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“Ya habrá tiempo para descansar”

Después de trabajar desde muy joven, María del Carmen Peña de Pacheco fue jubilada de su trabajo de casi 50 años por sus hijos, lo que no significó el final de su costumbre de enfrentar la vida: creando procesos para activar a su familia

por Alejandro Silva Guevara
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Alejandro Silva Guevara / Fotos Abraxas Iribarren

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Nació en 1945 (80 años en el momento de la entrevista). Al verse en casa, fuera del espacio al que dedicó la mayor parte de su vida (un proyecto personal iniciado por ella y su esposo) no quiso conformarse con aceptar que ya había pasado el tiempo de los empleos y las responsabilidades. Su hija, Gloria, le sugirió que podía hacer jabones de glicerina, lo que llamó su atención. Sin pensarlo mucho, hizo un taller para la producción artesanal de un producto que va dirigido, principalmente, al cuidado de la piel de la cara.

Su nieto, Santiago Pacheco, de apenas 8 años de edad, se convirtió en su segundo motor y socio, así que entre ambos, el mes de noviembre de 2024, comenzaron la producción de jabones y velas.

María del Carmen Peña es metódica y nos cuenta que el secreto de sus jabones es que utiliza las cantidades correctas para elaborar un producto de calidad que ya está rodando no solo en Puerto Ordaz, sino en varios pueblos y ciudades cercanos como El Callao y El Palmar, además de incrementarse constantemente la demanda en la comunidad que ella frecuenta.

“Desde la primera aplicación vas a sentir que la piel queda como hidratada y se te quita esa sensación como de aspereza que a veces se tiene”, dice la señora María con mucha seguridad. Explica cada uno de los pasos del proceso: “Primero que todo uso la glicerina, luego se le agrega, por ejemplo, esencia de manzanilla, si la gente lo quiere así. Luego se le agrega vitamina E, el colágeno y el alcohol, que también se le echa a la mezcla y al molde; después se pone en el microondas o en baño de María. Yo prefiero en la cocina, en baño de María, porque queda mucho mejor”.

También utiliza otras esencias, como la de coco o lavanda. Después de terminado el proceso cada jabón es vaciado en moldes que van desde estrellas, carritos, la tradicional barra de jabón y otras formas, se dejan allí hasta que se solidifiquen para luego ser delicadamente retirados y empacados en bolsitas de plástico transparente, debidamente selladas y etiquetadas. Aunque su socio se fue del país con su mamá en el mes de febrero, ella no paró de trabajar en su nueva actividad y pocos meses después de iniciar este emprendimiento ya se escucha la fama de la calidad sus productos entre quienes los han utilizado.

Para las velas, se aseguró también de tener algunos moldes que se alejan de la forma tubular y tradicional que siempre han tenido y las confecciona obteniendo resultados que van desde motivos religiosos hasta otras formas que rompen los esquemas, sin dejar de cumplir la función que tienen las velas.

Sin prisa pero sin pausa, la señora María logró lo que representa la razón número uno de iniciar este negocio, que no es otra que no quedarse tranquila: “mis hijos no quieren que yo siga trabajando en el negocio, pero yo no puedo estar quieta, porque me tullo”, dice mientras sonríe.

Ocho décadas de reinventarse

La señora María del Carmen Peña de Pacheco, nació en Bogotá, Colombia, el año 1945 y es hija de Salomón Peña y Adela Garzón. Recuerda que perdió a su papá apenas cuando tenía cinco años de edad y su madre se embraguetó sola con la crianza de ella y su hermano, trabajando muy duro desde primeras horas de la mañana hasta la media noche, todos los días, marcada por la casi imposible hazaña de acceder a la educación “formal” colombiana de aquellos años. Desde pequeña María comenzó a trabajar precisamente porque pasaron muchas necesidades económicas, al punto que en algún momento les tocó vivir en un establo.

María del Carmen se casó muy joven con Alfonso Pacheco Contreras. En el año 1978 deciden emigrar hacia Venezuela con la esperanza haciéndole burbujas en el pecho. Puerto Ordaz les recibió como este país sabe recibir a quienes se acercan a él; para el año de 1979 se aventuraron en la creación de una carpintería que el día de hoy, cuarenta y siete años después, es administrada por uno de sus hijos (tuvieron nueve: siete hembras y dos varones y varios nietos que adornan la familia). La costumbre de trabajar hizo que María se dedicara a varios oficios durante toda su vida, como el de tejer: “Todavía tengo un saquito que le hice a los niños cuando eran pequeños”, dice. Explica que se trata de una bolsita tejida en la que metían a los bebés para abrigarlos del frío y los “serenos”.

Pero su dedicación exclusiva en la carpintería que creó con su esposo. A ese oficio imprimió todas sus energías, hizo que aprendiera no solo lo referido a la administración del negocio sino al arte mismo del trabajo con maderas, desde escogerlas hasta darle los acabados de barniz a mano, los cortes y otros detalles del oficio. Después de fallecido el esposo, ella quedó al frente con sus hijos, hasta que estos crecieron y decidieron que toda una vida de trabajo ya era suficiente. Le habían dicho en varias oportunidades que era hora de descansar, de irse a la casa y no hacer nada, pero se negó por varios años, hasta que finalmente, apenas a finales del año 2024, aceptó obligada, pero sin intenciones de quedarse estática.

Si de vidas ejemplares hablamos, María del Carmen ha marcado a sus hijos, hijas, nietos, nietas y a quienes la conocen con su incansable manera de enfrentar la vida con constancia, creatividad y tenacidad, demostrando que el tiempo es una pieza musical a la que debemos tomarle el ritmo y bailar. “Mi sueño ahora es poder ayudar a la gente; es muy duro ver a esas personas recogiendo cosas en la calle, y si Dios me ayuda, quiero ayudarlos a ellos; eso me haría sentir bien”, dice mientras exhibe en una mesita algunos de los productos que elabora, llenos de colores así como del testimonio de una vida que sigue reinventándose.

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1 comentario

Rocío de Jiménez 22 junio 2025 - 12:14

Gracias señor Alejandro por esta entrevista, nos deja ver qué la edad no tiene límite cuando de surgir se trata.

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