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Cada especie un sistema: el universo ofídico venezolano

Juan Elías García-Pérez ha descrito o participado en la descripción de trece anfibios y reptiles que antes no estaban catalogados por la ciencia. “No es gran cosa, pero ahí me están esperando 40 más”

por José Roberto Duque
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José Roberto Duque

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En su infancia, acaecida en un pueblo del estado Sucre que fue durante la Colonia una misión indígena (San Fernando del Rey, municipio Montes, cerca de Cumanacoa) Juan Elías García-Pérez se cansó de ver culebras, y ninguna de sus señalizaciones de peligro lo hicieron alejarse sino más bien engancharse en su curiosidad. Esa curiosidad se convirtió primero en obsesión, más tarde en vocación y luego en carrera científica. Vale la pena hacer una cronología de esas mutaciones; sus datos dan alguna información sobre su audacia y sobre el carácter controversial de sus propuestas. Porque Juan Elías es hoy uno de los herpetólogos más respetados y al mismo tiempo más controversiales del país.

“Yo me la pasaba por ahí en el monte”, se anima a explicar su vena ecologista y de amor por la investigación de los ofidios. “De hecho, me decían ‘El Indio’ porque yo vivía de la caza y de la pesca. Si pescaba, comía. Y bueno, por ahí empezó la curiosidad”. Juan Elías tenía una prima casada con el director del Museo de Ciencias Naturales de Caracas, Abden Ramón Lancini, renombrado herpetólogo, y las visitas a ese recinto vinieron a reforzarle la fascinación que sentía por las serpientes (“desde los tres años me gustaron mucho estos animalitos”) y le empezaron a abrir las perspectivas: “La primera vez yo tendría como cinco años. Cuando yo vi esa cantidad de frascos con esas serpientes no me quería salir de ahí. Dije: esto es lo mío”.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

Después de una serie de encontronazos entre la responsabilidad de su padre y su muy humana y adolescente propensión a la vagancia, o a la vida en libertad que otorga la naturaleza, decidió (o lo decidieron) irse a estudiar a Mérida, a sus 17 años de edad. No hay evidencia científica de que en Mérida uno deje de ser vago, pero Juan Elías encontró allá un buen cauce para su vocación.

“Me fui a estudiar ingeniería. Ni siquiera era biología. Todo el mundo me decía, mira, pero a ti te gustan son las serpientes. Pero como nadie se hace millonario trabajando con serpientes, pasé algunos años estudiando ingeniería. Hasta que un día me fastidié y me cambié, eso no era lo mío. Mi padre tuvo tres años que no me dirigía la palabra: ‘El vago ese’, me decía. Pero bueno, disfruté mucho mi estadía en la Facultad de Ciencias, donde me relacioné con gente que sabía mucho de ecología. Y el que más sabía de serpientes era yo. Cuando llegaban las vacaciones o se paraba la ULA yo ni para Cumaná me iba, me quedaba en Caracas, en el museo. Todos los días, todo el día metido ahí, en la Plaza Morelos”.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

A los cinco meses de graduado se enteró de que había un concurso de oposición en la UNELLEZ, en Guanare, y decidió participar. Ahí comenzó otra historia, su historia como investigador y científico. Y precisamente en el edificio del vicerrectorado de la UNELLEZ, sede también de Fundacite Portuguesa, se soltó a hablar de su serpenteante trayectoria.

“Yo hacía algo de ecología porque la formación mía en la ULA fue en ecología, pero me gusta mucho la taxonomía, describir especies, clasificar especies. Hay especies que existen y que han sido vistas por seres humanos pero el mundo científico no las conoce o no las ha descrito. Las conoce el campesino que vive con el animal o cerca del animal, pero no tienen un nombre científico. Soy un ecólogo con algo de taxónomo y de geográfo, porque todo eso va más o menos junto. A partir de esa formación y esa especialización, he descrito o he participado en la descripción de trece especies de anfibios y reptiles. No es gran cosa, pero ahí me están esperando como 40 más. Tengo mis 40 que ya las tengo detectadas. Tengo un proyecto sometido a consideración en el MinCyT. Plantearé trabajar con una técnica de morfometría geométrica de mi auroría, hice dos contribuciones en ese sentido, y entonces quiero ahora aplicarla. Tengo dos publicaciones con eso, una salió el 31 de diciembre de 2024 y quiero aplicarla para determinar el estado taxonómico de algunas poblaciones”.

Maricela ahora es una serpiente

Foto Nelson Chávez

Satisfaciendo una petición nuestra para que intentara describir su trabajo o sus líneas de investigación en términos entendibles para nosotros, los no iniciados, Juan Elías comienza por mencionar un acontecimiento primordial de su temporada merideña.

Dame un caso concreto de eso, el nombre de una serpiente que haya tenido un nombre popular antes que uno científico.

