpo humano compuesto de 70% de agua; la ciencia y su uso en favor de la humanidad, no contra ella; tener el conocimiento de los sabores básicos que nuestra lengua puede reconocer, entre ellos dulce, salado, ácido, amargo, picante y umami (que se asocia con lo que concebimos como “sabroso”), y consumirlos balanceadamente. Finalmente, el conocimiento de nuestro herbolario particular, esto debido a que no crece la misma flora en el planeta, porque que cada región, incluso dentro de un mismo país, posee sus propias características según la altura, el clima, el tipo de suelos y otros rasgos que hacen exclusivo el inventario de hierbas.

Además de estos factores, Emilia incluye la espiritualidad, o el respeto que se le debe a la Pacha Mama: “Si una persona abre la llave del agua y la deja correr sin razón, esa persona siempre estará arruinada; si tiene matas de hojas grandes, estas llaman a la abundancia, y si vive en lo oscuro, huyéndole al sol, de seguro se va a deprimir”.

Cada uno de estos elementos juegan un papel vital en la salud de los humanos y el secreto está en saberlos combinar en su justa proporción según las necesidades y características de cada quien. Los estudios sobre el herbolario del planeta son amplios pero tímidamente difundidos como una especie de acto de valentía y resiliencia, a pesar de la cortina de hierro de la poderosa industria farmacéutica.

Ajá: ¿y en la práctica?

Existen plantas de las que se puede aprovechar todo, como la llamada moringa; raíz, tallo, hojas y flores, todo aporta de alguna manera a mejorar la salud. Mientras los antibióticos químicos deprimen al organismo, las plantas que los contienen, aparte de ejercer la función antibiótica, fortalecen al cuerpo.

Un ejemplo: el cateterismo, esa técnica invasiva en la que se introduce una manguerita por las venas para disolver obstrucciones, puede ser sustituido por el consumo de lechoza con sus semillas y la concha; las hojas de plantas que expiden olores, como la menta o la hierba buena, sirven para afecciones pulmonares; para la próstata, la cola de caballo o las semillas de auyama; para los riñones, las hojas de guayaba o la linaza, y no hay nada mejor para quitar la tos en los lactantes que un poco de miel y pimienta en el pezón de la madre cuando lo amamanta.

También hay recetas de cócteles que tiene la capacidad de curar varias afecciones y a la vez mantener las defensas del organismo a un nivel que evita muchas enfermedades fortaleciendo el sistema inmunológico, como el de sábila, jengibre, pimienta negra, miel y limón, que contiene los ingredientes estimulantes de los sabores básicos.

La manera en la que se diagnostica se hace a través de la medición en ayunas del pulso con los dedos medio, índice y pulgar, en los que se concentran los elementos. Este conocimiento es producto de la práctica: “Cuando tienes el conocimiento sabrás que no basta, sino que tienes que darle y darle y con el tiempo, puedes diagnosticar y saber exactamente qué necesita esa persona (…) No hay enfermedad que humana que no se pueda curar con plantas”.

Curar con hierbas debe ser un regalo

Emilia del Rosario Vásquez Herrera nació en Porlamar, Isla de Margarita, el 7 de septiembre de 1954. Siempre sitió fascinación por los números, así que decidió estudiar matemáticas, carrera que inició en la UDO (Universidad de Oriente), en el núcleo de Margarita, los primeros cuatro semestres, y luego culminó la carrera en la UDO de Cumaná, estado Sucre. Ya casada, en el año 1978 se muda para Puerto Ordaz, ciudad en la que su esposo ocuparía un cargo en la empresa SIDOR hasta el año de su fallecimiento en un accidente laboral, 1982.

Luego de esta tragedia, su madre enferma y muere de cáncer, lo que Emilia considera como la razón que la llevó a cambiar el rumbo de su propia historia. En un aeropuerto encontró casualmente y compró un libro sobre alimentación natural y durante el viaje lo leyó con sus dos hijos, a partir de allí comenzó la búsqueda del conocimiento sobre la hierbas, su clasificación, ubicación, el uso de cada una de ellas y de qué manera administrarlas como una alternativa afectiva ante las enfermedades, además de entender que no se trata solo de consumirlas, sino de dar un giro a la manera en la que vivimos.

En Cumaná, por esos tiempos a mediados de los años noventa, el célebre doctor y botánico Keshava Bhat impartía clases sobre Naturismo Tropical que se basa, más allá de los estudios herbolarios, en tomar consciencia a través de dos principios elementales: no dañar a nada ni a nadie, y poner los valores humanos por encima de los comerciales, lo que implementaba dando el ejemplo de impartir sus conocimientos de manera gratuita. Emilia se convirtió en su alumna y a partir de ese momento ha dedicado su vida a ser un puente entre este conocimiento curativo y las personas que sufren enfermedades. A pesar de haber aplicado sus conocimientos en tratamientos exitosos de enfermedades de todo tipo, afirma que las personas tienen mayor inclinaciones a los tratamientos médicos, a las operaciones y a las medicinas químicas que a las infusiones de hierbas, porque estas requieren de mucha disciplina y tiempo.

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1 comentario

Maryuski Velásquez 16 mayo 2025 - 17:56

Excelente artículo, excelente explicación acerca de las plantas y sus poderes curativos para cualquier enfermedad. Me encantó. Muchas felicitaciones Sra. Emilia Vásquez Herrera y también felicito a su escritor y editor.

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