–Por ejemplo el cascabel del Morro, en Mérida. Allá le dicen simplemente cascabel, y es un cascabel pues, con su maraquita y todo. Nosotros la habíamos escuchado, teníamos toda la maquinaria montada esperando que saliera el animal. Una vez estoy en una reunión en INPARQUES, en Mérida, y viene alguien con una bolsa de Domesa de esas transparentes, con un bojote adentro. Yo veo la bolsa y veo unas rayas; no sé cómo hice para brincar por encima de la mesa, el tipo no dio dos pasos y yo se la quité, ‘dame acá, yo sé lo que es esto’, casi sin verla. Me volteo a la reunión y digo, ‘Señores, se acabó esta reunión, tengo aquí una especie nueva y voy a describirla’ y me fui. A los 10 minutos estaba montado en la buseta para irme a la universidad”.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

¿Por qué es distinta a las otras cascabeles que se conocen?

–Por una serie de escamitas que tiene en la cabeza, es la diferencia visible, pero después nos dimos cuenta de que había unas diferencias osteológicas. De los huesos. Craneales y de la columna. Hacer taxonomía en este caso es explicar cómo se diferencia ese cascabel de los otros cascabeles, y que esas diferencias sean válidas. Total que la especie me la sinonimizaron, ahorita la tienen como una subespecie del cascabel, pero realmente es una especie plena. Yo la describí como Crotalus maricelae, ahorita la tienen como Crotalus durissus maricelae. Es decir que sigue siendo maricelae, algo distinto, pero lo metieron dentro de un paquete donde ya no va.

El maricelae, ¿qué significa o por qué se lo pusiste?

–Es por una amiga de nosotros llamada Maricela Sosa, que unos días antes había muerto trágicamente en Amazonas. Ella era bióloga también, había estudiado con nosotros. Como ella trabajaba en esa zona decidimos dedicársela.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

Juan Elías, el controversial

El herpetólogo refiere un dato importante: Venezuela se ubica en el puesto 11 entre los países con mayor biodiversidad. Si se acepta universalmente la descripción de especies según los criterios diferenciales correctos, subiría varios peldaños en esa lista.

¿Quién decide al final que la especie que usted describe es efectivamente una especie nueva?

–Uno le envía el resultado de la investigación a una revista arbitrada. Y los árbitros deciden si te aceptan o no te aceptan el trabajo. Puede ser que no te lo acepten, pero tú dices, ¿qué le pasa a estos tipos?, y la mandas para otra revista, hasta que te la acepten. Cuando alguien tiene suficiente fama, manda cualquier panfleto y se lo aceptan en las revistas más reconocidas. Pero cuando uno no tiene esa fama, sobre todo si uno es tercermundista, aunque somos los más inteligentes, entonces pasa eso, que a veces cuesta más que le acepten a uno un trabajo, una especie, que la que le puede costar al especialista del Primer Mundo.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

El científico solicita, amablemente, que al escribir su apellido se ponga así: García-Pérez. Revela o explica que tiene que ver con las muchas confusiones que ha generado entre los investigadores de las publicaciones científicas la enorme cantidad de “García, J.E.”. Considera, sin dejar de hacer chistes ni de burlarse de sí mismo, que el García-guion-Pérez puede ayudar a precisar que se trata de él y no de otro García. Tiene buenas razones, además, para presentarse como alguien que reúne una buena cantidad de especificidades que lo diferencian del común entre sus colegas de la comunidad científica:

“Tuve que estudiar un poco de filosofía de la ciencia, tengo algunos trabajos en filosofía de la ciencia. Vivo en el trópico; ya en eso soy diferente al 80% de los científicos. Estudié Sistemas; me quito el 10% más. Están quedando diez. Yo me crie en el monte: quítame nueve. De golpe, sacando esas cuentas, entendí que mi visión no puede ser la misma de los demás. Y es un problema porque a veces uno hace cosas, inventa cosas, se le ocurren cosas que, digamos, la mayoría a lo mejor no acepta porque no tiene el mismo patrón de referencia. Ya estoy acostumbrado a eso. Yo lo llamo ‘vivir en la cornisa’. Tú vas por todo el filito. Tú no sabes si te vas a caer para el barranco o te vas a quedar aquí. Eso ha sido más o menos un resumen de la historia nuestra”.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

¿Por qué es importante para un país saber que hay una diferencia milimétrica entre una especie de serpientes y otra?

–A simple vista pareciera que no tiene importancia. Vamos a ser claros. Eso es importante para los científicos, pero tú no comes con eso. Pero vamos a comenzar a hilar un poco más fino. Cuando decimos que una especie es diferente, utilizamos un concepto de especie que nos hace entrar en contradicción con algunas cosas planteadas por Charles Darwin.

Cuando llega a este punto de la exposición, García-Pérez esboza una fascinante cadena de argumentos y evidencias que explican por qué las especies deben entenderse como sistemas, lo cual parecía una formulación personalísima “de un indiecito oriental venezolano”, acota, hasta que dio con un antecedente y un soporte para su planteamiento, dotado del respectivo criterio de autoridad: el físico y filósofo argentino Mario Bunge, autor de “La ciencia, su método y su filosofía”. Hecho ese resumen, regresa a la respuesta a la pregunta específica:

Cada especie de serpiente venenosa, siendo cada una un sistema diferente, produce un veneno distinto. Los venenos se parecen pero no son iguales. Hay una propuesta que es regionalizar los antivenenos, que es lo que dice Adolfo Bremo (Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Coro) y es exactamente la que proponemos acá: usted saca veneno de sus serpientes allá, produce su suero por allá, nosotros lo sacamos por acá y hacemos lo mismo aquí. Por ejemplo, una mapanare de Guanare: nosotros hicimos un estudio creo que de 500 casos de personas mordidas por esas serpientes, y había apenas cinco amputados y cinco fallecidos. A Lancini, del Museo de Ciencias de Caracas, le metió un colmillo una mapanare de Miranda, le pusieron suero a los 10 minutos y Lancini perdió el dedo, tuvo rato con el brazo en entredicho. Las de aquí no hacen eso, es difícil que aquí pase algo así. Si te muerde una mapanare en el Sur del Lago tienes muy pocas posibilidades de sobrevivir. Una de Socopó, aquí en Barinas, tiene un veneno hemorrágico, muy fuerte. Entonces hay que regionalizar la producción de sueros, porque si tú sacas suero de una mapanare de Guanare, se lo vas a aplicar a alguien de Socopó o del Sur del Lago, probablemente te va a neutralizar una parte del veneno, pero no te lo va a neutralizar todo.

Foto cortesía Dr. Juan Elías García-Pérez

Este es el momento en que el apasionado del tema, de cualquier tema, entra en trance, y entonces es preciso sentarse a escucharlo sin interrumpirlo:

Las mapanares, cuando juveniles, tú las consigues en las quebraditas, comiendo sapitos. Cuando son adultas comen ratones, comen mamíferos. El veneno sufre un cambio ontogenético. A medida que el animal va creciendo y va cambiando la dieta, ya no produce el mismo veneno. Entonces tú tienes que tener veneno de mapanares pequeñas, porque no lo puedes neutralizar completamente con el suero anroifídico elaborado con el veneno de la adulta. Otro asunto es que las mapanares probablemente se hibridizan. Tienes deforestación, cambios drásticos de hábitat, cambio climático, y tú no sabes si poblaciones que antes no entraban en contacto, ahorita sí lo están. Ahí tenemos otro asunto que no sabemos cómo influye todo esto. Por eso la importancia de hacer la taxonomía, de describir las especies, justamente para hacer una sectorización o regionalización basada en argumentos un poco más científicos.

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11 comentarios

Nora 18 mayo 2025 - 13:01

Interesante, así es el cientifico se apaciona con la investigación que realiza

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José Roberto Duque 18 mayo 2025 - 14:23

Eso, se le nota mucho el amor que le tiene a su oficio

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Elias A Casado S. 18 mayo 2025 - 12:39

Ejemplo a seguir

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José Roberto Duque 18 mayo 2025 - 14:23

Sin ninguna duda

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Isabel Macia 18 mayo 2025 - 11:18

gracias por tan sustancioso artículo y más especial por divulgar la producción científica del Profesor Juan Elías, compañero de universidad, la UNELLEZ

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José Roberto Duque 18 mayo 2025 - 14:21

Gracias, Isabel. Es justo la clase de venezolanos que andamos buscando. Saludos

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Ana Ruiz 18 mayo 2025 - 10:25

Execelente artículo sobre mi estimado profesor de Ecología II en la UNELLEZ Juan Elías García-Pérez. Todo un personaje y apasionado en el mundo de la herpetologia.

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Morelba Márquez 18 mayo 2025 - 11:15

Un apasionado por su trabajo, enhorabuena por ese artículo, destacando su profesionalismo en su área de trabajo. Felicitaciones a mi ex-compañero de estudio de la secundaria en Cumaná.

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José Roberto Duque 18 mayo 2025 - 14:21

Gran tipo y tremendo profesional, así es

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José Roberto Duque 18 mayo 2025 - 14:22

Qué bueno saber que hay gente formada con esos criterios y esos principios. Saludos

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Kiover montilla 20 mayo 2025 - 09:20

invaluable e innovador concepto de investigacion, gracias por todos sus conocimientos la fascinación e inclinación al estudio promulgación de conocimientos sobre esta especie, es gracias a usted.

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